Las nueve musas
Muerte y Resurrección … el origen

Muerte y Resurrección … el origen

El Consejero de Roma

Hace un poco más de dos mil años con el surgimiento del Cristianismo, doctrina que tiene su origen en las enseñanzas de Jesucristo, más no por ello desarrollada con su esencia y su verdad pura, se tomaron símbolos antiguos, se impregnaron en el mundo con un significado distinto y comenzaron a ser parte de la vida en común de las personas, particularmente cuando a través del Edicto de Milán en el 313 d.C, el cristianismo se convierte en la religión del Imperio romano, pero cada uno de estos símbolos tiene su origen y significado en lenguajes y épocas situadas aproximadamente en el neolítico, estos fueron absorbidos como propios negando su origen y se occidentalizaron.

Padres de la Iglesia primitivaEstos símbolos que en la antigüedad tenían un sentido de comunión conforme se fueron unificando a la religión de un Imperio perdieron su sentido espiritual y su esencia de responsabilidad con el otro y con el mundo, pero, no sólo los elementos tomaron un camino distinto, las propias enseñanzas de Jesucristo se mostraron de manera distinta a la belleza con la cual fueron reveladas por Jesús y transmitidas por los Padres de la Iglesia Primitiva,  es decir, antes del siglo IV cuando san Agustín pontifica la visión y enseñanzas de Pablo, de cierta manera se apropia y cambia el significado místico de la esencia oriental influenciada no sólo por las grandes civilizaciones sino por el universo de la sabiduría de la India y del pueblo judío.

Es a partir del siglo IV particularmente, cuando la belleza de la ética, la sabiduría de los proverbios y parábolas se convierten en moral, crítica y  condena.

Las enseñanzas de Jesús, así como las de grandes profetas, maestros y sabios antiguos se fundamentaban en provocar la interiorización de quien los escuchaba, ninguno de ellos daba por sentado tener una verdad absoluta, se tenía claro que la verdad es tan relativa como la realidad. Cada ser humano percibe y recibe lo que necesita, por ello, en sus enseñanzas se entendía lo absurdo de juzgar o pretender que el otro visualizara la vida y a Dios de la misma manera, originando una justicia objetiva y alejada de la subjetividad que llega con el predominio griego.  Los actos nacían de la Bondad o de la Maldad no existían intermedios, pero esto se modificó con la subjetividad del Bien y del Mal, estos conceptos crean situaciones medias donde cada acto es justificable, entonces, al convertirse todo en subjetivo, las enseñanzas antiguas de los grandes maestros de oriente se tradujeron al relativismo occidental.

El Amor perdió su significado de hacer fructífero al semejante transformándose en sentimentalismo y posesión, las manifestaciones de Dios y su diversidad de nombres  se aprisionaron en la Verdad Absoluta de un Imperio, la ética se convirtió en doctrina moral  y la libertad fundamentada en la responsabilidad del Hombre fue apropiada por un grupo de  Hombres poderosos que se creyeron elegidos por un dios creado a sus necesidades y no del Dios padre revelado por Abraham y Jesucristo.

Así,  se apropiaron de tierras y de lo más sagrado del ser humano, su espiritualidad, de repente su relación con Dios se vio  custodiada,  el encuentro con Dios ya no era personal ni a través de la naturaleza, porque  un grupo de individuos  ambiciosos se habían nombrado intercesores, quienes al tener claro su engaño crearon leyes y anatemas que callaban y callan las voces de aquellos que comprendían el verdadero mensaje, miles de hombres y mujeres fueron asesinados, aprisionados, torturados, desterrados y rechazados por intentar retornar la espiritualidad, Hombres que de la misma manera que sus maestros y/o profetas fueron acallados en nombre del poder, el cual se apropió de Dios a través de la manipulación del lenguaje.

Pero, para comprender un poco lo que sucedió es necesario regresar a esa época donde Dios no tenía nombre porque no le era necesario.

