Las nueve musas
Silencio

Hacerse el Silencio en la Carne

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LEHISTARER SHEQUET BE BASAR

Érase una vez, de manera semejante a como inician los cuentos, el Silencio se creó antes de cada palabra en esa contracción de Dios donde el libre albedrío surge del Amor y entrega Libertad al ser humano, porque sólo a través de ella el Amor y la Misericordia se expanden.

Hacerse el Silencio en la CarneLa libertad del cuerpo en alianza con la Razón y la Espiritualidad manifiestan el Amor de Dios, quien se manifiesta a través no sólo de la libertad corporal expresada en la Palabra del ser humano sino desde el Silencio de Dios quien a diferencia del individuo escucha sin juzgar enseñando en este acto la manera en la que el ser humano debe comportarse con su prójimo, porque ayudar no es criticar, ni juzgar sino fortalecer al acompañar. Es así, como el Silencio pronuncia una voz específica expresada en cada movimiento, mirada, escrito, espacio, respirar e inhalar, en cada sentido resbalando por la sangre y en el palpitar del corazón.

Reconocer el ritmo propio del corazón -señala la Filocalia- colma el interior de Misericordia y confiere sanación. Para la Mística, escuchar desde el propio latido conduce al ser humano a encontrarse con su prójimo y sentirse acompañado. Hablar al tiempo del ritmo cardiaco y escuchar en base a ese latido, sana y resucita al ser humano.

Aunado al Silencio, se descubre a un Dios caminante quien de manera similar a los sentidos humanos se resguarda en un Silencio aletargado, más no por ello callado. Dios al hacerse Hombre, revela la dualidad femenina y masculina, como esencia de la unidad y desvela su presencia en el desarrollo del cuerpo, a partir de ello, la Carne se convierte en el Templo donde Dios se comunica con la humanidad, y la sexualidad en un lugar espiritual y hogar de su presencia a través de la cual el ser humano se comunica con Dios.  Es en la Carne donde Dios confiere en Silencio los signos de los tiempos.

En la sexualidad el pasado, pretérito y presente dilatan la sabiduría en el caminar de la vida más allá de discursos doctrinales y religiosos los cuales convierten a la espiritualidad en dogmas que abruman la razón, porque es a través de la Carne donde el ser humano se comprende a sí mismo, a su prójimo y a Dios.

Es importante reconocer que la forma como se trasmite la religión no comulga con la edad de nuestro cuerpo, mente y espíritu, por ello, la doctrina se convierte en una palabra vieja, repetida que impone sin otorgarle la oportunidad a la Carne y a Dios a expandirse en el actuar diario y en la responsabilidad mostrando solo interés en imponer poder.  El ser humano posmoderno busca a Dios desde su antropología, y contempla en el universo a Dios donde la energía le otorga fortaleza para responder sus dudas, conflictos, miedos, y lo resguarda no sólo en su Silencio y su Misterio sino desde su Carne.

Este Dios de Silencio y Carne, se encuentra no sólo en el Cristianismo y la belleza de sus enseñanzas las cuales han sido sepultadas por los dogmas, sino en las religiones y filosofías que habitan en el corazón del ser humano y las cuales manifiestan su misterio en un Dios encarnado y trino, como lo fue para los:

  • Egipcios – Isis, Horus, Osiris.
  • Hindúes – Brahms, Shiva, Visnú.
  • China – Tao (Te) Yin, Yang.
  • Nahuas – Ometeuetzintli, Quetzalcóatl, Tezcatlipoca.
  • Mayas – Kukulkán, Chipi Kukulha, Raxa Kukulha
  • Griegos – Caos, Gea, Eros.
  • Hebreos – Nefesh, Ruaj, Neshama.

