Dicen que una buena foto no la hace una buena cámara, sino un buen fotógrafo, y eso es verdad.
Pero la cámara es la herramienta que el fotógrafo utiliza, y como tal, debe ser la adecuada para satisfacer sus necesidades en cada etapa de su vida creativa.
Por esta razón, a lo largo del tiempo fui utilizando diversos equipos, con diferentes características.
Mi primer cámara la obtuve cuando todavía era un niño. Era una Grand Prix de plástico que mi padre consiguió en una promoción de una estación de servicios. Y así, en las vacaciones, mientras él tomaba fotos con su Nikkormat FT, yo hacía mis primeras incursiones en la fotografía con aquellos cartuchos de película 126.
En mi adolescencia, cuando empiezo a tomarme un poco más en serio esto de la fotografía, me apropio de la Nikkormat de mi viejo. Con ella tomé mis primeros cursos, e hice las fotos con las que participé en los concursos del foto club, y en algún que otro salón. Y de a poquito, le fui comprando lentes y accesorios para completar el equipo.
Esta cámara la usé por más de 10 años, hasta que, cuando mi vista comenzó a complicarme enfocar con precisión, decidí adquirir una ‘Nikon F70’, mi primer y único equipo autofocus.
Fue la cámara con la que hice las fotos que formaron parte de mis primeras exposiciones. Me acompañó por varios años, hasta que alguien puso en mis manos una Rolleiflex, que me abrió las puertas al mundo del formato medio, y ya no volví al 35mm. La Nikon fue también la única cámara de la que finalmente me desprendí.
La ‘Rolleiflex’ era del modelo original, de las primeras, diseñada para utilizar película 117 de sólo 6 fotogramas, que ya no se consigue, y para usar el actual 120, hay que recortarle las aletas plásticas para que quepa en el compartimento de la cámara. Aprendí a componer con el formato cuadrado, a usar visor de cintura, donde la imagen se ve invertida de izquierda a derecha, a cargar el obturador antes de disparar, y todo ese manejo manual casi como un ritual.
Años más tarde quise hacer una serie en estudio y la rollei no tenía conector para flash, por lo que me hice de una Mamiya 645 Pro TL. Ópticas intercambiables, pentaprisma con fotómetro, grip motorizado y formato rectangular de 6×4,5cm. Todo muy bonito, pero había perdido esa sensación artesanal, ya era como una moderna réflex de 35mm, pero más grande, y ya extrañaba el formato cuadrado.
Ahora estoy utilizando dos cámaras que tienen su propia historia. Por una lado, una Bronica S2A, que fuera del padre de una amiga mía. Volví al formato 6×6, visor de cintura y a usar el fotómetro de mano. Esta cámara tiene obturador de plano focal, con tiempos de exposición que llegan 1/1000, pero sincroniza el flash sólo en 1/40. Lentes Nikon excelentes, con una distancia mínima de enfoque sorprendentemente pequeña, permitiendo hacer acercamientos sin utilizar anillos de extensión. Simple de manejar, y el espejo tiene retorno instantáneo (no sabía por qué en internet resaltaban tanto esto, si todas las réflex de 35mm lo tienen, hasta que probé una mítica Hasselblad). Se la nota muy resistente, pero es grande, pesada y ruidosa.
La otra cámara que estoy utilizando es una Hasselblad 500 c, que perteneció a quien fue uno de mis primeros maestros en este camino de la fotografía. Tiene obturador central, por lo que cada lente tiene su propio obturador que requiere su mantenimiento. Sincroniza el flash en todas las velocidades, pero sólo llega a 1/500. Los lentes Carl Zeiss proporcionan aún mayor definición que los Nikon de la Bronica. Para operarla tiene algunos caprichos: hay que cargar el obturador para sacar o poner el objetivo, sacar el respaldo para cambiar el visor, controlar que tanto el respaldo, cuerpo y lente estén sincronizados, no hay que soltar rápido el disparador si se hace una exposición prolongada porque se cierra el obturador auxiliar, el ajuste de velocidad y diafragma es bastante particular, y… no tiene retorno instantáneo del espejo! Esto significa que luego de tomar una foto, por el visor se sigue viendo todo negro hasta que se vuelva a cargar el obturador. Eso sí, es más pequeña, liviana y de un manejo muy suave.
¿Qué vendrá después? No creo que aún sea el turno de una digital. Tengo en mis estantes dos cámaras esperándome. Una Agfa Billy Record I, obsequio de un buen amigo, para probar con negativos un poco más grandes, de 6x9cm. O todavía más grandes con una cámara de gran formato que tengo para restaurar, ideal para experimentar procesos alternativos…
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