Estos días estuve abocado a la tarea de revisar lo que fueron las pertenencias de un fotógrafo y cineasta fallecido hace algunos años.
Una habitación llena de tesoros, reliquias y cachivaches sin valor.
Muchos de esos objetos habrán costado fortunas, pero el paso del tiempo, y, sobre todo, la revolución causada por la tecnología digital, han trastocado su valor de formas a veces impensadas.
Las varias cámaras fotográficas, fabricadas con criterios de calidad de otras épocas, resisten estoicamente el paso de los año, pero ahora sólo las usaría algún excéntrico como yo. O bien podrían adornar las vitrinas de algún coleccionista.
Hay algunos accesorios que mantienen su vigencia, son aquellos que la tecnología no ha reemplazado aún, como pies de iluminación y ‘trípodes’, cuya medida de rosca se sigue manteniendo como estándar.
Otros elementos se han convertido en piezas sin utilidad hoy en día, más allá de alguien que quiera usar como pisapapeles una vieja empalmadora de cine. Por más que pienso, no se me ocurre un potencial uso para un viejo flash de magnesio, que no sea para la escenografía de alguna película.
Pero hay algunas cosas que, gracias a la escasez en el mercado, han dejado de ser comunes insumos, para pasar a ser objetos muy codiciados, como unos rollos de película super 8, vencidos hace décadas.
Tesoros devenidos en cachivaches, como un montón de lámparas de repuesto para proyectores que ya nadie usa, y que el tiempo convirtió en reliquias.
¿Qué tesoros, reliquias y cachivaches encontrarán mis hijos o nietos cuando les toque a ellos revisar mis pertenencias? ¿Tendrán algún valor para alguien las cámaras de formato medio que todavía uso? ¿Servirán sus ópticas, en otros tiempos tan codiciadas por su calidad, para acoplarlas a las futuras cámaras, qué sé yo, holográficas? ¿Querrá alguien usar una ampliadora como una extravagante lámpara de mesa? ¿Se seguirán usando trípodes y monopies? ¿O las cámaras se mantendrán estables flotando en el aire? ¿Será un antiguo timer electrónico una reliquia o un cachivache? ¿Considerarán como tesoros algún sobre de papel fotográfico, una caja de filtros y un montón de chasis de película vacíos que ni yo ya uso? ¿Seguirá siendo un fotómetro de mano, un instrumento de mayor precisión que una app de un teléfono móvil? ¿Será muy codiciada una bolsa de metol o de bromuro de potasio?
No tengo la menor idea del valor que podrán tener mis objetos en el futuro, pero cuando les toque revisar, seguro encontrarán una habitación llena de tesoros, reliquias y cachivaches.
Añadir comentario