Las nueve musas
Najat El Hachmi

Vivir desde dentro una cultura ajena

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Leer a El Hachmi es un privilegio especial. Y lo es porque nos permite vivir desde dentro una cultura ajena, a pesar de que en algunos aspectos resuenan ecos de nuestros abuelos.

Y es un privilegio, porque siempre lo es tener la oportunidad de participar de culturas diferentes para reflexionar sobre estas y, de paso, sobre la propia, para admirar sus aspectos positivos y tomar distancia de los que no lo son o no nos lo parecen.

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Pero, más allá de esto, también es un privilegio cuando la cultura de la que hablamos es la de muchos vecinos y muchas vecinas nuestros, que, por razones que se nos escapan, desconocemos y parecemos abocados a desconocer siempre, a pesar de los años de vecindad que compartimos. Leer a El Hachmi provoca la toma de conciencia de las posibles razones de estas vidas paralelas, que diríamos destinadas a no encontrarse y para las que la literatura representa una posibilidad de confluencia, un puente que facilita el deseado encuentro, que nos permite conocer y saber, y, desde el saber, comprender y amar.

Najat El Hachmi (Nador —Marruecos— 1979), es una escritora catalana entre dos mundos (se trasladó a Cataluña con ocho años), que, precisamente porque conoce los dos mundos y participa emocional y racionalmente de los dos, puede construir este lugar de encuentro. Sus textos beben de la más pura tradición biográfica de sus ascendientes y de la propia, y es por ello por lo que resulta tan auténtica.

Hasta el momento autora de cuatro novelas y un libro de relatos, ganadora de dos premios de las letras catalanas, ha sido traducida a muchas lenguas y su literatura ha suscitado enorme interés y producido una considerable cantidad de estudios.

Madre de leche y miel, título literal del original catalán, cuenta la historia de Fatima*, una niña nacida en una aldea aislada, polvorienta, pero muy querida, del Marruecos rural, una niña que muy pronto se convertirá en madre. Las condiciones de vida de la familia, en medio de un paisaje casi baldío, lejos de vecinos y de ciudades (sólo una abuela vive cerca), facilitan la mirada hacia adentro del mundo familiar que constituye el único mundo de los personajes que pueblan la novela, sobre todo de las protagonistas por excelencia, las mujeres. La escritura viva y emocional de El Hachmi nos permite compartir casa con la gran familia: un matrimonio, ocho hermanos (siete chicas y un chico) y la esposa del hermano, recién llegada por tradición a la casa paterna. La estrecha convivencia del día a día facilita la intensidad con que el lector comparte el aire que respiran los personajes, un aire íntimamente entrelazado, a falta de relaciones exteriores.

Como suele ocurrir con la buena literatura, el interés de la novela no reside tanto en el qué —que también— como en el cómo. Porque el qué y el cómo son inseparables.

Es evidente que el texto bebe de antiguas tradiciones, tanto por los acontecimientos que se narran como por la piel formal que los envuelve: la tradición oral está presente desde el inicio; antes de comenzar una breve introducción nos pone en antecedentes: «Siete hermanas eran, siete sentadas alrededor de una mesa de madera, sobre la alfombra de rafia estampada. Humeante delante, una bandeja llena de vasos estrechos donde ya habían vertido el té hirviendo. Dicen: cuéntanos tu historia, hermana nuestra». Y la dedicatoria —preciosa— dice: A mi madre que, sin saber leer, me enseñó a escribir. Ya estamos avisados; lo que nos espera es una inmersión en la tradición oral, en el universo de las mujeres y de la maternidad. Una inmersión conducida por una voz narradora femenina que conoce lo que narra de primera mano.

En esta atmósfera, aislada, estrecha y necesariamente íntima, donde los roles están estrictamente repartidos en función del género, los vínculos interpersonales, sobre todo los femeninos, adquieren una solidez férrea, y son absolutamente todo: la tabla de salvación para la vida o una asfixiante trampa de opresión hasta la muerte. Abocada a la estrechez de este limitado universo, Fatima, una chica despierta, inteligente y sensible, que no irá nunca a la escuela, percibe su entorno con avidez y ojo crítico, observa y vive intensamente. A pesar de que no dispone de referencias diferentes, Fatima intuye las carencias y el dolor que suponen para ella y todas las mujeres unas tradiciones culturales que las determinan desde el nacimiento y les asigna un lugar que en ningún caso habrán elegido ellas y que, a partir de la prematura boda apalabrada por los padres, dejará de ser el lugar que las ha visto crecer y creían el suyo. El matrimonio las llevará a la casa del marido, donde todo, absolutamente todo, es una incógnita. Su suerte, una cuestión de azar.

