La poesía nació oral y es en la oralidad donde se manifiesta plenamente el ritmo que la distingue de la prosa.
Esta oralidad puede expresarse en un recitado en voz alta o en un recitado interior del lector, pero está claro que no puede leerse como una novela o un ensayo.
En esa lectura existen unas pausas debidas al poema al final de las estrofas, versos o hemistiquios (subversos en que se dividen los versos largos). Cuando estas unidades del poema no coinciden con unidades sintácticas del texto, que también precisan pausas en el recitado, se produce un desajuste sintáctico fonético que se llama encabalgamiento.
Lo más usual en el poema es que las frases sintácticas se correspondan con los versos o sus partes y en ese caso se denominan los versos como “esticomítico”. Sirva como ejemplo la primera estrofa del poema “Adelfos” de Manuel Machado. Se trata de un poema en “alejandrinos”, o sea versos de 14 sílabas divididos en dos hemistiquios de 7 que en el ejemplo se indican con el signo “/”
Yo, soy como las gentes / que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, / vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron / y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo / del árabe español.
Los versos y hemistiquios de esta estrofa respetan la sintaxis de lo expresado y aconsejan en el recitado pausas versales al final del verso y más leves en los hemistiquios. El último verso es algo distinto, ya que en teoría la parada media sintáctica estaría tras “alma”, pero tampoco es un gran desarreglo sintáctico colocarla tras “nardo” y delante del complemento de nombre.
Los encabalgamientos constituyen una excepción a lo anterior, al ser desajustes entre el verso y la sintaxis, por lo que hay que escoger qué pausa se efectúa al recitar. En general, si escogemos la pausa sintáctica y diluimos las pausas de la estructura de los versos, ha de ser porque existen otros elementos que mantienen el formato del poema, tales como la rima o una clara estructura basada en la longitud y ritmo del verso.
No obstante, nunca desaparecen del todo esas pausas versales, y una prueba es que no se producen sinalefas, o sea uniones vocálicas, entre versos encabalgados, o sea que el autor los recita con una cierta pausa entre ellos aunque sea menor que en los versos no encabalgados. En este ejemplo señalo con (‘) las pausas sintácticas
Llena pues de palabras mi locura ’
o déjame vivir ’ en mi serena
noche del alma’ para siempre oscura (García Lorca)
“…en mi serena / noche del alma…” constituye un encabalgamiento sintáctico sobre la pausa versal, bien sostenido por la rima y el metro endecasílabo del soneto de Lorca.
Este es uno de los aspectos que me interesa destacar en este artículo: la estructura de la rima y/o el metro de los versos de un poema es lo que suele sostener los encabalgamientos de los versos y permitir que esos desajustes fonético sintácticos no afecten al ritmo del poema y en muchos casos le den una mayor libertad de expresión.
Se distingue entre encabalgamientos “suaves” o “abruptos” por la menor o mayor tensión que se produce entre los versos “encabalgantes” o “encabalgados” (el primero y el segundo afectados). En los “suaves” la parte que queda en el verso segundo tiene al menos 5 sílabas y si se prolonga a todo ese verso y entonces el desajuste es aún menor. En cambio, el “abrupto” tiene 4 sílabas o menos y produce mayor tensión.
La muerte es un suplicio
banal, ‘ si se compara ‘
con este andar a tientas ‘
tras una sombra vaga. (Nicolás Guillén)
“La muerte es un suplicio / banal” es un encabalgamiento abrupto que tensiona la unión de esos dos versos, que se sostiene por el metro heptasílabo y la rima en asonante del 2º y 4º verso en a-a.
También existen encabalgamientos sintácticos entre hemistiquios que producen más leves desajustes, ya que la pausa entre hemistiquios es más leve.
Mientras Virgilio muere / en Bríndisi ’ no sabe ’
que ‘ en el norte de Hispania ‘ / alguien manda grabar
en piedra ‘ un verso suyo / esperando la muerte (A. Colinas)
En estos alejandrinos queda claro que existe parada fónica entre los hemistiquios, ya que no se producen sinalefas. En el primero hay un encabalgamiento en “muere / en Brindisi” teóricamente abrupto, pero limitado al ser un hemistiquio. El existente entre el segundo y el tercer verso es más fuerte “alguien manda grabar // en piedra” por ser pausa versal y “en piedra” un complemento que está muy unido sintácticamente a “grabar”. En cambio, “no sabe que en el norte de Hispania…” constituye hasta el final del tercer verso un complemento de “no sabe” lo que hace que se pueda efectuar una pausa sintáctica y fonética tras “no sabe” y no se tense el verso.
Lo dicho son recomendaciones y un buen recitado puede disminuir esas teóricas tensiones. Además, el encabalgamiento puede ser un recurso del autor para disminuir el sonsonete rítmico de un poema isométrico (de versos de la misma longitud) con rima y darle más libertad fonética.
