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La postfotografia: cambios conceptuales en torno a la imagen

La postfotografia: cambios conceptuales en torno a la imagen

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«Toda época ve lo que puede ver, toda época hace ver todo lo que puede hacer ver. Sólo que, aunque nunca están ocultas, las visibilidades nunca están inmediatamente dadas»

Gilles Deleuze[1]

La fotografía se inicia con experimentos y descubrimientos relacionados con  la luz y determinados procesos químicos. Así, sus primeros momentos son lentos, de mucha quietud frente a la cámara, individuales, trabajosos y de resultados diferidos.

Su uso es extraordinario, elitista sumamente costoso y considerado un lujo.

La postfotografíaLa fotografía pronto se expande en sus usos, de fotos mortuorias o  con finalidades policiales a retratos de personajes importantes o eventos destacados. En manos exclusivas de un profesional que maneja la técnica y los procesos de revelado, la fotografía es ejercida como una profesión que irá encontrando otros ámbitos.

Papel, álbum, tiempo, proceso, perpetuidad, testimonio, realismo. Eso era la fotografía

Hoy somos testigos de una mutación de eso que la definía; dice Fontcuberta[2]:

“No asistimos al nacimiento de una técnica, sino a la transmutación de unos valores fundamentales (…) no presenciamos por tanto la invención de un procedimiento sino la des-invención de una cultura: el desmantelamiento de la visualidad que la fotografía ha implantado de forma hegemónica durante un siglo y medio”

«Es obvio que estamos inmersos en un orden visual distinto y ese nuevo orden aparece marcado básicamente por tres factores: la inmaterialidad y transmitabilidad de las imágenes; su profusión y disponibilidad; y su aporte decisivo a la enciclopedización del saber y de la comunicación.»[3]

La fotografía pierde su materialidad, abandona el papel para volverse etérea, virtual. Pasa de ser analógica a digital.  Sujeta a la tecnología, ahora se ve doblemente efímera, pasajera, deja ese carácter de perpetuidad, por un lado por la evolución de los soportes que dejan de ser compatibles cada vez más rápido, relegando al olvido toda aquella información que no fue previamente convertida, salvada y trasladada a los nuevos formatos y soportes, y por otro lado las condiciones de su uso: la instantaneidad, la inmediatez que no pretende perdurar. Heráclito hoy diría: «nadie ve dos veces la misma foto».  Otro rasgo de esta nueva fotografía es su comunicabilidad, ya no es el testimonio en el tiempo de lo vivido, de lo que ha sido. Subsidiaria de las redes sociales, de internet y de la telefonía celular, la fotografía se vuelve mensaje en red. Nos habla, y habla por nosotros.  Totalmente funcional a la transmisión, más o menos estereotipada, de un modo de comunicación característico de las redes.  La fotografía deja la elite, deja la exclusividad del profesional o experto, se vuelve cotidiana, se des-sacraliza, es de todos. La forma de producción de imágenes nos define como consumidores en una sociedad caracterizada por la vorágine indigerible del consumismo.

La postfotografía es esto que nos pasa: la imagen que pasa

«La postfotografía se agazapa detrás de la fotografía, la cual deviene entonces la simple fachada de un edificio cuya estructura interior se ha remodelado a fondo. Esa estructura interior es conceptual e ideológica»

«Con el cambio de milenio se ha producido una segunda revolución digital, caracterizada esta vez por la preeminencia de internet, las redes sociales y la telefonía móvil. Todas las facetas de la vida, de las relaciones personales a la economía, de la comunicación a la política, se han visto sacudidas por completo: el mundo se ha convertido en un espacio regido por la instantaneidad, la globalización y la desmaterialización. Internet y la creación de experiencias virtuales están haciendo del mundo representado un lugar finito e indoloro en el que pronto tendremos la opción de vivir, satisfaciendo nuestras expectativas. Quizá no podemos llamar a esa experiencia vivir, pero ese espacio, ni real ni soñado,, está siendo construido día a día, con fines políticos, económicos, militares y de evasión. Sera una nueva vida de segunda mano, sobre la que conviene ir reflexionando. No es que ese nuevo mundo vaya a tener un impacto tremendo sobre la imagen, sino que es precisamente la imagen lo que va a constituir la fibra principal de ese mundo.»[4]

Beatriz Fiotto

(cabecera: Erik Kessels – (screen-shot-2016-02-04) El artista  recolectó 2.500 ‘pies selfies’ a través de Internet, primero los mostró en la instalación / exposición ‘My Feet’ en el f-stop photo-festival en Leipzig en 2014)


[1] Deleuze Gilles, en El saber Curso sobre Foucault

[2] Fontcuberta Joan, en La Furia de las Imágenes

[3] Ídem

[4] ídem


 

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