Las nueve musas
Joan Ponç

Joan Ponç. La locura del arte

Promocionamos tu libro

Puede hablarse de ruptura total respecto al planteamiento que supone “Dau al Set” frente al arte que se estaba realizando en España y, concretamente, en Cataluña, en aquellos momentos. El arte daualsetiano trataba de expresar, a través de unas imágenes de carácter onírico, toda la fuerza de un mundo interior inmensamente rico”.

 Lourdes Cirlot. La pintura informal en Catalunya, 1951-1970.

 

“La experiencia del dolor, que marcó profundamente su pintura a lo largo de su trayectoria, iba estrechamente unida al momento de nacer y a su infancia. El amargor de sus palabras es evidente cuando afirma que cada día está más de acuerdo con la leyenda griega según la que Sileno revela que “la mejor suerte que puede abarcar el hombre es la de no haber nacido””.

Pilar Parcerisas. Avui. 1994

 

Actualmente coinciden en Barcelona cuatro exposiciones del pintor, dibujante y grabador Joan Ponç (Barcelona, 1927-Saint Paul de Vence, Francia, 1984), con motivo del 90 aniversario de su nacimiento.

A nivel anecdótico sólo subrayar que su verdadero apellido es Pons, ya que en 1947, el poeta, periodista y escritor vanguardista J.V. Foix, le aconsejó que añadiera la cedilla a su apellido.

Joan PonçLas exposiciones se celebran en la Galeria Eude, a través de una selección de aguafuertes y libros de artista sobre diferentes temáticas que permiten conocer de cerca su contribución a la obra gráfica; en la Galeria Joan Prats, donde se confronta Ponç con otro integrante de Dau al Set, el poeta y artista Joan Brossa, del que también se está mostrando una retrospectiva sobre su obra conceptual, de la que esta revista ya se hizo eco en el número anterior. Ambos artistas tenían muchas cosas en común, entre ellas un inusitado interés por lo demoniaco, lo transgresor y lo anárquico; la galería Dolors Junyent ofrece piezas de diversas épocas, todas ellas muy significativas de su trayectoria plástica, que van desde las obras anteriores a Dau al Set hasta poco antes de su muerte. Finalmente, la retrospectiva de la Fundación Catalunya La Pedrera, es de todas ellas, la más importante, tanto por la gran cantidad de obras exhibidas, como por su contenido, ya que abarca todas sus épocas. La comisaria es la historiadora, periodista, guionista y crítica de arte Pilar Parcerisas que, entre otras responsabilidades relacionadas con la gestión cultural, fue presidenta de la Asociación Catalana de Críticos de Arte (ACCA) y vicepresidenta del Consejo Nacional de la Cultura de las Artes (CONCA). En el 2014 recibió el premio al mejor libro de arte concedido por la ACCA, como responsable de la edición del libro Ponç abans de Ponç. Lectures critiques de l’obra de Joan Ponç, en el que recopiló i estructuró el libro dejando constancia de una trayectoria de más de tres décadas dedicadas a la creación artística y que servirá como instrumento de estudio para los historiadores.

El QuijoteEn el presente artículo sólo nos referiremos a esta última exposición, que lleva como título Diàbolo, y que después de la antológica que le dedicó la Fundación La Caixa en su antigua sede del Palau Macaya, en el año 2001, es seguramente la muestra más completa que se ha llevado a cabo en nuestro país. En sentido literal Diàbolo hace referencia al “sentido lúdico de Joan Ponç, con la ambivalencia que el nombre de este juego malabar chino tiene con el diablo. El juego consiste en hacer girar un rodete y lanzarlo al aire con un cordel cogido a dos bastones, y permite diferentes trucos”. Asimismo, también se refiere a un texto de Joan Brossa, de 1945, que se publicó tres años más tarde en la revista Dau al Set y que Ponç ilustró. Después de exhibirse en La Pedrera irá al Museo de Arte Moderno de Céret, que ha coproducido la exposición.

En total se muestran 140 obras, entre pinturas, dibujos y obra gráfica, que recoge prácticamente toda su actividad creativa, o sea desde antes de Dau al Set hasta sus estancias invernales en la Costa Azul, concretamente en la localidad francesa de Saint Paul de Vence, donde falleció. En este pueblo también vivió Marc Chagall, así como otros artistas y escritores franceses. La exposición se divide en diversos apartados cronológicos que permiten observar cómo ha ido desarrollándose su evolución creativa.

