A Emília Illamola le interesa trabajar la psicología femenina, sus protagonistas son siempre mujeres. La mujer constituye el eje casi único de sus novelas. Sin embargo, entre bambalinas, la figura masculina está siempre presente; es un referente importante para ella. Diríase que es el otro eje –ausente en las novelas— en torno al cual gira la vida del personaje femenino.
- Illamola Ganduxé, Emília (Autor)
La protagonista es siempre una mujer sensible, tanto en relación con quien la rodea, como en relación con la naturaleza o el arte. Es observadora, en extremo reflexiva, lo cuestiona todo. Ello revierte en su carácter inseguro, implica una duda permanente. Apenas ha llegado a una conclusión, titubea de nuevo, se plantea la razón de todo. Su honradez la obliga a actuar siempre con coherencia y consecuencia. Busca incesantemente la armonía.
Estos rasgos relativos al contenido repercuten en el nivel formal, de modo que Illamola consigue un acoplamiento muy bien trabado entre el fondo y la forma: la voz narradora es interior. La narración, en primera persona, se manifiesta como monólogo interior. Así el lector es prácticamente testigo directo de los pensamientos del personaje femenino; se instala en el propio cerebro de la protagonista, es su confidente íntimo y secreto, cómplice de cuanto le sucede y siente.
Las novelas de Emília Illamola carecen, pues, de diálogos y resulta imposible definir qué historia cuentan, ya que sus textos no cuentan historia alguna en el sentido literal de la palabra. El lector conocerá únicamente a la protagonista (o a las tres protagonistas en el caso de su primera novela Joc de Llunes –Juego de lunas–, aunque dos de ellas se deben a la primera y existen en función de ella), todo lo verá desde su misma perspectiva, perspectiva subjetiva por definición.
La escritura de Illamola es lenta, reposada, tranquila, se recrea en el detalle sensible. Pudiera compararse -en un símil con el trabajo artesanal y con la pintura- con el trabajo del orfebre, del miniaturista o del puntillismo de los neoimpresionistas. Su prosa –con ecos de la de Virginia Woolf- es conscientemente inmediata, calculadamente espontánea, un fiel reflejo del pensamiento, tal como se desarrolla realmente. Por ello se producen de vez en cuando cortocircuitos sintácticos, por ello muchas oraciones comienzan con el objeto directo y los signos de puntuación no siguen la ortodoxia de la gramática, sino las pausas del pensamiento de la protagonista. Los escenarios que busca son amables, acogedores: espacios naturales en pleno campo (como en Joc de llunes –Juego de lunas-), la casa de la protagonista, escritora y amante de la lectura (como en Una certa onada –Cierta ola-) o los pueblos y ciudades y el entorno rural del Camino de Santiago (como en Más allá del cielo azul).
Sus novelas empiezan in media res, sorprendiendo al lector y poniéndolo a trabajar inmediatamente, a imaginar dónde y en qué circunstancia puede haberse producido aquel primer pensamiento, y acaban siempre con un final sutil, acertado, dejando un regusto enigmático que sigue impulsando la imaginación del lector. Illamola sabe que la criatura humana es compleja y la presenta en su complejidad.
En Más allá del cielo azul, la primera novela que Illamola escribe en español, la autora renueva su especial habilidad para encontrar el marco adecuado donde encajar la interioridad de Estela, su protagonista, en este caso El Camino de Santiago. Desde el inicio de la novela Estela lo recorre en solitario, aunque sabemos por sus reflexiones que lo había comenzado con su pareja. Alguna inquietud, algún trastorno debió de producir un rompimiento, una separación que impulsara al personaje a buscar la soledad necesaria para restablecer la armonía de espíritu que ahora le falta. Del mismo modo en que el protagonista de Novalis en su novela Heinrich von Ofterdingen emprende un viaje físico que es al mismo tiempo espiritual, una peregrinación de aprendizaje a partir de las vivencias y la reflexión, la heroína de Illamola camina sola con sus cavilaciones, se detiene a admirar una ermita, una puesta de sol, el baile de los pájaros entre unas ramas, se sienta en un banco y se complace en la contemplación de un árbol o los juegos de la luz solar a lo largo del día. Cuando llega al final de su ruta cotidiana, en la tranquilidad y el reposo del albergue, en el que comparte momentos de conversación con otros caminantes antes del descanso nocturno, ordena sus notas, las que le servirán más adelante, cuando regrese a la casa donde convive con su pareja, para escribir el producto de su aprendizaje. Su aprendizaje es esta novela. Nuestra lectura es su viaje.
Emília Illamola
Más allá del cielo azul
Nova casa editorial, 2016, 188 págs.
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