Las nueve musas

Pablo Cazaux

Promocionamos tu libro

Desde mi humilde perspectiva, morir cuesta muchísimo. Asumir que ya no vamos a estar más en este mundo debe ser una tarea titánica para nuestra mente. Millones de recuerdos deben venir de golpe, sensaciones, extrañezas, dolores viejos.

Muertos a la carta
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De Avellaneda (1967) a “Muertos a la carta” (2017) pasando por “Demasiadas manos para un cadáver” y “Carver” hay un lago camino; siento ponerte en el compromiso de que nos resumas la evolución del Cazaux escritor.

Es muy difícil para un escritor medir su evolución. Salvo que ésta sea muy negativa. Entre “Demasiadas manos para un cadáver” y “Cárver” no existió mucho tiempo en el medio. Casi podría decir que son dos novelas policiales surgidas de una misma época. “Muertos a la carta” le saca varios años de diferencia y en ella se puede ver (si uno se tomara el trabajo de hacer un estudio comparativo, cosa que nadie haría) una maduración en la escritura, en la trama y en la estructura. Hay mayor complejidad en esta última y he tomado muchos más riesgos.

¿A qué se debe este nuevo resurgir de la novela negra? Un género totalmente considerado pero con una producción tan extensa en la actualidad que no es difícil encontrar, digamos “un poco de basura” oportunista.

No soy experto en novela negra ni como lector ni como escritor. Pero todo lo que tiene que ver con lo policial, el crimen, el mal, estuvo siempre en la literatura. Después tomó forma específica y formó un corpus de literatura policial clásica y negra. La literatura negra es indispensable; es contar lo que pasa en cada sociedad; la podredumbre de ciertos valores o los negocios de los grandes en detrimento de los chicos. Pero sobre todo, la violencia que se desparrama por nuestros pueblos como una peste. Y desde luego, como en toda literatura, hay brillantes textos, muy buenos, buenos y los que van directamente a la basura.

No hay una sola crítica sobre la obra de Pablo Cazaux que no señale la presencia de la violencia. ¿No cansa un poco esta reiteración? Aunque tratemos de novela negra entiendo que siempre hay algo más que valorar, la humanidad y el tratamiento de los personajes, el desenlace de la historia,…

Bueno, la violencia no la he inventado yo. Está en la sociedad como método de resolver las cosas. La usan los gobiernos, las instituciones, las mafias y la delincuencia. Yo lo que hago es reproducir esa violencia en mis textos como forma de darle verosimilitud a mi argumento y a mis personajes. Por supuesto que mis novelas no son de violencia. Tienen una historia detrás, tienen personajes atormentados, hay muchos mensajes alentadores y metáforas sobre la vida y la muerte. Quiero decir que aprovecho el texto para reflexionar sobre temas como la vida, la muerte, la soledad, el miedo, etc. En esos temas se cuela la violencia

El panorama editorial en Argentina y España: ¿son muchas las diferencias?

Desconozco el tema. No podría hacer ningún aporte que valga la pena. Carezco de estadísticas y de amigos en el mundillo literario. Lo único que más o menos sé hacer es contar una historia.

Las lecturas iniciáticas son siempre una asignatura fundamental en la obra de un escritor. ¿Qué autores fueron decisivos para que te animaras a tomar la pluma de manera “profesional”?

Para ponerme a escribir novelas y cuentos en serio, nadie. Sería una falta de respeto a grandísimos escritores como Faulkner, Caldwel, Murakami, Auster, Neil Gaiman, Osvaldo Soriano, Borges, Cortázar, Philip Dick, Ballard, Cristov, Máximo Gorki, Dostoievsky, etc., decir que ellos fueron mi inspiración. Yo no llego ni a poner las tildes como ellos. Ellos tienen un don especial y no tuvieron que preguntarle a nadie como se escribía, por ejemplo “Luz de agosto”, de Faulkner.

Como diría Umbral, aquí venimos a hablar de tu libro; vamos, entonces, con “Muertos a la carta”: si algo tiene de original, que lo tiene y mucho, es la ambientación de las historias en un restaurante, “La Rêvè”, donde los comensales son muertos que no saben que lo están. Empezamos bien. ¿de dónde puede partir esta genialidad?

Mirá, no sé si es una genialidad. Cuando la escribía tenía la sensación de que muchos escritores ya habían escrito lo mismo y mucho mejor. La idea surgió cuando en una conversación por chat con mi amigo chef, Sergio Amadeo, que vive en Alemania, me empezó a contar su vida como cocinero y a pasar recetas de platillos que preparaba en el momento con las cosas frescas que iba encontrando en la heladera o los estantes. El personaje y el restaurante se armaron en seguida. Lo demás, lo de los muertos perdidos, sin saber cuál era su condición y con terribles dramas existenciales por resolver, empezaron a caer de golpe y fue la idea de prepararles una comida especial, un acuerdo entre el chef y la persona. Así fueron surgiendo diversas historias, como cuentos, que se van resolviendo a lo largo de la novela. En la primera semana quedan planteados los hechos y en la segunda semana se resuelven. La resolución es algo que no pienso contar.