No me extenderé demasiado sobre las unidades sintácticas que pueden suponer un desajuste con unidades fónicas. Indico tan sólo que las principales sos: sustantivo más adjetivo o complemento de nombre; tiempos verbales compuestos y perífrasis; artículos, adjetivos posesivos y el sustantivo que los acompaña; pronombres átonos, preposiciones o conjunciones y la palabra tónica que les acompaña; adverbios y las palabras a las que califican; preposiciones y conjunciones unidas a una palabra tónica; etc. Si se quiere profundizar, recomiendo consultar el manual de “’Métrica Española’ de Antonio Quilis, publicado por Ariel, que es uno de los pocos que trata extensamente de los encabalgamientos, o aún más su tesis doctoral “Estructura del encabalgamiento en la métrica española”, aunque esta debe ser difícil de encontrar ya que la publicó en 1964 en Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que yo sepa no se ha reeditado.
Siguiendo con los ejemplos:
Una tarde parda y fría
de invierno. ‘ Los colegiales
estudian. ‘ Monotonía
de la lluvia en los cristales. (Antonio Machado)
Hay un primer encabalgamiento abrupto del complemento de nombre “de invierno” que afecta al grupo sustantivo con artículo y adjetivos “Una tarde parda y fría” ya que el encabalgado es de tres sílabas. Luego un encabalgamiento suave: “Monotonía / de la lluvia en los cristales” que ocupa todo el verso encabalgado. Al ser versos octosílabos con rima consonante, esa fuerte estructura de metro y rima hace que el verso pueda recitarse casi de corrido, con levísimas pausas versales que permiten la coherencia sintáctica de las oraciones.
Luz de mis ojos, ‘ yo juré que había
de celebrar una mortal belleza, ’
que de mi verde edad la fortaleza ‘
como ensalzada yedra ’ consumía. (Lope de Vega)
En este caso “que había / de celebrar” es un encabalgamiento abrupto, pero la existencia del complemento posterior “una mortal belleza” lo rebaja y le da más suavidad. Así mismo, la estructura de endecasílabos y la rima abrazada consonante da solidez a la estrofa.
Misteriosos, incógnitos rumores
que componéis la mágica armonía
del globo universal: ‘susurradores
murmullos de la noche;’ melodía
de los ecos del valle;’ zumbadores
gemidos de las auras;’ poesía
del son’ con que la hoja, el agua, el ave,
en lengua hablan a Dios, que Él solo sabe. (Zorrilla)
En esta octava real se producen encabalgamientos continuos entre los versos 2º a 7º bien sostenidos por el metro endecasílabo y la rima consonante.
Oh Dios. Si he de morir, ‘quiero tenerte
despierto.’ Y, noche a noche, ‘no sé cuándo
oirás mi voz.’ Oh Dios. ‘Estoy hablando
solo.’ Arañando sombras para verte. (Blas de Otero)
O este cuarteto de un soneto de Blas de Otero de abruptos encabalgamientos con los que el poeta consigue un ritmo especial por las tensiones en el recitado.
En los versos de estructura más libre los encabalgamientos son de más difícil aceptación práctica en el recitado y muchas veces tienen sólo una función estética de presentación del poema. Sirva de ejemplo este inicio de un poema de J. Rodríguez Marcos:
Recuerda el paraíso. Era un lugar sin agua
caliente. Una cortina
partía en dos la casa (el horno de carbón
a este lado —sin funcionar—
y al otro aquel televisor en blanco y negro)
Se hace difícil recitar los dos primeros versos ya que el sirrema “sin agua caliente” se ha de pronunciar continuo y la estructura versal, tal como se presenta, solo tiene un leve soporte de versos impares de 7, 9 y 5 sílabas que no es suficiente para dar consistencia a ese encabalgamiento abrupto.
En resumen, en mi opinión, hay que tratar con prudencia los encabalgamientos, sobre todo los abruptos, y deben estar sostenidos por la estructura métrica del poema (longitud, ritmo y rima). Bien tratados estos encabalgamientos puede quitar monotonía a las estructuras versales muy rígidas. Los que se efectúan en poemas de verso libre son más difíciles de aceptar en el recitado por la carencia de la mencionada estructura de soporte.
Un paso más allá en el encabalgamiento consiste en la división de una palabra entre dos versos. Comúnmente se trata de un adverbio acabado en “mente”, tema que ya se practicó desde antiguo pero hay ejemplos recientes con otras palabras. Un ejemplo de Fray Luis de León en el que indico los acentos principales.
No tienes vela sana, 7 (2,4,6)
no dioses a quien llames a tu amparo, 11(2,4,6,10)
aunque te precies vana- 7(4,6)
mente de tu linaje noble y claro, 11(1,6,8,10)
y seas, noble Pino, 7(2,4,6)
hijo de noble selva en el Eugino 11(1,4,6,10)
Verso difícil de recitar con pausa tras el “vana”, por lo que en mi opinión se suele hacer de corrido quedando dos eneasílabos con una rima interna.
