Muchas veces, al enumerar los beneficios que nos brinda la fotografía digital, pensamos en el momento de la toma, donde ahora podemos ver inmediatamente la foto recién sacada (sin recurrir a una Polaroid, claro), hacer, borrar y rehacer las tomas cuantas veces queramos sin preocuparnos por el rollo, etc.
Otras veces hacemos hincapié en el momento del procesado, pudiendo hacer el efecto que necesitemos en mucho menos tiempo que en el laboratorio, volver atrás si no queda como nos gusta, probar, comparar, ajustar sin tener que estar encerrado todo el día oliendo a fijador. (Y de paso, podemos liberar la heladera de las botellas de revelador…)
Sin embargo, ha sido muy importante también el aporte a la hora de mostrar nuestras fotos. Porque ayer la fotografía debía reposar en un papel (y antes, en un vidrio o placa de metal) y para mostrarla debíamos transportarla en un álbum o colgarla en la pared (y transportar a la gente a la sala). Hoy podemos mostrar nuestras fotografías en cualquier lugar donde haya una pantalla o un proyector, desde un portarretratos digital, un teléfono, un monitor de una computadora, hasta verlas proyectadas en la fachada de un edificio público. En internet se pueden encontrar impresionantes galerías de fotografías que nunca serán impresas.
Y si a alguien le preocupa el destino de esas fotografías cuando se apaga el interruptor, seguramente descansarán en el mismo lugar donde van las diapositivas cuando se apaga el proyector.
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