Las nueve musas
Rusia: entre la vanguardia y la represión

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A 100 años de la revolución de octubre

La primera condición del progreso es la eliminación de la censura

George Bernard Shaw

Rudolf Nuréyev

Uno de los ballets más esperados del año, sobre la vida del bailarín Rudolf Nuréyev, se ha cancelado de manera polémica hasta el año que viene”, esto a raíz del anuncio de Vladímir Urin, director general del célebre Teatro Bolshói, con respecto al estreno del espectáculo “Nuréyev”.

Mucho se ha especulado sobre esta sorpresiva cancelación, pero todo indica que la causa se debe a la homofobia generalizada en Rusia, política implementada por el presidente Vladímir Putin con la ley contra ‘la propaganda homosexual‘, un atentado contra los derechos humanos. Poco después fue detenido Kiril Serebrennikov, director de la obra, quien además es director artístico del Centro Gógol.

La cultura teatral rusa data de siglos y permanece vigente. Occidente y los medios hegemónicos promueven las grandes ciudades y sus carteleras teatrales -sobre todo las de Nueva York y Londres-, sin embargo omiten mencionar a Moscú que es una verdadera fiesta para los amantes y creadores de las artes escénicas. El Teatro Bolshoi es uno de los más famosos, pero también se encuentran – entre muchos más- el Mali, Vajtángov, Chéjov, Taganka, Mossovet, Maiakovski, Púshkin, Bulgákov, el de Arte de Moscú, el de Sátira, así como el Teatro Romén, el único del orbe con artistas y obras relativas a la cultura romaní.



Previo a la llegada de los bolcheviques y posteriormente, el país sufre un estallido de creatividad inusitada, una verdadera revolución artística y cultural que impactaría a las artes escénicas. A finales del siglo XIX emergen el dramaturgo Antón Chéjov, su esposa la actriz Olga Knipper, así como el actor, director y teórico teatral Constantín Stanislavski. A estos le siguen los directores como Vladímir Nemírovich-Danchenko, Ievgueni Vajtángov y Vsévolod Meyerhold. Por su parte, Anatoli Lunacharski ya había formado junto a otros artistas el movimiento cultural Proletcult. Todos ellos transformaron el teatro ruso y sentaron precedentes que repercutirían a lo largo del siglo XX, ya sea como creadores teatrales o como teóricos del mismo, no solo en Rusia sino en el resto del orbe. Para aquel entonces la bailarina Anna Pavlova, al igual que los compositores Ígor Stravinski y Serguéi Prokófiev, ya había conquistado al mundo, y Serge Diaghilev había fundado la compañía de los Ballets Rusos que lanzó a la fama a los bailarines Tamara Karsávina y Vaslav Nijinsky.

El triunfo de la revolución rompe con los paradigmas artísticos establecidos; los antiguos creadores deben adaptarse y surgen nuevos, como el poeta Vladímir Maiakovski, autor de las obras de teatro “Misterio Buffo”, “Moscú arde”, “Yo o Vladímir Maiakovski” y “La chinche”, entre otras.

Sin embargo y trágicamente, la llegada al poder de Iosif Stalin asesta un golpe mortal a la creatividad cuando impone un estricto control ideológico e implanta como arte oficial al “realismo socialista”; este se convierte en la única óptica para desarrollar cualquier actividad artística condenando toda aquella que no sirva a las políticas del estado. Así se sofoca una era brillante y comienza una etapa terrible, donde la censura y la represión se ejercen contra los artistas. El compositor Dmitri Shostakovich sufre los embates estalinistas cuando estrena su ópera “Lady Macbeth de Mtsensk” (al respecto recomiendo el libro “El ruido del tiempo” del escritor Julian Barnes). A Mijaíl Bulgákov, conocido mundialmente por su novela de culto “El maestro y Margarita”, le fueron censuradas sus obras de teatro hasta que fueron prohibidas, y finalmente el escritor vivió cercado y humillado por los burócratas soviéticos (la obra de teatro “Cartas de amor a Stalin” de Juan Mayorga aborda el tema). Irónicamente hoy en día las obras de Bulgákov se montan con mucha frecuencia, así como diversas adaptaciones a la escena de “El maestro y Margarita”.