Esta belleza mística de la Trinidad alejada de dogmas e interpretada desde su simbología otorgaría a la realidad actual fortaleza y libertad responsable, porque Dios y el Hombre no se comprenderían separados, sino que la divinidad se percibiría en la Carne del otro, llevando al ser humano a caminar sin buscar porque sabría que Dios está en su interior y en el semejante, de esta manera, el mandamiento y/o regla de oro Ama al otro como si fueses tú mismo no sería una utopía.

Teniendo lo anterior como presupuesto desarrollé La teología del Silencio y de la Carne, en la cual reinterpreto a la Trinidad a partir de la posmodernidad de la siguiente manera:

  • Dios Padre – el Arte: porque crea.
  • Dios Hijo – la Sexualidad/el Erotismo – porque hace al cuerpo divino a partir de la Encarnación.
  • Dios Espíritu Santo – la Ciencia-Teoría cuántica porque lleva en sí misma la reflexión del conocimiento para alcanzar la sabiduría.

La Teología del Silencio y de la Carne tiene como objetivo sanar no sólo a quien se afirma creyente de alguna religión o filosofía sino a quien reconstruye el mundo a través del arte, el amor y las investigaciones científicas.

MísticaLa mística, la espiritualidad y la teoría cuántica fundamentan esta teología, a través de la cual pretendo prescindir de la concepción de un Dios que traiciona, castiga y de una religión que juzga y condena; tener esta concepción otorga equivocadamente el derecho de actuar de la misma manera. Si se continúa viviendo la religión de esta forma, manifestándose como la única verdad se seguirá jerarquizando, clasificando y lastimando a quien no comulgue con la doctrina, pisoteando la espiritualidad y la mística de las religiones, filosofías y Ciencias, olvidando el significado de Ser Hermano y/o dejando de lado la herencia histórica simbólica.

Estas imposiciones no pertenecen a Dios ni a la esencia de las religiones, sino a esa moral de la cual Lao Tse dice, la moral no es más que la falta de fe y de justicia.

Todo lo que se dice de Dios no es Dios ni le pertenece, porque la más hermosa palabra de Dios se descubre en la integridad de la dignidad humana, en la Carne del prójimo, porque si no consagramos lo que vemos y con quien convivimos, ¿cómo se consagrará lo que no se ve y guarda Silencio para no imponerse? Cada uno de los profetas, sabios e iniciados enseñan que el Reino de Dios se encuentra en el interior y en la manera en que cada ser humano trabaja para fortalecer el Reino del otro, por ello, Jesús hablaba de construir un templo en tres días, es decir, en ese tiempo espiritual creado de la dualidad y la unidad, manifestado en el número tres.

Esta alteridad enseña que es en la Carne y en el Silencio entremezclados en el tiempo y el espacio donde se localiza la esencia de la religión y el germen de la espiritualidad.

Amar al otro como si fueses tú mismo no debe de ser una obligación sino una forma de vida, sólo así el Amor y la Misericordia se convertirán en una ofrenda y no en una orden jerárquica.

El Amor se siente en la Carne, y desde ese Silencio que lleva a Escuchar las Palabras del otro. Desde la diversidad de lenguajes – espirituales, corporales, instintivos, sexuales, racionales, sensoriales, entre otros – la voz de Dios se revela en el Silencio acrecentando el Misterio, por ello, las palabras no pertenecen ni deben encerrarse en una sola verdad, porque en cada cuerpo se comprende la trascendencia de Dios.

Amar al Dios de Jesús y al Dios de todos los profetas e iniciados significa amar a todo el ser humano e ilustrar que cada manifestación de encuentro con Dios consagra el conocimiento histórico de las diversas religiones, por ello, estudiar la  Biblia tiene como punto céntrico avivar el anhelo de conocer no sólo las Palabras Sagradas ahí escritas, sino la sacralidad de los Vedas, del Talmud, del Corán, de cada símbolo y espacio que conduce a la Escucha contemplativa de la Carne y el Silencio. Tener claro en nuestros lenguajes el camino de signos, símbolos, vocablos visuales, auditivos nos ayudará a descifrar la contemplación y a comprender que cada ser humano es una vía, cada Silencio un acto de recogimiento para liberarnos de la moral, la costumbre y retomar la ética de las enseñanzas de Jesucristo, de cada profeta y de cada nombre de Dios.  El ser humano debe aceptar y consagrar la percepción de cada persona al absorber a Dios en su Carne, así como su exégesis del Misterio del  Silencio.