El restringido espacio físico y humano que conforma su vida hace más permeables a los personajes femeninos a las emociones, a la dimensión poética de objetos y situaciones, a todo lo emotivo. Esto se refleja en el sensible y sensual registro lingüístico de la narración, donde el pan y el acto de amasar la harina adquieren la función metafórica de un leitmotiv, las palabras de los cuentos de la abuela dejan una huella imborrable, la lactancia de un hijo se convierte en el puntal que sostendrá la vida o la percepción de los cambios corporales, los impulsos y el lenguaje del cuerpo, se hacen mucho más evidentes y esenciales.

Estructuralmente la novela trabaja dos hilos narrativos diferentes que se van alternando a lo largo de dieciocho capítulos y un epílogo: uno, en primera persona, que recoge el relato de la protagonista Fatima a sus hermanas, en una visita de vacaciones desde Cataluña -la historia de su vida desde que ella emigró con su hija para ir a encontrar el marido- y el otro, en tercera persona, en el que una voz narradora, de conciencia femenina, nos cuenta los acontecimientos localizados en Marruecos.

Y gracias al conocimiento íntimo de la proveniencia de Fatima y del ambiente cultural y social que la recibe cuando deja su país, los lectores de aquí y de allí nos podemos hacer una idea de qué representa la emigración para la protagonista y su hija Sara, de cuya desdicha la autora sabe dar las pistas necesarias en pocas líneas,

Najat El Hachmi ganó el premio Ramon Llull 2008 de novela por El último patriarca y el San Juan de narrativa 2015 por La hija extranjera.

* El nombre en cuestión no lleva acento en la novela, ya que la autora lo debe de entender así como la mejor manera de «traducirlo» al español.


Najat El Hachmi
Madre de leche y miel
Traducción Rosa Mª Prats
Destino, 2018, 394 pàgs.

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Anna Rossell

Anna Rossell

Anna Rossell (Barcelona –España, 1951)

De 1978 a 2009 profesora titular de la Universidad Autónoma de Barcelona en la especialidad de Lengua y Literatura Alemanas (Filología Inglesa y Germanística) y crítica e investigadora literaria en Barcelona, Bonn y Berlín.

Actualmente se dedica a la escritura creativa, la crítica literaria y la gestión cultural. Como gestora cultural organiza los recitales poéticos anuales estivales Poesía en la Playa, en El Masnou (Barcelona) y ha sido miembro de la comisión organizadora de los encuentros literarios bianuales entre continentes TRANSLIT. Actualmente organiza los Recitals de Poesia i Música VinsIdivina.

Colabora regularmente en numerosas publicaciones periódicas literarias nacionales e internacionales: Quimera, Ágora de arte gramático, Crítica de Libros, Revista Digital La Náusea, Realidades y ficciones, Las nueves musas, Nueva Grecia, Terral, Núvol y en revistas especializadas de filología alemana.

Entre sus obras no académicas ha publicado los libros Mi viaje a Togo (2006), El meu viatge a Togo (2014), Viaje al país de la tierra roja, Togo y Benín (2014), Viatge al país de la terra roja, Togo i Benín (2014), los poemarios La ferida en la paraula, (2010), Quadern malià / Cuaderno de Malí (2011), Àlbum d’absències (2013), Àlbum de ausencias (2014), Auschwitz-Birkenau. La prada dels bedolls/La pradera de los abedules (2015) y las novelas, Mondomwouwé (2011) y Aquellos años grises (España 1950-1975) (2012), Aquells anys grisos (Espanya 1950-1975) (2014).

Es coautora del libro de microrrelatos Microscopios eróticos (2006).

Cuenta en su haber con algunas traducciones literarias del alemán al español, entre ellas El Elegido, de Thomas Mann.

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