Las nueve musas

Tres poemas en prosa

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… con un dibujo de Víctor Chab

No es la silla…

No es la silla en la que me siento cada día. Ni la taza de la que bebo al despertarme. Ni lo que me abriga. Ni el aire frío o cálido que me aguarda al salir. Ni las hojas en los árboles. Ni las hojas esparcidas en el suelo. Ni la inminencia de la lluvia. Ni el grito del que ofrece su mercadería en una esquina. Ni el ruido del tren que se detiene en la estación. Ni la carta que escribí una tarde. Ni la carta que nunca escribí por temor, por cobardía. Ni la primera vez que vi la vida en el agua estancada a través del microscopio. Ni aquella ave caída en el jardín a la que dediqué mi primer poema y a la que tal vez le dedique el último. Ni el agua que, de a poco, horada la piedra. Ni el verso: Which is the sound of the land[1]…   No es nada de lo que conocí, vi, toqué, hice o dejé de hacer, leí, oí. Es otra cosa, que quizás estalle, alguna vez, ante mis ojos, o permanezca para siempre intacta, con su secreto.

 

Solitudinem

 A José Miguel Pérez Corrales

Sólo atiendo a lo que me sobrepasa: el resto, polvo que se deposita en una mesa. Oigo la voz que es tan ajena como mía y, en lo remoto, alguien que soy y no yo, se interna en el agua en un último y desesperado intento por al fin nacer. ¿En qué creo, en qué descreo, hasta dónde llegaré, si es que hay un lugar al que llegar, antes de que alguien, por piedad o costumbre, me cierre los ojos? Mi dolor, este dolor, ¿es el mismo que siente aquel que extiende la mano para recibir una moneda? ¿Qué recibo yo al extender mi mano? ¿El residuo de alguna lejana conversación, las sobras de la cena de los amantes a quienes les importa poco y nada si existo?

Lesbos II

           Allí, estimuladas y ligeras, hasta ingrávidas. No puedo asistir como testigo pero sí sospechar que, detrás de puertas sucesivas, llegan al grito que, de acontecer en una playa, alarmaría a las bandadas y echaría atrás al mar. ¿Qué aire flexible respiran en ese momento y qué misterio les hace ver con los oídos y oír con los ojos, corregido hasta ser otra vez recto el eje de la tierra?

 

Octubre, 17, 2016.

Carlos Barbarito


[1] Wallace Stevens, The Snow Man.

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