Las nueve musas
La polis griega

Los griegos y su creación: la polis

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BARUJ SPINOZA Y SIGMUND FREUD. ENSAYO SOBRE EL ESTADO, LA CULTURA, LA FELICIDAD Y EL PRÓJIMO (III)

Su apartamiento deliberado de la religión y el decidido acercamiento a los principios de la razón y el pensamiento lógico, influyeron sin duda alguna para que las fuentes en que Freud bebiera para exponer sus esquemas fueran los pensadores griegos clásicos.

Lejos de mandamientos celestiales y más cerca de la realidad, Platón y Aristóteles enmarcan sus indagaciones en un pequeño territorio económica y políticamente autosuficiente que recibió el nombre de polis. El nacimiento de este artificio refiere, en una primera etapa, la unión de cada individuo con sus semejantes con la doble finalidad de  protegerse y alcanzar un medio propicio para la procreación, con lo cual se conforma el primer eslabón social: la familia.  En un segundo paso, estas familias se alían entre sí para conformar un clan o tribu que les confiera mayor presencia frente a los peligros del medio que los rodea y una mejoría en sus expectativas vitales. Es decir, que en la raíz de la confluencia humana se encuentra la neutralización del miedo a perder la vida. Aristóteles añade, por otra parte, que el hombre es un ser social y que le permite organizarse socialmente porque posee el don de la palabra. La comunicación oral  es el vínculo de nuestra sociabilidad (1). Esta coincidencia de intereses, no obstante, no los aleja de su estado de naturaleza: siguen atados a sus antiguos instintos. Con el fin de morigerar o evitar enfrentamientos entre ellos y consolidar  estos núcleos primitivos entienden que deben darse normas comunes de convivencia. A partir de entonces, según Platón, el hombre firma  un “contrato de ciudadanía”, por el cual elige pertenecer a una comunidad organizada y suscribe un pacto tácito por el cual se obliga a cumplir las leyes, aunque sean injustas. De esta manera, nace el Estado, el instrumento por el cual el hombre cumple con su necesidad de preservar la vida, superar el miedo y lograr una existencia estable y duradera. En este caso, el miedo queda enmascarado por el instinto social del hombre

Ahora bien, estos procesos no se dan por azar o extravagancias  inexplicables. Aristóteles afirma que el hombre es un “animal político” por su carácter racional. La razón empuja al hombre a buscar lo justo y la justicia es una virtud social que se encuentra en la sociedad. Para Platón, la justicia es lo más importante ya que el hombre justo es el hombre virtuoso, cuyas columnas son la educación y la razón. La justicia es el punto de partida de la Política, que define la ciudad, unidad política suprema, cuyo propósito es la felicidad de todos los ciudadanos (2). Hombre y ciudadano son sinónimos. Hay una correspondencia entre el alma de los individuos y el alma del Estado. Si el alma de los ciudadanos es educada dentro de las virtudes éticas, la ciudad será buena. Por lo tanto, Ética y Política no son dos realidades separadas.

A pesar de estos postulados de criterio universal, la polis sólo admite a los hombres libres y de fortuna, a quienes se los distingue con la jerarquía de ciudadanos, reservándose el derecho de participar del gobierno y de la justicia, deliberar y decidir en los órganos administrativos o participar en los tribunales. Quedan afuera las mujeres, los esclavos, los extranjeros, los artesanos y todo aquel que realiza trabajos manuales. Por consiguiente, la justicia en la ciudad consiste en armonizar la igualdad de los ciudadanos libres con la desigualdad de los otros para que todos puedan vivir bien, sin lujos excesivos, así no se fomentará la envidia y donde reinará la concordia social que permitirá la convivencia pacífica. Con esta determinación, lo que queda en claro es que la forma de gobierno que domina la ciudad griega es una aristocracia, cuya cúspide está ocupada por los filósofos, que se constituyen en los gobernantes de la polis. En cambio, Maimónides, quien en este punto sigue la orientación aristotélica, sostiene que la sociedad ideal se conforma a partir de una mayoría que sostiene de manera voluntaria a una minoría, a quien llama selectos o elegidos, y de la cual surgen las autoridades, que por sus cualidades son los profetas, como veremos a continuación.

Pablo Freinkel


1-Aristóteles. Política, Libro I, 10. Espasa libros, Barcelona, 2011.

2-Trataré este punto con mayor detalle cuando me refiera a la Felicidad.


 

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