“…Lo bello sirve para alegrar la vista y el espíritu, para evocar sentimientos, para procurar un placer. Ahora bien, Kant había puesto ya un fin a esta reducción de lo bello a lo agradable, a una fuente de placeres, y había demostrado que era necesario superar, en la concepción y en la definición de lo bello, la esfera del sentimiento puro y simple”
G.W.F. Hegel. ‘Introducción a la estética’
Este libro se publicó poco después de la muerte del filósofo alemán Hegel.
Hace referencia de manera explícita a la estética, o lo que es lo mismo, a la ciencia de lo bello, por lo que se preocupa en demostrar que lo bello artístico natural y lo bello natural se encuentran como mínimo en la misma línea, ya que lo bello artístico es un producto del espíritu.
Transcurridos casi dos siglos, vemos como el concepto de belleza, sobre todo gracias a la fotografía, ofrece diversas connotaciones, entre ellas la de representar la realidad, una realidad que no siempre es bella, pero sí que refleja la autenticidad del personaje fotografiado a través de la manera de expresar sus sentimientos, sus pasiones o sus preocupaciones, como también lo es cuando se trata de mostrar un lugar , un objeto o una situación determinada y, en consecuencia la belleza tiene otro significado. Este significado especial es el que el artista norteamericano Peter Hujar logra transmitir mediante su trabajo fotográfico, que ahora hemos tenido la oportunidad de contemplarla directamente en Barcelona.
He de reconocer que apenas conocía su obra a diferencia de otros fotógrafos de su misma época, pero gracias a la Fundación Mapfre, en colaboración con The Morgan Library & Museum de Nueva York, he paliado este desconocimiento. La retrospectiva constaba de 160 imágenes en blanco y negro, todas ellas realizadas con la técnica de la gelatina de plata y que abarcan el periodo 1950-1987. La muestra se exhibió en las diferentes salas de la Fundación MAPFRE, ubicada en el edificio modernista de la Casa Garriga Nogués. El comisario fue Joel Smith, director del departamento de fotografía de The Morgan Library & Museum y conservador de “Richard L. Menschel”, filántropo de las artes, entre otras disciplinas.
Peter Hujar (Trenton, Nueva Jersey. 1934-Nueva York. 1987) fotografió principalmente su entorno más inmediato, o sea lo que acontecía en Nueva York, mostrándolo desde la óptica underground, o lo que es lo mismo, los movimientos contraculturales considerados como alternativos y alejados de la cultura oficial, entre ellos los derechos de los homosexuales. Esta representación de la realidad, primordialmente del retrato, tiene su origen en el trabajo de los fotógrafos Irving Penn (1917-2009) y Richard Avedon (1923-2004), aunque también se interesaron por la moda. En cambio otros autores asimismo contemporáneos como él, caso de Diane Arbus (1923-1971) y Robert Mapplethorpe (1946-1989), al ser más mediáticos sus fotografías llegaron a más gente.
La exposición Peter Hujar: A la velocidad de la vida, aproximaba al público la obra del artista desde principios de los 50 hasta el momento de su muerte acaecida en 1987. Como ha ocurrido en otras ocasiones no tuvo el reconocimiento que se merecía, y como ejemplo más notorio está el hecho de que solamente exista un libro que repasa su trayectoria creativa, concretamente [amazon_textlink asin=’0306707551′ text=’Portrait in life and death ‘ template=’ProductLink’ store=’lasnuevemus07-21′ marketplace=’ES’ link_id=’07ea34d6-6011-11e8-aa59-053ba8c39f09′](Retratos de vida y muerte). Posiblemente la circunstancia de su muerte debida al Sida que, en aquel momento – años 80 y 90- estaba considerada como una enfermedad mortal, haya condicionado que no tengamos más conocimiento de su trabajo. En cambio otros artistas, como el mismo Mapplethorpe, Keith Haring, Paul Thek o Bruno Fonseca, que igualmente murieron muy jóvenes de la misma enfermedad, su obra ya era valorada antes de fallecer.
