Las nueve musas
Luis Artigue

Luis Artigue. La poesía que lo impregna todo

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He sido camarero y eso hace que tenga buen oído y pueda concentrarme en cualquier sitio a pesar del ruido, y por eso escribo donde sea…

Luis Artigue

Luis Artigue

De “’Por si acaso la vida” a “Club la Sorbona”; de la poesía a la novela negra. ¿Cómo un escritor puede dar ese salto, interpretar dos partituras tan —aparentemente— opuestas?

Mi literatura no sigue partituras como la música clásica sino que es inmaterialmente improvisada e inspirada como el jazz debido a que no tengo un proyecto literario sino uno espiritual… Sí, la creatividad es una y políglota: por eso no debe extrañarnos la versatilidad de un escritor. De hecho todo lo que sé de literatura lo he aprendido de la poesía, la cual invita a un trabajo denodado con el lenguaje, y he querido no perder de vista nunca eso, ese trabajo, al escribir novelas. Club la Sorbona es justamente una parodia del género negro y, también, una novela negra que no imita ni el lenguaje directo de las novelas negras clásicas angloamericanas ni la atmósfera de las novelas negras urbanas angloyankinoruegas sino que trata de ser fiel a toda mi obra, incluida la poética, y por eso está escrita con mi lenguaje y sucede en mi mundo y tiene mucho de biográfico, de literatura del yo y de autoexorcismo… Pero, además, hay una investigación detectivesca, varios asesinatos, unos falsos culpables y un culpable… Y el humor. Y el amor… Pero todo en esa novela tiene en cuenta que la poesía, además de trabajo con el lenguaje, es una forma de ayudar al autor y al lector a una mejor integración funcional de la emoción… ¡Y eso mismo quiere ser esa novela!

Hablemos de poesía. ¿Dónde están sus raíces, quiénes le influenciaron?

La poesía es justo ese momento en el que la literatura se quita la ropa, y por eso siempre me han gustado los poetas confesionales que convierten cada poema en un acto de desnudez extrema —Sylvia Plath, Anne Sexton, Robert Lowell— tanto como los grandes maestros de la imaginación verbal de la Generación del 27 —Lorca, Cernuda…— y como los poetas capaces de expandir nuestro nivel de percepción y conciencia a través de esa expansión a la que yo no alcanzo llamada espiritualidad (San Juan de la Cruz, Ibn Arabi, Kabir, Rumi, Lao Tse, Adrienne Von Speyr, Vicente Gallego) y como los poetas inspirados por su finura ideológica (Luis García Montero, Miguel Hernández, Anna Ajmatova) como los grandes poetas visionarios de mi generación que saben que la poesía es rebelde porque implica una emancipación discursiva y una transformación del imaginario (José Luis Rey, Joaquín Pérez Azaustre, Adolfo Cueto), y los poetas del jazz que convierten el lenguaje y el ritmo en un corazón que late como una calle a cielo abierto (Antonio Martínez Sarrión, Philip Larkin, Antonio Gamoneda, el primer Pere Gimferrer)… El etcétera es largo y lento, como un blues.

¿Cómo se enfrenta Artigue al proceso creativo? ¿Hay una programación específica en cuanto a ubicación y horario o la improvisación juega un importante papel?

Los poemas los escribo a mano y todo lo demás a máquina como hacen las madres de pueblo al lavar la ropa… Por lo demás soy un improvisador total poco fetichista y polivalente en lo que se refiere al espacio, al horario, al formato… He sido camarero y eso hace que tenga buen oído y pueda concentrarme en cualquier sitio a pesar del ruido, y por eso escribo donde sea… A eso se suma lo que el periodismo me ha enseñado: la agilidad como motor de la prosa para redactar aunque escribir –es importante no olvidarlo- no es redactar sino sobre todo corregir.

Tengo entendido que es usted un gran aficionado-entendido al jazz y al cine.