Joan Ponç. La locura del arte

En sus obras anteriores a Dau al Set ya se percibe su interés por pintar determinadas temáticas como el bodegón, el paisaje y la figura. Sus inicios artísticos provienen de frecuentar el taller de Ramon Rogent, pintor que solamente era siete años mayor que Ponç, y que murió a la temprana edad de 38 años. Rogent estuvo influenciado por el fauvismo de Henri Matisse, debido sobre todo a la singular manera que tenía de plasmar el color en sus cuadros –el azul, principalmente-.  El primer apartado que el público encontrará es Presagios, Delirios y Alucinaciones, que  recoge algunas obras de ese momento, por tanto, previas a 1946-1947. En 1946, cuando sólo contaba 19 años, realiza su primera muestra individual en la Sala Arte de Bilbao. Ese mismo año aparece la revista Algol, donde tendrá un papel destacado, aunque solamente se publicaría un único número.

Según Pilar Parcerisas, la amistad de Ponç con Brossa, “le ayuda a dejar atrás el expresionismo de Goerge Roualt y una iconografía religiosa de ángeles y crucifixiones, para dejar fluir un automatismo que le permite expresar todo el sufrimiento que lleva dentro”. No se puede obviar que Ponç sufrió la Guerra Civil siendo niño, recordando las bombas y la falta de alimentos; también la trágica pérdida por enfermedad de su hermana Rosa María a los 12 años de edad y la circunstancia de que su padre les abandonara, todo lo cual marcó profundamente su obra. En los años sesenta, cuando regresa a Barcelona procedente del Brasil, se le diagnostica una diabetes que le llevará a una pérdida de visión que, según Marga Viza, directora de cultura de la Fundación Catalunya-La Pedrera, “para un pintor, es la muerte. De hecho, la muerte siempre estuvo presente en su cerebro; introvertido, existencialista, siempre buscando el porqué de las cosas”.

Joan Ponç. La locura del arte

En estas suites, la mayoría realizadas en técnica mixta, acuarela y aguada sobre papel, se adentra en el universo surrealista a través de representar personajes, paisajes y situaciones totalmente irreales, en las que aparecen tanto animales como seres humanos e incluso él mismo se autorretrata. Son obras plenamente singulares, en las que no se advierten paralelismos con otros autores, ni anteriores, ni coetáneos.   Hay algunas piezas como, por ejemplo, Paisaje urbano, que tiene un cierto aire cezanniano y que pronto dará paso a Dau al Set. En la serie Alucinaciones es donde el artista se muestra más visionario, y que las influencias de Joan Miró, a quien tenía una gran estima, y de J.V. Foix, son evidentes. En ellas destacan personajes mitológicos, paisajes fantasmagóricos y delirantes que llenan toda la composición dándole un aspecto barroquizante, principalmente por la gran profusión de elementos. De ese momento encontramos a faltar en la exposición la pieza Visión de la tierra de Llatra, que sí se pudo contemplar en el MACBA, con motivo de la exposición monográfica sobre Dau al Set y en la anterior antológica de Ponç en el Palau Macaya. Precisamente el crítico de arte de La Vanguardia Juan Bufill, aludía a dicha circunstancia, manifestando que el motivo de su ausencia era debido a que no fue cedida por sus propietarios.

Refiriéndose al trabajo de estos años, el crítico catalán Sebastià Gasch, advertía que su pintura “se contrapone al naturalismo para dar preferencia a la concepción sobre la visión. A la observación de la naturaleza. Ponç prefiere el puro esfuerzo de la imaginación lírica. Y en posesión de una imaginación abundante y copiosa en exceso, rica y fértil…”. Su interés por la naturaleza se produce desde una óptica diferente de cómo la plasmaban los artistas de otras épocas y tendencias, en las que el concepto de belleza se apreciaba en toda su intensidad. En cambio, en Ponç se vislumbra su preocupación por una naturaleza libre de todo tipo de prejuicios, alejándose del placer estético que a menudo ocasionan las temáticas paisajísticas, tanto urbanas y rurales como marinas, y se adentra en un mundo metafísico y surreal, con paisajes imposibles y delirantes.

Joan Ponç. La locura del arte

Respecto al siguiente apartado, que cubre el período 1948-1952, denominado por la comisaria Oráculos, coincide con el nacimiento del grupo Dau al Set, del  que formará parte junto con Joan Brossa, Arnau Puig, Joan-Josep Tharrats, Modest Cuixart y Antoni Tàpies, al que se les añadirá el poeta y crítico Juan-Eduardo Cirlot. Posiblemente de esa época sean sus mejores obras, al menos si contemplamos piezas como Nocturno, de 1950, en la que en una misma pintura se aprecia todo el mundo ponciano, y donde se aprecian algunos personajes extraños en diferentes posiciones sobre un fondo azul que representa un paisaje extraterrestre, casi sideral, en el que todo parece fantasmagórico. De hecho, representa la visita de un grupo de artistas que van en un barco hacia la morada de Dalí, mientras un personaje los está observando, que es el propio Ponç disfrazado de arlequín y con un antifaz. Pilar Parcerisas ve en este período desde oráculos y conjuros hasta magicismo y demonismo, “que se destaca con la nocturnidad y el maridaje entre las fuentes literarias cultas del surrealismo y la cultura popular y carnavalesca”. Otros óleos importantes son La leyenda fantástica (1948), Barrachú (1950) y Fanafafa Veribú (1950), en los que surgen unos personajes demoníacos destacando sobre un fondo oscuro.