Muerte y Resurrección … el origenEn la época antigua, la manera de nombrar a los dioses correspondía a sus atributos y a ciertas necesidades; se le nombraba de diversas maneras y se mencionaba al personaje de quien lo nombraba, en la Sagrada Escritura está escrito, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Yaacob, porque el sentir de Dios de cada uno era distinto y acrecentaba  el misterio.

El Hombre antiguo tenía una relación clara con las estrellas, acto corroborado por la ciencia,  se creía que las estrellas en comunión con el humus habían creado a la humanidad, por esta razón, el destino podía leerse en el cielo y por ende el ser humano era parte del ser divino.

Al tener esta concepción el Hombre no vivía en guerra o justificaba los asesinatos en  nombre de un único Dios, existían muchos, se reconocían, pero se tenía la decisión de creer y adorar a uno, acto llamado henolatria.

La Toráh de IHVHEn su origen, por ejemplo, el pueblo hebreo antes de Josías y su estipulación de adoración monoteísta bajo pena de muerte, aceptaba la existencia de diversos dioses, reservándose la adoración a uno sólo llamado IHVH.

Pero, anteriormente a esta época, el misterio que presentaba al Hombre el universo, sus caminos, sus esencias provocaron la creencia en algo más fuerte y omnipresente que manejaba el universo,  comprendieron y percibieron que en su esencia y cuerpo se manifestaba una porción de lo eterno.

Al interiorizarse, y sentir la vida al respirar, hicieron del aire – aliento, el Padre de la mente, de la inteligencia, de la imaginación, y en su comunicación con la naturaleza contemplaron en las aves la analogía de ese aliento y le nombraron espíritu, en las aves comprendieron la existencia de un espíritu que sale y entra al cuerpo liberando a la mente, a ese misterio dentro de ellos con vida propia, esa voz interior volaba de manera semejante a las aves y creyeron que venia del Este porque estos animales siempre se dirigían hacia ese punto cardinal. Esta concepción con el tiempo origina el concepto del Espíritu Santo.

Observaron su exterior, la piel se asemejaba a la tierra, los cuerpos femeninos daban vida como la naturaleza la cual emergía de la tierra, percibieron que venían del mismo lugar, la arcilla de la tierra era la madre del cuerpo, a través de ella crecían, surgían, se alimentaban y al morir regresaban a ella, a la tierra le otorgaron el punto cardinal del norte.

En su caminar la necesidad de beber y refrescarse reavivaba  sus instintos quienes lo guiaban hacia los lugares con ríos, lagos y mares, este camino daba hacia el Oriente y se le relacionó con él,  aunado a esta relación, al sentir vida al tocarla y beberla la convirtieron en el símbolo del amor, de la fecundidad, el agua regresa a la persona a un estado nuevo cuando es absorbida, por ello, se convirtió en el símbolo de lo que renace, del nuevo comienzo.

Espíritu SantoEl ser humano fue comprendiendo al mundo en cinco porciones, siendo la cuarta el sur, a la cual relacionó con los senderos llenos de plantas las cuales le otorgaban alimento y curación, y le fue revelado que el quinto punto del universo era él mismo.

El cuerpo lleva los cinco puntos cardinales  impregnados y representados en sus manos y pies, dice la sabiduría de la antigua China en sus cinco dedos para que el ser humano comprenda que cada acto que realice influye en los cinco puntos del universo y en sus pies para que entienda que los cinco puntos del universo deben ser recorridos bajo el apoyo del otro, es decir, cada paso enseña al ser humano a que no puede caminar sin el apoyo del otro y viceversa.

Alrededor del ser humano habitaban otros seres, acompañándolo en su día a día, quienes para la mística antigua son semejantes al humano por tener en sí mismos la hayya, es decir, características que los asemejan: respirar, cuerpo, órganos, sentidos, emociones, pensamientos, piel, lenguaje, los animales rodeaban al ser humano, eran sus compañeros de vida y viajaban con la humanidad en su recorrido por la tierra.