Intelectualmente descubrí el jazz gracias a Cortázar y a Kerouac y a Boris Vian, pero vitalmente ocurrió algo que me hizo amar el jazz ya para siempre: a causa de un accidente cerebro bascular estuve mucho tiempo en un hospital sin poder moverme de la cama, y una compañera de calvario de la habitación de al lado venía a mi cuarto a veces a charlar y me ponía en la radio programas de jazz. El jazz como metáfora de la restauración, de la liberación, La música refinada y peligrosa como un ladrón de esmeraldas. El fuego. El juego. La improvisación. La rabia. El beso. El jazz… El cine en pantalla grande es mi misa, mi rito privado, mi curación de tantas cosas, mi fuga hacia fuera y hacia dentro según las películas. Cómo se puede vivir sin la música y sin las ficciones?

¿Alguna similitud entre Violincia, donde se desarrolla Club la Sorbona, y Villalobar su pedanía natal y tierra de Prieto Picudo?

Yo viví veinticinco años en Villalobar, pueblecito surrealista donde los haya, lugar esencial y ajeno a los rodeos doctrinales que da la cultura pero muy versado en el don de la alegría y en el de la supervivencia… Sin embargo el pueblecito está repleto de trotamundos de alterne en locales cutres, y eso hizo de mi adolescencia un drama… Club la Sorbona es una novela con la cual consigo convertir en comedia aquel drama para exorcizarme… Violincia es una forma creativa de reflejar esa violencia y ese violín que, para mí, eran Villalobar y el mundo. Viva el Prieto Picudo y su áspero contento. Vivan las derrotas que se convierten en victorias cuando has aprendido mucho de la gente que sabe contar la vida a su manera. Viva contar.

Como asturiano no puedo reprimir el preguntarle por la Semana Negra.

Soy adepto y adicto a la Semana Negra, un evento multitudinario y enloquecido y exento de la solemnidad propia de los congresos literarios y que, por eso, cada año nos renueva la heterodoxia y la energía rebelde y el desparpajo de la inteligencia de serie b… El elixir de los dioses en los que más creo es la sidra, que es el champán de los obreros del norte, y la Semana Negra me ha dado tantos momentos de alegría y fervores compartidos que no puedo hacer otra cosa que terminar de responder esta pregunta con la palabra GRACIAS.

¿Con qué género se siente Luis Artigue más cómodo a la hora de expresarse literariamente? Si entendemos que en la poesía hay siempre algo de intimismo, de catarsis personal, en la narrativa la acción, la entrada y salida de personajes, en suma la velocidad de los acontecimientos ¿permiten esa catarsis aunque sea colectiva?

No creo en los géneros literarios (soy un degenerado) pues no son una religión sino una simplificación… En la novela cabe todo hasta la poesía. La poesía lo impregna todo, lo que escribo y lo que vivo. La filosofía, la teología, el jazz, la música… Me siento cómodo escribiendo. De hecho escribo desde la certidumbre de ser una persona feliz y realizada. Olé.

¿Desde donde se escribe mejor, desde el sufrimiento o desde la diversión?

Lo opuesto al sufrimiento no creo que sea la diversión sino la alegría que sintoniza el cuerpo con el alma, el entusiasmo que multiplica la duración de la vida, la felicidad como método y como disciplina, sí, el reto de ser feliz aún así… Yo escribo desde ahí… Y para ti.

En la actualidad ¿consumimos muchos libros y poca literatura?

Sí… ¿Y qué? Por eso la literatura hoy tiene un ámbito —que no un público— restringido porque forma parte de los recursos críticos de las políticas de emancipación de las minorías. Por eso las minorías de lectores literarios no consumen sino que degustan con paladar entrenado para alimentar su alma… Y por eso la verdadera literatura, además de lubricar las inteligencias y alimentarlas, teje una red de alianzas de disidencia pues, a mi juicio, la revolución que viene parte de la conexión de singularidades forjada por, entre otras disciplinas, la literatura.

Por último: ¿por qué escribe Luis Artigue?

Para añadir más vida a la vida, para celebrar el amor que declina mi subjetividad en plural al convertir el yo en nosotros, para honrar las simplicidades nuevas y las nuevas complejidades, para que las palabras expresen lo que siento y a la vez lo recodifiquen, para acallar el rumor de la batalla entre la permanencia y el cambio que hay en mí, para seguir el rastro de la evolución de mi conciencia y de mi camino interior continuo, para follar más, sobre todo para eso.