Rusia: entre la vanguardia y la represión

Durante el horror estalinista no solo se borra de las fotografías y de la historia a los que el estado considera indeseables, también mueren y se asesina a muchos artistas de la época. Maiakovski, al igual que el poeta Seguei Iesenin, termina suicidándose; Máxim Gorki fallece en circunstancias hasta ahora no esclarecidas; la actriz Zenaida Reich, esposa de Meyerhold, fue brutalmente asesinada de 17 puñaladas, y durante las purgas y los juicios de Moscú, al propio Meyerhold le cerraron el teatro que dirigía, fue encarcelado, torturado y finalmente fusilado.

Durante la Gran Guerra Patria, la URSS promovió un arte para exaltar el patriotismo y a partir de la era de Nikita Jrushov se relajó un poco el control ideológico. Sin embargo permanecía la represión; fue así como Rudolf Nuréyev decidió exiliarse y, ya en la era de Leonid Brezhnev, el violonchelista Mstislav Rostropóvich debió abandonar el país y le fue retirada la nacionalidad, mientras que el bailarín Mijaíl Baríshnikov pidió asilo político en Canadá. A pesar de todo, destacan algunos artistas soviéticos como el cantautor y actor Vladímir Vysotski, célebre por su interpretación de “Hamlet” en el teatro. Por su parte, en la ópera y el ballet sobresale Rodión Schedrín, autor de los ballets “Carmen” y “Anna Karénina”, ambos compuestos para su esposa Maia Plisiétskaia, a quien se le otorgó el título de prima ballerina assoluta.



Tras el derrumbe de la Unión Soviética y el fin del socialismo europeo -“una derrota para la humanidad”, como expresaría el escritor cubano Leonardo Padura-, los teatros y sus creadores lograron sobrevivir a pesar de la crisis política y económica. Ya en el siglo XXI, un hecho muy lamentable ocurrió en 2002 cuando un comando terrorista secuestró durante tres días a más de 800 personas que se encontraban en el Teatro Dubrovka. En 2012, la banda punk feminista de las Pussy Riot vivió la represión de Putin cuando fueron detenidas y encarceladas por interpretar una canción en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú y en 2017 por exigir la liberación del cineasta Oleg Sentov; ahora la banda planea montar en Londres una obra de teatro como crítica al autoritarismo y contra el jefe del Kremlin.

Ya sea en el zarismo, en el estalinismo o en la época actual, la censura y el control del estado se han hecho presentes causando dramáticos estragos en el arte y la cultura, anquilosándolas y retrasando su evolución. Por ello considero que, cuando el estado fiscaliza las áreas del conocimiento e impone una visión única o muy limitada, se aniquilan la creatividad y el desarrollo humano.

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Humberto Robles

Nació en la Ciudad de México en 1965.

Dramaturgo y guionista independiente.

Paralelamente colabora con varias organizaciones de derechos humanos.

Actualmente es considerado el dramaturgo mexicano vivo más representado en el mundo (30 países, tres continentes).

Autor de las obras “Mujeres de Arena”, “Frida Kahlo Viva la Vida”, “La noche que jamás existió”, “El Arca de Noelia”, “Sangre en los Tacones”, “Nosotros somos los culpables”, “Leonardo y la máquina de volar”, “El Ornitorrinco”, “Les demoiselles d’Avignon”, entre otras.

Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, portugués, italiano, alemán y polaco.

Ha recibido seis premios como dramaturgo, uno internacional y cuatro nacionales, entre ellos el Premio de la Fundación La Barraca de Venezuela y el Premio Nacional de Dramaturgia "Emilio Carballido" 2014.

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