Más allá de las circunstancias que pudieron llevar a Henri Cartier-Bresson a realizar esa afirmación, la nitidez en la fotografía siempre fue un concepto venerado por algunos y vapuleado por otros.
Así como en algunos movimientos artísticos se busca obtener el máximo detalle, como el grupo f/64 con Ansel Adams y Paul Strand como algunos de sus exponentes, o la fotografía inexpresiva o deadpan, dentro de la fotografía contemporánea, con fotógrafos como Andreas Gursky y Candida Höfer, hay también otras corrientes donde la falta de nitidez es considerada como un recurso fundamental para lograr determinados climas.
Por ejemplo para la fotografía íntima en la fotografía contemporánea o el flou artístico o soft focus dentro del pictorialismo. Incluso se han desarrollado ópticas cuyo atributo es tener foco suave, y hasta hemos llegado a usar filtros untados con vaselina para difuminar la imagen.
Lo cierto es que la nitidez no debiera ser un valor en sí mismo, sino que debe estar al servicio del fotógrafo. No por tener una óptima definición una foto es automáticamente “buena”. Ni tampoco puede considerarse “mala” sólo por estar fuera de foco (siempre y cuando el desenfoque sea un efecto buscado adrede, y no una excusa para disimular un error). Todo depende del valor expresivo que el fotógrafo le quiera dar. Si se quiere resaltar texturas, que las mismas no se perciban nítidamente es un inconveniente. Si, por el contrario, se desea transmitir un ambiente onírico, el desenfoque puede ayudar a lograrlo.
Pero la nitidez, o la falta de la misma, es un recurso que hay que saber cómo y cuándo utilizar. El foco diferenciado sirve para resaltar al protagonista haciendo que las zonas desenfocadas no distraigan la atención del espectador. Pero las fotografías donde el ojo no puede encontrar nada nítido donde concentrarse suelen ser más difíciles de asimilar, porque el desenfoque no es natural a la visión humana (bueno, entre astigmatismo, presbicia, miopía y otras aberraciones, a algunos humanos ya se nos está haciendo cada vez más natural…). Estamos acostumbrados a ver con nitidez aquello en que fijamos la vista (a pesar que la calidad óptica de nuestros ojos deja mucho que desear y le dejan el trabajo duro al cerebro). Este argumento lo esgrimen algunos cultores de la fotografía estenopeica, donde toda la imagen, ya sean objetos cercanos o lejanos a la cámara, tiene el mismo grado de nitidez, permitiéndonos recorrer con la vista la imagen con mayor fluidez.
Pero que el desenfoque no sea algo natural no significa que no se pueda utilizar. Solarizados, posterizaciones, grisografías, etc. también son efectos antinaturales bastante utilizados en la fotografía. El asunto es no abusar, no sea cosa que nos terminen diciendo que hacemos fotos muy lindas, pero que nos salen todas fuera de foco…
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