 

ANIVERSARIO EN ESTAMBUL Este anillo es para ti, es una esquirla de mi corazón brillante como la impronta de la belleza atestiguada en Bizancio. Y asimismo éste es el poema musicalmente irregular –siempre nos gustó que la métrica fuera una imprecisión complementaria con la que hablar también indirectamente de la impredecibilidad que caracteriza todo-, el poema redondo, aventurero, eufórico, el poema traslúcido como una medusa que querré leerte con el arrimo de la carraspera última en la voz y toda emoción abotonada hasta el cuello, cuando seamos tan viejos que no sepamos ya huir de nuestros nombres. Procedo a entregarte ambos círculos ahora –el mar posee la serenidad de la llanura; viajar y amar igualmente equivalen a convertirnos en forjadores de alianzas- concelebrando el inicio precisamente aquí, en un lugar extemporáneo, ingrávido, que nos ahonda el presente. Ante este atardecer aureolado del Bósforo que se vierte por todos los sentidos y bien parece el testamento de un pintor que dejó deudas al morir –mientras el sol hemofílico ya envuelto en sedas violáceas recusa a la inventiva que está harta de lo posible para implicar al alma en los misterios de lo cierto- los amantes nos tornamos más que nunca en entramado humano único… Da comienzo la aventura. Como peregrinos que duermen con la ropa puesta estamos listos para el viaje. (Inédito de Luis Artigue)


Club La SorbonaMr. Tatel, investigador cultural a sueldo de la sala de subastas Christie’s, recibe el encargo de recuperar la flauta que Mozart recibió como obsequio en su investidura como maestro masón. Sus pesquisas lo llevan a Violincia, una pintoresca población conocida por contar con no pocos burdeles con encanto. Una vez allí, el refinado sabueso, utilizando su habilidad deductiva en un lugar en el que la lógica estándar no sirve, llevará a cabo una investigación delirante y repleta de suspense.

” Club La Sorbona es una original y más que paródica novela negra, psicológica y de alterne “ (Germán Gullón)

” Humor inventivo y dinamitero dentro de ese mundo bien construido que es Violincia y alrededor de la inolvidable historia de una maestra de escuela que deja huella ” (Luis Mateo Díez)

” Esta atmosférica novela parece escrita en un arrebato de sofisticación verbal, de inventiva y de alegría. Gustará “ (Luis Alberto de Cuenca)

(De la novela “Club La Sorbona”)


En el Directorio Cultural Hispano


 

José Rico

José Rico nace en Oviedo (España) en 1956.

Estudia en la Universidad de su ciudad natal, las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, pero no finaliza ninguna de las dos dedicándose durante muchos años a tediosos y poco edificantes trabajos de seguros, transportes, venta de fitosanitarios, construcción y productos financieros.

Lector apasionado por la poesía desde muy joven es, en la actualidad, Gestor cultural.

Fundador y administrador de la desaparecida red social de escritores en lengua castellana "palabra sobre palabra".

Entre octubre de 2015 y finales de 2016 dirige el Ateneo Las nueve musas donde se imparten cursos online de artes, ciencias y humanidades.

Autor, junto a Alonso Pinto Molina, del blog "Ángel González - poeta", homenaje al poeta de Áspero mundo y Tratado de urbanismo. Blog que se trunca al año de su nacimiento dada la insistencia de la viuda del poeta en censurar los contenidos del mismo.

Editor de "MEMORIA 2012" (Editorial Círculo Rojo), "El viaje" (2013) Editorial círculo Rojo, "La gramática de las cigarras" (2014) Editorial Círculo Rojo. "En este banco" (2016) Ruíz de Aloza Editores.

Desde al año 2015 es Director-Editor de la revista de artes, ciencias y humanidades "Las nueve musas".

En agosto de 2017 comienza con el proyecto editorial Las nueve musas ediciones y a finales del 2020 con el Directorio Cultural Hispano

Ha publicado el poemario "Ayer soñé que calvo me quedaba" (Las nueve musas ediciones - 2020)

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