El recorrido por las diferentes salas de la Fundación Mapfre se rigió por las preferencias del artista, ya que siempre ha tenido la idea de que su obra debe presentarse en “yuxtaposiciones enérgicas, sorprendentes y, a veces, desconcertantes”. De todos modos, pudimos ir observando la exposición cronológicamente. Aunque a Hujar se le considere como un excelente retratista –también se autorretrata a menudo-, además se interesa por otros temas, como por ejemplo: los interiores, el paisaje urbano y rural, las marinas, los desnudos, las naturalezas muertas, los animales, las escenas familiares, los grupos, las casas abandonadas, los jardines e incluso una serie sobre las catacumbas de Palermo. En general, trata de mostrar escenas de la vida cotidiana.
Hujar se formó en el Instituto Politécnico de Nueva York donde estudió fotografía. Posteriormente trabajó en diversos estudios fotográficos hasta que en 1968 se interesó por la moda como freelance en revistas de prestigio: Harper’s, Bazaar y GQ, pero se dio cuenta de que esta actividad no le acaba de convencer por lo que se decidió por la fotografía artística, aunque ello no le reportara unos ingresos económicos lo suficientemente importantes.
El momento de mayor creatividad del artista coincidió con el Nueva York más reivindicativo, donde se reclamaban una serie de mejoras de tipo político-social, que iban desde la liberación homosexual, relacionada con el tema del sida, de los derechos de la mujer y de los trabajadores, hasta la finalización de los conflictos bélicos en los que estaba inmerso Estados Unidos, sobre todo en el período de los 60 a los 80.
Peter Hujar a finales de los cincuenta y principios de los sesenta estuvo en Italia, junto con los artistas neoyorkinos Joseph Raffael –pintor realista- y Paul Thek –pintor y escultor-, ambos fueron sus amantes durante un tiempo. En la capital italiana estudió cinematografía durante un año, para luego regresar a Nueva York, donde frecuentaría el círculo de amistades de la escritora y directora cinematográfica Susan Sontag, así como del artista y cineasta, precursor del pop-art americano Andy Warhol y del novelista y crítico social William Burroughs, precursor de la generación beat, que más tarde influenciaría al movimiento hippie. A principios de los sesenta se instaló en un loft en East Village, barrio de edificios bajos que se encuentra en el distrito de Manhattan.
A nivel temático, los retratos que realizó Hujar , tanto de personajes conocidos como de otros anónimos, sobresalían en aquella exposición ya que a diferencia de otros artistas, como es el caso de Mapplethorpe, en quien que la belleza del cuerpo desnudo era una parte esencial de su obra, para Hujar era todo lo contrario, ya que más bien se aproximaba a pintores como Francis Bacon y Lucien Freud. La obra de este último destaca en mostrar a personajes desnudos y de edad avanzada, la mayoría amigos y familiares, con unos cuerpos nada agraciados, pero que eran los grandes protagonistas de la mayoría de sus enormes cuadros. Para Freud la belleza está en el interior de cada uno, en su manera de ser, en su propia personalidad, y no tanto por el físico, que no deja de ser una mera apariencia.
Los retratos de Daisy Aldan (1955), PaulThek (1957), La marquesa Fioravanti (1958), Sunsan Sontag (1975), Brian Gysin (1980), Madeline Kahn (1981), Lynn Davis (1981) y Cookie Mueller (1981), entre otros, nos aproxima a esta realidad cotidiana, donde la belleza reside en sus miradas, sus poses, sus reflexiones o sus pensamientos. Según el crítico fotográfico Philip Gefter los retratos que hacia Hujar “de sus buenos amigos, amantes y conocidos bebían de un equilibrio entre el minimalismo existencial de Avedon y la complejidad psicológica de Diane Arbus”.
La otra temática que siempre le ha fascinado es la del desnudo, de la que el mismo Gefter observa de que los modelos que fotografiaba no “eran especímenes de la perfección viril norteamericana; sus desnudos eran figuras idiosincráticas y a pesar de todo eróticas y las fotos tenían un punto de picardía”. A diferencia de Mapplethorpe, en que sus desnudos tienen un carácter plenamente erótico, tanto si representa el desnudo femenino como el masculino, y en éste último adquiere un gran protagonismo la contemplación de un pene erecto, bien formado y grueso. En cambio Hujer lo plantea desde una visión diferente, pero que no deja de ser “un intento deliberado de reintroducir los genitales masculinos en el arte occidental”, tal como observa Gefter, y se aprecia a través de las piezas Desnudo entre bastidores (1973), Bruce de Ste Croix (1976) y Desnudo sentado (1978). En todos ellos se observa que la intención no es la de mostrar la dimensión o un cierto protagonismo del sexo masculino, sino en la propia desnudez del personaje. De todos modos, no sólo enseña desnudos masculinos, sino que la presencia de la mujer asimismo es importante, tal como vemos en Robyn Brentano (1975), Desnudo acostado en el sofá (1978), Desnudo de embarazada (Lynn Hodenfield) (1978), Lucia Rudenberg (1979) y Sarah Jenkins con ortesis craneal (1984).