La forma de nombrar a Dios e interpretarlo no debe ser motivo de separación, porque si la diversidad de senderos conduce a vivir en el Amor germinado por la Misericordia no tiene importancia el punto cardinal desde el cual comience el Misterio. El punto es llegar al Oriente, al quinto punto cardinal, es decir, el Corazón, el Reino de Dios, el Cielo, el Nirvana, el Universo, el Yo de la espiritualidad el cual habita en la Carne, en el centro de la frente y en el Silencio entre la Escucha y la Palabra.

Cada día cientos de seres humanos, animales y seres naturales fenecen en nombre de Dios, pero la causa principal es que se ha dejado de comprender que al ser Dios o el universo nuestro padre, todo lo que habite en la Creación en la naturaleza es nuestra hermana. Esta concepción de Dios como padre se aleja del dogmatismo del Dios padre que castiga a sus hijos y nos revela que no existe nada en el mundo que no sea nuestro hermano, para ello, se debe comprender a Dios como principio vital, es decir, como ese respiro el cual como bien lo deja ver la meditación del Yoga es necesaria para el equilibrio. Al asimilar esta respiración la persona hará de la enseñanzas de las grandes religiones, su mística, su forma de vida y lo encaminará a consagrarse a sí mismo y al otro como Templo de un Dios de Silencio y de Carne, a quien sólo es posible encontrarlo desde el propio ser.

El Dios de la teología del Silencio y de la Carne revela que en cada Libro Sagrado se comprende que la Paz y el Amor entre los seres humanos no se obtiene porque se realicen congresos y encuentros de diálogo interreligioso y ecuménico, ni por sentarse una hora y hablar de un tema en común, cada enseñanza de los Libros Sagrados se expande al consagrar todas las manifestaciones de vida.

pazConsagrar el nombre de Dios en sus diferentes formas, aun siendo una de ellas el ateísmo muestra aceptación, enseña a respetar la vida y la decisión de cada persona. Un verdadero amante de Dios ama y abraza al musulmán, al hindú, al judío, al ateo, al cristiano, es un creyente libre, quien al amar su religión bendice de la misma manera la del semejante.

Amar a Dios es santificar el movimiento corporal y el Silencio de cada ser humano al acercarse a Dios para llamarlo Padre, Allah, Visnú, Ganesha, etc-. es llevar a Dios en la Carne.

Es importante y necesario conocer el misticismo de todas las religiones y el implícito en el ateísmo, leer el cuerpo del creyente y del no creyente, escuchar su Silencio, sus oraciones, sus negaciones, bendecir la cadencia de sus manos al tomar los Libros Sagrados, la dulzura del lenguaje al perderse en los labios y pronunciarse de manera distinta, pero con esa semejanza que nos convierte en hermanos porque conocer es amar y aceptarse.

Pero ¿cómo vivir esta espiritualidad y encuentro cuando todo alrededor está envuelto en la rapidez del mundo, en esa velocidad que no permite detenerse a contemplar, a escuchar?, esa celeridad lleva al ser humano a desproteger a su semejante y lo elimina de la vida para detenerse frente a un aparato que lo invade de ruido y lo aleja de sí mismo y de su prójimo.

El ruido hace a la persona sentirse en un mundo material que lo extravía en la somnolencia de la cotidianidad, a percibirse aceptado donde todo es desechable. En este mundo, el Silencio aleja del slogan comercial, convierte al ser humano en inadaptado, provoca que las palabras pierdan sentido y se comienza a hablar por hablar, a escribir por escribir, sin comprender el Silencio, la Palabra y la Escucha. Quien sabe no habla quien habla no sabe, dice Lao Tse.