Se debe recordar que antes de la revolución agrícola, el ser humano era nómada, recorría la tierra sin pensar en límites, al comprender así el mundo entendía que su prójimo tenía las mismas necesidades de sobrevivencia.  Bajo este estilo de vida, el ser humano se alimentaba de frutos  otorgados por los árboles, de las hierbas del campo, la naturaleza era su casa y su madre, por ello la protegía, toda la Creación colaboraba con su estilo de vida. Conforme avanzó el tiempo, las temporadas y climas cambiaron, el curso de la existencia se dividió en etapas y se les dio el nombre de estaciones.

El Hombre al caminar y cambiar de lugares se enfrentó a diferentes fenómenos de la naturaleza, pero, un día se quedó sin alimento, los árboles no daban fruto, y la tierra estaba seca, en su desesperación mató  a un animal para alimentarse de él, al acercarse, narra la mística de la India el animal herido le dijo, mi cuerpo no muere y mi alma se expandirá en el universo mientras mi carne sea para tu alimento y necesidad, pero cuando asesines a tus compañeros de creación por placer extraviarás tu sentido de existencia.

El ser humano en su experiencia comprendió que la existencia se divide en etapas, percibió en la naturaleza nacimiento, crecimiento, procreación, muerte y dividió su existir en vida y esta en etapas, comprendió que si todo muere la creación perdería su sentido, observó que al morir es necesario que la vida se reintegre.

Enuma ElishEntendió que la energía del universo se complementa de la dualidad, así como en su comunidad existía lo femenino y lo masculino de igual manera en la naturaleza, contempló al universo masculino y a la creación femenina, observó en la primavera y el verano la fecundidad y la vida, en el otoño vio la madurez y en el invierno percibió la vejez y la muerte. Las dos primeras etapas dependían de la diosa, la otra etapa pertenecía al Dios, el otoño y el invierno eran el reflejo del Dios que muere, la primavera y el verano de la diosa fértil  que produce resurrección y nueva vida.  Es a partir de esta reflexión que en el ser humano surge el concepto de Imagen y Semejanza.

Con el paso de las lunas, el Hombre aprendió a sembrar y cosechar, este nuevo conocimiento lo acercaba y  asemejaba a  la dualidad divina, ahora producía alimento, pero este acto, ya no le permitía recorrer la Creación, tenía que situarse en un lugar, provocando que dejase de ver a la naturaleza como su casa y madre, se apropió de ella; éste hecho se narra en grandes mitos, particularmente en el Enuma Elish o el Seder Bereshit.  La eternidad que era su forma de vida se convirtió en pesadez,  inventó el tiempo, sus hermanos animales y humanos se hicieron sus enemigos, la dualidad divina le provocaba sufrimiento y le mostraba muerte, la resurrección dejó de ser necesaria.  Si morían las cosechas  también él moriría,  comenzó a resguardar alimento sin importarle el hambre del otro, asesinó animales para cubrirse, en su deseo de saciar su hambre olvidó la solidaridad y la compañía e hizo de la dualidad divina una historia a su antojo y creó deidades que contrarrestaban las decisiones naturales y originales.

Se impuso ante todos y todo, se crearon grupos fuertes los cuales tomaron el dominio de los débiles para someterlos, no sólo pusieron precio a la tierra y al alimento sino que se apropiaron de su espiritualidad al nombrarse hijos únicos de los dioses.

El trabajo se convirtió en empleo, es decir, en un acto pagado, prostituyendo la ofrenda de la dualidad divina al ser humano. El trabajo era un acto para fortalecer el espíritu y no para obtener ganancias.  El Talmud señala, ¿Qué necesidad tiene el ser humano de trabajar, acaso la creación no le ha otorgado todo para vivir, alimentarse y disfrutar del mundo? La humanidad no tendría porque trabajar si aquél que recorre la tierra y está hambriento se acercara al árbol frutal y tomara lo necesario para alimentarse, descansara y se fuera, pero no, el hombre y la mujer ven la tierra y se apropian de ella, ven los frutos se alimentan y toman los demás enriqueciéndose con ellos y provocando hambre a su semejante.