Joan Ponç. La locura del arteA principios de los cincuenta se produce un cambio importante en su vida, ya que marcha a Brasil, instalándose en Sao Paulo, ciudad en la que permanecerá diez años, o sea, durante el período 1953-1962.  Un año después de su llegada hace una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de dicha localidad. Fue precisamente el poeta Joan Brossa quien le aconsejó que le sería más positivo su alejamiento del país y que buscara otro lugar donde pudiera trabajar más a gusto y a la vez se aceptara mejor su obra. Y precisamente fue en Sudamérica donde “descubre un mundo más idílico, con influencia del arte negro, visita selvas y se obsesiona por los insectos y los animales, que incorpora a su imaginario plástico”, según recalca Marga Viza. A mediados de los cincuenta se muestra más crítico consigo mismo empieza a padecer problemas de salud. Precisamente cuando visita a uno de sus mejores clientes brasileños, el ingeniero Romeu Mindlin, a su casa, delante suyo quema todas las obras que Mindlin le había comprado. Ponç justifica esta acción argumentando que “…el fuego, a veces, lo llaman purificador. A partir de estas llamas inicio una nueva etapa de mi trabajo, mucho más rigurosa que las anteriores”. A partir de ese momento compagina la pintura con la enseñanza abriendo una escuela de dibujo y pintura en Sao Paulo.

De esta época, en la exposición aparecen diversas obras dentro de Iluminaciones metafísicas, caso de las suites Instrumentos de tortura (1956) y Cabezas (1958-1959) en las que emplea preferentemente el gouache, la tinta china y la técnica mixta sobre papel. En cambio, en la suite Pájaros, correspondiente a 1961, ya utiliza la acuarela. Como se adivina, las temáticas son intrigantes y preocupantes, de las que Parcerisas señala que “la magia, los rituales vudú, o la presencia de potentes insectos de la selva, refuerzan la incursión del pintor en la locura”. Así, en 1957, mientras estaba cenando con unos amigos se encuentra mal y tiene una crisis, siendo ingresado en un centro psiquiátrico. A finales de 1962 regresa a Barcelona ya enfermo de una diabetes mal diagnosticada. En aquel momento el artista tenía solamente 35 años y había vivido diversas vicisitudes, que como es obvio se transfirieron a sus obras. En 1965 obtiene el Gran Premio Internacional de Dibujo de la VII Bienal de Sao Paulo con la pieza Pájaros, lo que demuestra que su relación con el país sudamericano seguía latente.

Joan Ponç. La locura del arte

En Nocturnidades se pueden contemplar los cuadros realizados ya en Barcelona, concretamente en El Bruc –población cercana a su ciudad natal-, que abarcan los años 1963-1967, en los que predominan las tonalidades azules, seguramente porque suele pintar de noche. Es en la nocturnidad donde se halla la luz “que centellea en el fondo abismal del ser, donde anida la pintura”. La primera exposición después de volver de Brasil la hace en la Galería René Metrás en 1964.  Metrás era muy amigo de Ponç ya que le había comprado obra antes de su marcha al continente americano. De todos modos, las piezas que se exhibieron en la galería pertenecen a años anteriores y no a la época de Brasil.

A finales de los sesenta, en Geometrías del ser, ya se puede atisbar un cambio sustancial en su quehacer creativo, ya que se adentra totalmente en el constructivismo a través de las suites Metafísica geométrica y Personajes metafísicos, en las que ya no aparecen la figura humana y animal, así como otras figuras inclasificables, sino espacios cósmicos, siderales. En estas obras se aúna lo espiritual y lo científico.

Respecto a Iridiscencias (1969-1973), Ponç sigue adentrándose en un universo en el que, sobre un fondo oscuro –tanto pueden ser las sombras de la noche, como la oscuridad por la pérdida de visión-, aparece la luz en forma de construcciones geométricas, muy próximas a los idearios cinéticos.  Son obras de grandes dimensiones y de contrastes cromáticos muy acusados, que provocan en el espectador un enorme interés, como por ejemplo ocurre con el óleo Astronautas, en que aparecen personajes extraídos de un espacio futurista y demoniaco.  