Leer los Libros Sagrados desde la Carne y el Silencio hace comprender tres puntos fundamentales de la Trinidad.

  • Dios crea con la Palabra.
  • El ser humano Escucha (shema) con el corazón.
  • Contempla con el Silencio.

Esta triada se encuentra en los Libros Sagrados, en la Sagrada Familia donde Jesús es la Palabra, María la Escucha y José el Silencio, así se describe en la Trinidad, Dios Padre la Palabra, Jesús el Hijo la Escucha y el Espíritu Santo la sabiduría del Silencio, así lo refiere el Talmud al explicar que el fuego negro es la tinta y el fuego blanco los espacios, así fue escrito el Libro Sagrado, con fuego negro, con palabras humanas para que el fuego blanco, que es el Silencio lleve a la reflexión, a encontrar a Dios por uno mismo en el Silencio que deja la sabiduría de Dios impregnada en los seres humanos.

TalmudLa teología del Silencio y de la Carne invita a consagrar la diversidad y significado de los Dioses conjugándose en uno y expandiéndose a través de lo que somos los seres vivos y el universo, por ello, cada nombre es un atributo que resurge y nombra a Dios desde las sensaciones, emociones, miedos, y características de la humanidad, porque sólo a través de divinizar nuestra Carne nos consagramos como divinos y como auténticos hijos de Dios sea cual sea su nombre o del Universo.

Al orar o meditar es importante no olvidar y consagrar la herencia del Hinduismo el cual enseña una historia corporal y sensorial, el Budismo que guía a meditar y comprender que todo lo existente tiene una porción de Dios y de todos los seres que al morir y regresar a la tierra forman parte de todo. El pasado, -dice el chamanismo- vive en el presente, lo seguimos respirando, y sigue otorgando sabiduría a la naturaleza, porque toda partícula que muere renace al expandirse en la tierra, en el agua, el aire, en el fuego, convirtiéndose en éter, como explica la ciencia, la energía no se destruye solo se trasforma.

La teología del Silencio y de la Carne la desarrollé a través del estudio entrelazado en la pasión que siento por cada uno de los Libros Sagrados, al percibir a Dios como el gran amante del Silencio, de la Palabra, de la Escucha, de la Carne y sobre todo porque Dios escribe día día en el cuerpo de cada ser humano su divinidad.

La Teología del Silencio y de la Carne, se crea con el propósito de unir al espíritu y al cuerpo, porque sólo a través de escucharlo se podrá sanar, y a través de contemplar las palabras del cuerpo podrá abrigarse el alma, fortalecerse y ser un ser humano libre y fructífero.

El cuerpo tiene un lenguaje único y necesita ser escuchado, de esta manera la castidad se convertirá en un Silencio no en un callar que termine en histeria, así la Palabra de Dios se encarnará en los actos, la sexualidad será la fortaleza del Templo y la Carne dejara de ser un instrumento para ser Palabra de Dios y/o del Universo la cual florecerá al ser escuchada por otro ser humano.

Relacionar el Silencio con la Sexualidad encamina al ser humano a la espiritualidad, a su encuentro propio con Dios aunado a la consagración del amor a Dios desde cualquier religión a partir de la propia fe o ideología.

Ser humanoEl ser humano necesita amar al otro ser humano, no quererlo por la religión que profesa, enseñar a la persona a ser libre, a dar frutos, esa es la ofrenda que el Dios de las religiones pide y el acto de paz de las grandes ideologías.

Amar a Dios es creer en la Bondad, la Verdad, la Alianza, el Amor y la Misericordia, no es tener una religión o doctrina, ser creyente es amar y hacer una forma de vida el misterio de Dios y/o del universo, es aprender de todo y de todos, es contemplar la palabra de Dios en los avances científicos que consagran la vida y en todo acto que busque la dignificación del ser humano.