El ser humano olvidó que su misión de existencia es disfrutar el mundo en compañía de todos los seres que lo habitan, y se encerró en cuadros métricos de tierra y posesiones. Olvidó que el amor es el acto que lleva a una comunidad a crecer, y lo intercambió por el miedo, hizo de su conocimiento un arma destructiva, dejó de cuidar a la tierra como su madre, a la naturaleza y al ser humano como su hermana y adoctrinó la sabiduría de la dualidad divina fundamentada en la magia, no en lo que ahora se entiende por ella, sino en la magia que hace comprender cada acto de la creación, la magia es el lenguaje común que tiene la dualidad divina con la creación, los animales y los seres vivos, aquella magia que retorna cuando se toman alucinógenos y los siete lenguajes del Hombre se convierten en uno, ese lenguaje donde tiene su origen el concepto de Pentecostés, pero este sentido sólo fue comprendido por pocos y se confundió con un don de lenguas humano y no con el don de la Palabra, la Escucha y el Silencio de la dualidad divina.

Esta comprensión para algunos se comunicó a través de símbolos, y grandes sabios dieron nombres a esta magia interior fundamentada en la dualidad del cosmos y/o divina,  la nombraron Enlil, Nu, An, Mitra, Kali, Ra, Nana, Astarté, en otros lugares se dividió en tres enalteciendo el proceso en el cual la dualidad divina se revela al ser humano Palabra, Escucha, Silencio y la cual se manifiesta en su cuerpo por medio de la niñez, la madurez y la vejez, pero, nuevamente fueron pocos los que comprendieron y fueron exterminados por los poderosos.

Cada uno de los maestros, profetas, sabios que comprendieron el sentido de la magia, de la muerte y la resurrección fueron perseguidos, juzgados, asesinados y aunado a ello, se apoderaron de sus enseñanzas, las manipularon, crearon discursos falsos e hicieron de los símbolos espirituales demonios, el poderoso comprendió que el miedo es el mejor amigo de la ambición, ante ello adiestro a su semejante para que creyera que necesitaba de otro para comunicarse con Dios. Al percibir el poder espiritual de la  parte femenina de Dios la sustrajo  y la convirtió  en sumisión y culpa, hizo de la equivocación un pecado y sepultó  la sabiduría antigua que predica que el ser humano debe caer setenta veces siete, es decir, siempre, porque si no cae, la persona caminaría sin rumbo, sin reflexión, dejándose llevar sin conocimiento, sabiduría y obedeciendo ciegamente. Acto que ha dominado a lo largo de los siglos, al predicar que una caída es pecado se elimina la reflexión, la responsabilidad  y la persona se vuelve dependiente.

Esta doble concepción del universo dividió a la humanidad entre quienes entendieron que la libertad fue otorgada para crear responsabilidad y en  aquellos que se creyeron dioses adjudicándose  la libertad del otro al encarcelarla y convertirla en culpa, crítica,  juicio y condena.

La sabiduría de los grandes maestros, sabios y profetas provocaron que hagiógrafos desarrollarán Libros Sagrados donde a través de diversos géneros literarios protegieron estas enseñanzas, escondieron el conocimiento en metáforas, imágenes, parábolas, para que como dice Jesús quien tenga oídos que escuche , es decir, para  que sólo quien realmente busca a Dios o retornar a su conexión con el universo obtenga  esta sabiduría.

profetasCada Libro Sagrado y Mito de las grandes civilizaciones nombran a la dualidad divina con una gran diversidad de nombres para mostrar  la existencia de un sólo Dios, que tiene tantas interpretaciones  como seres humanos existen, mostrando el misterio y estimulando la búsqueda interior, el conocimiento del semejante y  la consagración de la creación. Esto da a entender que las religiones en su esencia toman estas enseñanzas y crean una guía ética, la cual debe solamente acompañar, más no apropiarse de la forma en la cual cada persona se comunica y recibe a Dios. La religión no debe  ser un monopolio de Dios, sino una comunidad que cuide, proteja y enseñe el valor de la responsabilidad.