 En la suite Fondo del ser (1975-1979), vuelve a recordar el pasado, ya que dibuja unos personajes “armados y ensartados, seres mecánicos, robotizados, iluminados con una vela en la cabeza, bocas tapadas por la polución ambiental…”. En esta suite se aprecia una cierta animadversión hacia el mundo que le rodea.  En 1979 crea la serie de aguafuertes sobre la figura de El Quijote, que actualmente se puede contemplar en la Galeria Eude.

Y la suite La última carrera, corresponde ya al final de su etapa artística, o sea, hasta poco antes de su muerte acaecida en 1984. Sus últimos años los vive entre Francia, concretamente en Cotlliure, Ceret y Saint Paul de Vence, y España, en  el  pequeño pueblo de la Roca de Pelancà, situado en la comarca catalana del Ripollés.  Pinta personajes sin ojos, autorretratos, naturalezas muertas. En conjunto es una etapa muy productiva a nivel creativo, a pesar de estar gravemente enfermo. Precisamente el Museo de Arte Moderno de Ceret, ha prestado diversas piezas para la exposición.

Joan Ponç. La locura del arteEn La Pedrera también se exhiben algunas acuarelas y tinta china sobre papel pertenecientes a la Suite Cajas secretas, que las realizó mientras estaba en las salas de espera. Se trata de un conjunto de 424 miniaturas coloreadas compuesto de diferentes series, en la que se observa una estilización de las formas y una tendencia evidente hacia un monocromismo, que parece un retorno a la época de Dau al Set, además de una aproximación al concepto de muerte, tragedia y angustia, que habitualmente le han acompañado en sus obras. El Premio Nobel de Literatura, el escritor gallego Camilo José Cela, refiriéndose a una de las series de Cajas secretas, la Celestia, señala que Joan Ponç recita sus oraciones celestiales pactando con los ángeles en desgracia, con los ángeles que jamás renuncian al último milagro de la salvación”. La última vez que se exhibió esta suite fue en 2010, en L’Hospitalet de Llobregat, a través de una selección de 122 dibujos. De ella, la comisaria de la muestra, Silvia Muñoz d’Imbert, actual directora del CONCA, destaca que se trata de “un mundo habitado por extrañas criaturas de cuerpos medio humanos, medio animales, de formas zoomórficas, de demonios socarrones que nos hacen partícipes de sus acciones”. De hecho, la primera vez que se presentó esta suite, fue en la desaparecida sala de exposiciones de la Caja de Pensiones de Barcelona, en 1984, y antes de finalizar la muestra fue cuando falleció Joan Ponç: fue su última aportación al arte de nuestro país. Podríamos afirmar, por tanto, que fue un artista solitario que amó a la vez la muerte y la vida, en que la visión torturada del mundo que lo envuelve es un reflejo de lo que fue su destino.

Ramón Casalé Soler - Artes plásticas

Ramon Casalé Soler

Ramón Casalé Soler (Barcelona. 1955)

Museólogo, historiador y crítico de arte

Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)

Miembro del Consejo Internacional de Museos (ICOM)

Licenciado en Geografía e Historia, especialidad en Historia del Arte (Univ. Barcelona)

Máster en Museología y Patrimonio Cultural (Univ. Barcelona)

Curso de Anticuario (Barcelona)

He formado parte de la Junta Directiva, con el cargo de Tesorero, de la Asociación Catalana de Críticos de Arte (ACCA), durante el período 2001-2016

Colaborador del programa de radio “Formas y Ängulos en las cadenas Onda Cero y COPE de Barcelona durante 7 años

Excoordinador de Artes Plásticas del Museo de la Marina de Vilassar de Mar (Barcelona)

Exdirector artístico de la Galería de Arte Sant Pol Art, de Sant Pol de Mar (Barcelona)

Fui corresponsal en España de la revista italiana ARTE IN de Venecia durante 20 años

Formaba parte del Comité de Redacción de la revista digital Mur Crític (ACCA)

Actualmente también soy crítico de arte de la revista BONART de Girona, de la revista ARTE por EXCELENCIAS de La Habana, de la revista digital EL TEMPS DE LES ARTS de Valencia , del periódico L’INDEPENDENT DE GRÀCIA de Barcelona y del FULL INFORMATIU de la Societat Catalana d’Arqueologia de Barcelona.

Asimismo, he sido crítico de las revistas Batik, Arte Omega, Marte de Barcelona, Papers d’Art de Girona, Zerovuittresquaranta y Vilassar Actiu de Vilassar de Mar (Barcelona), entre otras publicaciones, desde los años 1987 hasta la actualidad

informes de lectura

Añadir comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

salud y cuidado personal