No tienes vela sana, 7 (2,4,6)
no dioses a quien llames a tu amparo, 11(2,4,6,10)
aunque te precies vanamente 9(4,6,8)
de tu linaje noble y claro, 9(4,6,8)
Con este recitado, resultan dos eneasílabos de la misma estructura sáfica larga, perfectamente compatibles en armonía con los otros versos de la estrofa.
Otro ejemplo, de Juan Ramón Jiménez, con un pronombre enclítico en el primer cuarteto de un soneto, que el autor divide entre dos versos.
Mi tedio se repite en la corriente, 11(2.6.10)
lento y mudo, como otro dios, andando 11(1.3.8.10)
entre los chopos de oro, que cantando- 11(4.4.6.10)
le están al cielo libre y transparente. 11(2.4.6.10)
No obstante, como en el caso anterior hay otra realización armónica posible, también en endecasílabos y con rima interna, lo que parece indicar que los buenos autores usan estas licencias pero con soporte rítmico que diluye mucho estos encabalgamientos.
entre los chopos de oro, que cantándole 11(4.4.6.10)
están al cielo libre y transparente. 11(2.4.6.10)
También hay algunos autores que proponen roturas léxicas en otros puntos de la palabra como los dos ejemplos siguientes que sólo me parecen ejercicios de estilo. En el primero, que forma parte de un romance de pentasílabos con rima en “o”, el autor corta en dos la palabra “bro-muro” que parece imposible de recitar de esa forma y manda más la asonancia interna entre “muro” y “bromuro”.
¡Oh, sordo!, ¡oh, ciego!
¡oh, mudo! Yo
te daba opio,
te daba bro–
muro, té, método. (JR Jiménez)
O estos versos de Blas de Otero en que corta “a-lejémonos”, para crear la rima (-ena), que tampoco me parece posible recitar de esa forma.
Tiempo de soledad es éste. Suena (-ena) 11(1.6.8.10)
en Europa el tambor de proa a popa. (-opa) 11(3.6.8.10)
Ponte la muerte por los hombros. Ven. A- (-ena) 11(1.4.8.10)
lejémonos de Europa. (-opa) 7(2.6)
Yo los sustituiría por dos eneasílabos, manteniendo el sostén de la rima (-opa)
Ponte la muerte por los hombros. 9(1.4.8)
Ven. Alejémonos de Europa. 9(1.4.8)
Asimismo, pueden plantearse encabalgamientos léxicos entre hemistiquios, que suelen ser menos tensos, por la menor fuerza de esa pausa, y en muchos casos aceptan otra realización armónica.
Tiene derecho a descansar y estar ahora
paseando por bajo los arcos de la plaza (A. Carvajal)
Tiene derecho a des/ cansar y estar ahora 7+7
paseando por bajo / los arcos de la plaza 7+7
Al partir “des-cansar” se tonifica “des” y añade una sílaba por aguda. Me parece más sencillo y fluido tratarlo como un tetrasílabo 14(9+5) “Tiene derecho a descansar/ y estar ahora” que armoniza bien con los alejandrinos y es fácil de recitar. Otro ejemplo similar es el verso de Rubén Darío “El duelo de mi corazón triste de espinas” que el autor también considera alejandrino “El- due-lo- de- mi- co_ /ra-zón– tris-te- de es-pi-nas” cuando parece más sencillo que sea un 14(9+5) “El- due-lo- de- mi- co-ra-zón / tris-te- de es-pi-nas”, lo que además soluciona la proximidad de los acentos “corazón triste”
Otro ejemplo de, al menos para mí, falso alejandrino por encabalgamiento léxico es este que se resuelve mejor como tridecasílabo ternario, verso que es armónico con los otros alejandrinos.
y tú paloma arrulladora y montañera (R. Darío)
y- tú– pa-lo-ma a-rru_ / lla-do-ra y- mon-ta-ñe-ra 14(7+7)
y- tú– pa-lo-ma a-rru-lla-do-ra y- mon-ta-ñe-ra 13(2.4.8.12)
También pueden producirse encabalgamientos entre estrofas, rompiendo la teoría de que los cambios de estrofa deben de ser cambios de unidades sintácticas. Ello ocurre solamente cuando el poema está sostenido por unas longitudes y rimas que permiten unir sintácticamente esas estrofas métricas.
Como resumen final, opino que los sostenes métricos (metro, ritmo y rima) suelen ser los que permiten todo tipo de encabalgamientos. En general, si no existe alguno de esos soportes con la fuerza suficiente, los encabalgamientos se convierten únicamente en recursos estilísticos o gráficos que desconfiguran los versos.
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