A través de los Libros Sagrados se perciben infinitud de signos, símbolos parecidos mostrando que el ser humano más allá de su realidad comparte conceptos y valores universales los cuales muestran que toda la humanidad tiene la misma dignidad, por ello, Adán y Eva, simbólicamente son los padres de la humanidad, para que el Hombre comprenda que al tener el mismo origen nadie tiene más o menos valor que el otro, enseñanza que se apoya en la dualidad, por eso, menciona el libro del Génesis hombre y mujer los creó,  no en sentido de género sino en su analogía con la dualidad divina, lo cual es  explicado bellamente en el Taoísmo a través del Yin Yang.

El misticismo de las grandes religiones y civilizaciones comprende la sabiduría de los símbolos, y reconoce la profundidad de las raíces etimológicas de cada lenguaje, en él se resguarda el conocimiento puro de los grandes maestros, sabios y profetas, por esta razón, los místicos de todas las creencias han sido perseguidos y juzgados a lo largo de los siglos, porque han denunciado la prostitución de la esencia de las palabras de los grandes maestros.

El poder de la doctrina, más no el de la verdadera esencia de las religiones percibe en ellos a personajes que alteran su jerarquía al provocar cuestionamientos, los místicos denuncian la esclavitud de la libertad, la conversión del cuerpo – templo de Dios en cárcel para someter a través de la culpa, enaltecen la sexualidad como el punto central de los siete lenguajes o de las siete moradas como las llama santa Teresa de Ávila,  consagran la unión del hombre y la mujer como punto de solidaridad con Dios para continuar la creación, así como la diversidad de manifestaciones del amor siempre y cuando sea para enaltecer la humanidad y espiritualidad.

La mística recuerda que la Muerte y la Resurrección no le pertenecen a una sola religión, sino que se encuentra en la creación, conservación y destrucción de la Trimurti de la India, en la Encarnación del universo en cada nacimiento,  sabe que se manifiestan en cada etapa de la naturaleza y en la vida que germina cada día de la existencia.

La Muerte y la Resurrección, se originan en el despertar de todos los seres de la creación, y en su esencia lleva la enseñanza antigua trazada de diversas maneras en los Vedas, el Tao Te King, en las enseñanzas de Buda, de Confucio, en el Tanaj, el Nuevo Testamento y en el Corán, (por mencionar algunas) donde se explica que, todo lo manifestado en la creación necesita morir para renacer, porque sólo a través de este proceso diario experimentado en el paso de la noche al día, la existencia podrá soltar y vaciarse para poder recibir. Porque sólo lo que está vacío puede crear, es decir, entre más vacío más lleno…

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Martha Leticia Martínez de León

Martha Leticia Martínez de León

Hermeneuta en Libros Sagrados y Lenguas Antiguas.

Maestra en Ciencias Bíblicas y Hebreo Antiguo. Maestrante en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica. Licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México. Especialidad en islam por la Universidad de Al Azhar de El Cairo, Egipto.

Especialidad en el Pensamiento del Papa Francisco y el Libro del Apocalipsis por el Boston College.

Especialidad en Música Contemporánea (Piano-guitarra).

Generación XXXII de la Sociedad de Escritores Mexicanos (SOGEM).

Ha publicado treinta y siete libros en México, España, Estados Unidos e Italia en diversos géneros literarios y teológicos.

Conferencista a nivel internacional.

Creó y desarrolla la teología del Silencio y de la Carne la cual entrelaza con la investigación mística, científica y musical bajo el nombre de “Lectura gemátrica, pitagórica y cuántica del Séfer Bereshit 1-3 -Hashem se revela a través del Big Bang-

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