Me costaría trabajo creer que no eres aficionado a la gastronomía.

Soy aficionado a la gastronomía pero en la parte de degustar los platos. Me gusta cocinar pero me canso muy rápido. Así, de tanto en tanto, preparo un platillo especial y por un tiempo tomo distancia de ese lugar sagrado que es la cocina.

Tus “muertos vivientes” son personajes desamparados, solitarios, inconformistas con su destino; ¿tanto cuesta morir?

Todos, en el fondo somos seres desamparados, solitarios e inconformistas. Algunos los llevan bien, otros no saben qué hacer con sus manos. Desde mi humilde perspectiva, morir cuesta muchísimo. Asumir que ya no vamos a estar más en este mundo debe ser una tarea titánica para nuestra mente. Millones de recuerdos deben venir de golpe, sensaciones, extrañezas, dolores viejos. Por eso intenté que mis personajes fueran personas confundidas con su alrededor y su memoria. De pronto estaban seguros de algo y a los segundos dudaban. Porque la cuestión, era encontrar el punto dónde y por qué habían muerto. Hacia ese lugar tiene que llevarlos el chef para que ellos entiendan.

No entiendo “Muertos a la carta” como una novela negra —aunque no le falta dicho toque, fundamentalmente el humorístico—, ni como una novela de ficción —aunque todo en ella pensemos que es ficticio—. Hay diálogos, ciertamente, que ayudan a la fluidez de su lectura pero, personalmente a uno le ha parecido un ensayo sobre la vida —y la muerte—, sobre la soledad del ser humano y sus contradicciones, el egoísmo que a todos nos ciega ante lo irremediable. Me pregunto si sería posible hablar del género novela-ensayo.

Muertos a la carta es, básicamente, una novela fantástica. Las viejas novelas góticas donde aparecían los fantasmas. Lo policial ronda por el texto amagando meterse pero no lo hace. Acá se juegan otras cosas, es entonces cuando la novela se convierte en un texto que habla y piensa la muerte como cuestión general. Y detrás de ella todos los condimentos humanos de la pasión, el odio, la tristeza, la soledad. Yo no me animaría a hablar de una novela-ensayo. Nunca vi algo así y no quisiera verla. Me parecen dos cosas absolutamente distintas.

No te canso más. ¿Qué proyectos tenemos entre manos?

Terminé una novela hace unos meses que estoy corrigiendo y ya termino. No sé cómo llegar a un agente editorial ni a una editorial que se interese por mi texto, así que, lo más probables, es que busque otro concurso.

Por otro lado tengo listos dos volúmenes de una saga juvenil que me interesa sobremanera. Y varios proyectos para escribir un par de novelas que, casualmente, hablan de la muerte pero en tono irónico y despojado de formalidades.


 

José Rico

José Rico nace en Oviedo (España) en 1956.

Estudia en la Universidad de su ciudad natal, las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, pero no finaliza ninguna de las dos dedicándose durante muchos años a tediosos y poco edificantes trabajos de seguros, transportes, venta de fitosanitarios, construcción y productos financieros.

Lector apasionado por la poesía desde muy joven es, en la actualidad, Gestor cultural.

Fundador y administrador de la desaparecida red social de escritores en lengua castellana "palabra sobre palabra".

Entre octubre de 2015 y finales de 2016 dirige el Ateneo Las nueve musas donde se imparten cursos online de artes, ciencias y humanidades.

Autor, junto a Alonso Pinto Molina, del blog "Ángel González - poeta", homenaje al poeta de Áspero mundo y Tratado de urbanismo. Blog que se trunca al año de su nacimiento dada la insistencia de la viuda del poeta en censurar los contenidos del mismo.

Editor de "MEMORIA 2012" (Editorial Círculo Rojo), "El viaje" (2013) Editorial círculo Rojo, "La gramática de las cigarras" (2014) Editorial Círculo Rojo. "En este banco" (2016) Ruíz de Aloza Editores.

Desde al año 2015 es Director-Editor de la revista de artes, ciencias y humanidades "Las nueve musas".

En agosto de 2017 comienza con el proyecto editorial Las nueve musas ediciones y a finales del 2020 con el Directorio Cultural Hispano

Ha publicado el poemario "Ayer soñé que calvo me quedaba" (Las nueve musas ediciones - 2020)

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