A partir de 1976 los animales ejercieron una gran atracción en Hujar, sobre todo cuando empieza a frecuentar diversas granjas agrícolas del condado rural de Orange, en el estado de Nueva York. Allí observa la forma de vivir de las vacas, las ocas o los caballos, todos mostrados en actitud pasiva, como si posaran para el fotógrafo. Por ello, obras como Caballo en las montañas de Virginia Occidental (1969), Asno en Italia (1978), Butch y Buster (1978), Cabeza de vaca cortada (1981) y Oca. Germantow (1984), demuestran que le daba tanta importancia el mundo animal como al de los seres humanos. Precisamente Joel Smith señala que cuando los fotografiaba “hablaba con ellos todo el tiempo, como si mantuviera una conversación normal, generando una calma muy parecida a la de su estudio”.
El paisaje urbano, concretamente el de Nueva York, ocupa un lugar importante en su producción fotográfica, tratando de mostrar una ciudad plagada de enormes edificios, en los que el cielo desaparece continuamente de nuestra vista. Estos modelos arquitectónicos surgen en obras como El World Trade Center a medianoche, Nueva York: Sexta Avenida, Desde el Rockefeller Center: el edificio Equitable y Rascacielos, todas ellas realizadas el año 1976.
Su interés por los acontecimientos de tipo social y reivindicativo, esencialmente del mundo gay y del travestismo, se ven reflejados en muchas de sus fotografías: La cockette John Rothermel haciendo pose de moda (1971), John Flowers (1974), Bill Rafford y Vince Altelli con vestidos de mujer. Fire Island (1971) y Ethyl Eichelberger de Minnie the Maid (1981). También su preocupación por los derechos de los homosexuales se percibe en una pieza que lleva como título Imagen para el cartel del Frente de Liberación Gay (1969).
Finalmente, había un tema un poco escabroso en la exposición. Se trataba de una serie de imágenes captadas durante su estancia en la ciudad siciliana de Palermo, específicamente de cuando visitó las catacumbas de los Capuchinos junto con el pintor Paul Thek, en el año 1963. Son unas catacumbas ceremoniales que contienen unas 8.000 momias que están separadas por apartados: monjes, vírgenes, niños, sacerdotes, hombres, mujeres, ancianos y profesionales. La presencia de las momias, tanto si aparecen representadas de modo individual como en grupo, son el resultado de una serena reflexión por parte del artista, ya que para él, la parte negativa de la vida, o sea, la propia muerte, es tan importante como la vida. Estas fotografías las incluyó en el libro Retratos de vida y muerte, de la que el crítico de The Village Voice , Owen Edwards señaló que “El recurso metafórico que ha empleado Hujar es tan obvio que resulta imposible no desear que no lo haya utilizado”. Para la escritora Susan Sontag, la fotografía es “una especie de momificación, ni demasiado grandiosa ni bastante significativa para competir con la muerte, pero como se puede ver en las catacumbas. La muerte es una especie de fotografía”.
Su temprana muerte no le impidió que pudiera vivir esos años de manera muy intensa, tanto a nivel artístico, como debido a las diversas relaciones personales que mantuvo que, de algún modo, también le sirvieron para conocer de cerca el mundo underground del East Village y los círculos artísticos de la vieja Europa. Peter Hujar fue el máximo exponente de la fotografía intimista hasta el mismo momento de su muerte. Por ello en su última exposición, de hace exactamente tres décadas, celebrada en la Gracie Mansion Gallery del East Village, en que se exhibieron setenta fotografías, una parte de ellas, concretamente un friso de seis fotografías colocadas al principio de la muestra, sirven para homenajear y recordar la labor creativa de un artista comprometido, a pesar que él mismo no diera importancia a ello, y la fama se la llevaran finalmente otros artistas menos implicados.
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