Consagrar a Dios desde la Carne y el Silencio alejará la violencia del nombre de Dios y no permitirá que en su nombre se propaguen masacres, no sólo a nivel mundial, sino, social, familiar e individual.  Sentir a Dios en la Carne conduce a respetar la vida, profesar a Dios desde el Silencio enseña a escuchar y aceptar al otro evitando absolutismos porque todo lo que se nombre verdad absoluta negará la historia, la herencia simbólica que cada religión y civilización recibe de la otra y sobre todo pisoteará la mística de los Libros Sagrados.

El olvido de la herencia simbólica perjudica la acogida de la vejez la cual hoy en día, en esta llamada posmodernidad al no tener sentido y valor del pasado se rechaza al anciano y se consideran aburridas las pláticas y los recuerdos porque ya no existe Silencio dentro de la Carne.

Es necesario devolverle a la Carne, al cuerpo, su sentido de Templo de Dios, y paralelamente retornarle a la religión su misticismo y espiritualidad, de esta forma la doctrina no será una imposición de poder y moral sino una ética desarrollada día a día en el actuar, para hacer de Dios una forma de vida.

La sexualidad, racionalidad, espiritualidad llevan un mismo camino, al entrelazarse enfrentarán y consagrarán la belleza de la vida. Estas enseñanzas están sustentadas en místicos no sólo cristianos como Santa Teresa de Ávila sino en místicos judíos, hinduistas, budistas y musulmanes.

El trato dado a la sexualidad es una parte fundamental del por qué el ser humano se aleja de la religión al censurar o castrar su humanidad.  ¿Cómo amar a un Dios que pide negarme a mí mismo?, ¿cómo pedir amar al otro como si fuese yo mismo si el fundamentalismo religioso enseña a rechazar el propio cuerpo? El cuerpo es sagrado, pero no le hemos dado el suficiente Silencio para escucharlo, a pesar de que la mística de las grandes religiones consagra el encuentro de Dios a través del cuerpo y la sexualidad.

De esta manera desarrollo el encuentro propio con Dios y con la sexualidad para que al ser comprendido, los sentidos y emociones se amen desde la voz de Dios, así al vivir a Dios desde la humanidad y los sentidos el camino llevará al corazón, al Oriente, al interior donde los sentidos son seis y los puntos cardinales cinco siendo estos últimos el espacio y el corazón.

La Teología del Silencio y de la Carne, se enraíza en el misticismo de la Carne y la poesía y en la espiritualidad del Silencio y la Música.

Esta teología manifiesta que todo el ser humano puede sanarse a sí mismo y al otro a través de la sexualidad contemplada en el Silencio.

Nota: el músico Raymundo Bosch creó la siguiente pieza musical sobre la Teología del Silencio y de la Carne.

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Martha Leticia Martínez de León

Martha Leticia Martínez de León

Hermeneuta en Libros Sagrados y Lenguas Antiguas.

Maestra en Ciencias Bíblicas y Hebreo Antiguo. Maestrante en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica. Licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México. Especialidad en islam por la Universidad de Al Azhar de El Cairo, Egipto.

Especialidad en el Pensamiento del Papa Francisco y el Libro del Apocalipsis por el Boston College.

Especialidad en Música Contemporánea (Piano-guitarra).

Generación XXXII de la Sociedad de Escritores Mexicanos (SOGEM).

Ha publicado treinta y siete libros en México, España, Estados Unidos e Italia en diversos géneros literarios y teológicos.

Conferencista a nivel internacional.

Creó y desarrolla la teología del Silencio y de la Carne la cual entrelaza con la investigación mística, científica y musical bajo el nombre de “Lectura gemátrica, pitagórica y cuántica del Séfer Bereshit 1-3 -Hashem se revela a través del Big Bang-

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