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Ortografía y Gramática

Gramática y corrección lingüística

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Todo el que habla una lengua posee de ella un conocimiento práctico que no siempre se corresponde con las normas gramaticales que formalmente la regulan. 

Del ajuste entre aquel conocimiento y estas normas surge lo que se conoce como corrección lingüística. Intentaremos aquí echar algo de luz sobre la cuestión.

1. La lengua ideal de los gramáticos

La lengua es un instrumento de comunicación que varía según las características culturales, sociales, regionales o profesionales que posean las personas que la utilizan, pero también —y fundamentalmente— según el uso correcto o incorrecto que éstas hagan de ella. Ésa es la razón por la cual los gramáticos, a través de un fino proceso de abstracción, se ven obligados a elegir una «lengua común» como objeto de estudio, es decir, un modelo ideal de lengua hacia el que los hablantes deben intentar aproximarse.

Ateniéndonos a estos hechos, es entendible que los lectores poco especializados consideren a los estudios de gramática como simples inventos de los lingüistas, ya que, como hemos visto, la lengua que estudian los académicos se encuentra muy lejos de la lengua real que emplea el hablante promedio como instrumento de comunicación. A esto hay que sumarle el hecho de que, dada la proliferación de corrientes y escuelas lingüísticas, se han ido introduciendo y generalizando en la enseñanza de las lenguas nuevos conceptos, diferentes términos y complicadas explicaciones, que no siempre favorecen la claridad expositiva, y mucho menos la comprensión y el aprendizaje.

Con todo, los estudios de gramática, al margen de cualquier otra valoración crítica, han de ocupar un lugar preferencial en los planes de estudio y en la formación cultural de las personas. Y esto es porque los estudios de gramática ofrecen un sistema de reglas y normas que permiten hablar y escribir el idioma conforme al mejor uso, que se da, por lo general, en la lengua escrita; pero, además, porque el conocimiento gramatical es un elemento básico de cultura, cuya manifestación principal se da en el conocimiento y dominio de la lengua que le sirve al hablante de instrumento de comunicación, y que deberá ajustarse a los usos que se consideran aceptables, en nombre de una norma general, la de la lengua común, a la que deberá llegar la gente culta.[1]

No pretendo decir con esto que la cultura sea sólo producto de formas de corrección —pues, sin duda, es fruto de manifestaciones en la que caben las realizaciones más variadas—, pero sí que exige una selección de formas y una dedicación (y superación) en la realización de esas manifestaciones, entre las que se encuentra la propia lengua.

2. Las gramáticas según su contenido y su método

Si concebimos la Gramática como la ciencia que se ocupa del estudio de la lengua a través del análisis, de la observación y de la experimentación de sus usos normales, deberíamos pensarla como una disciplina lingüística de objetivos precisos y de fácil organización expositiva. En efecto, la gramática ideal sería la que recogiera y sistematizara las distintas formas y giros de todas las unidades parciales de la lengua, pero ello es algo imposible, por lo que en los manuales de gramática aparecen distintas formas de análisis y de estudio, aunque en la mayor parte de ellos se intente presentar el estudio de una lengua común, que se considera lengua ideal.

Por otra parte, el término gramática ha sido adquiriendo distintas acepciones a lo largo de la historia, lo que nos permite establecer algunas distinciones según su contenido y su método. Veámoslo:

a) Según el contenido:

  • Gramática normativa: Se dedica a dar leyes o normas sobre la corrección lingüística.
  • Gramática descriptiva: Describe sincrónicamente (en un período cronológico determinado) un estado de lengua.
  • Gramática diacrónica: Estudia los cambios que se producen en la lengua a lo largo del tiempo.
  • Gramática comparada: Busca las relaciones existentes entre las gramáticas de las lenguas parecidas o del mismo origen.

b) Según el método:

  • Gramática tradicional: Se basa más en el significado de las unidades de la lengua y en su interpretación lógica que en la forma que presentan y en la función que desempeñan estas unidades. Su objeto de estudio es la lengua escrita, y su método de análisis se basa más en criterios de autoridad que en el uso lingüístico.
  • Gramática estructural: Es una gramática descriptiva. Su método de análisis se centra en el estudio de la forma y función de las unidades lingüísticas, con especial atención a la lengua hablada.
  • Gramática generativa o transformacional: Explica los signos y reglas de combinación, y estudia los procesos que se dan en los hablantes y que les permiten «generar» estructuras oracionales.

Podríamos incluir, asimismo, otros tipos de gramática; por ejemplo, la Gramática de los errores, que sería la que se ocupa del buen hablar y escribir.

3. Importancia de la corrección lingüística

La mayoría de los hablantes utiliza una cantidad limitada de palabras y construcciones en sus comunicaciones. Por este motivo, se advierten en el uso diferencias y variantes de expresión que reflejan habitualmente el mayor o menor dominio de la lengua que poseen los interlocutores. Así, en un mismo hecho de comunicación pueden aparecer expresiones como: *Inés andó mucho ayer; *Inés ha andado mucho ayer o Inés anduvo mucho ayer. Los hablantes que utilizan estas expresiones las considerarán «correctas», porque les sirven como instrumento de comunicación y porque las entienden los interlocutores a quienes van dirigidas. Pero los gramáticos, al analizar estas mismas formas de expresión, resolverán que las dos que están precedidas por un asterisco (*) son incorrectas y que la que no está precedida por un asterisco es correcta.[2]

Sucede que la lengua, en tanto sistema, es correcta por naturaleza; la corrección/incorrección está en el uso que de ella hacen los hablantes, y puede «acomodarse» o no al modelo de corrección que imponen los hablantes cultos y los gramáticos. Así, *haiga, *condució, *me se cayó, *habían muchas personas, *melicina, etc., se consideran expresiones inaceptables, no por los que las usan, sino por los hablantes cultos y los gramáticos, que las rechazarán en aras de la norma.

En suma, la corrección lingüística es necesaria, y los hablantes deben ajustarse en sus expresiones al modelo de corrección que se establece en la comunidad lingüística de la que forman parte, y en la que el dominio de la expresión se considera motivo de prestigio y de cultura, pues, como decía el gran poeta Pedro Salinas: «La lengua es siempre una potencia vinculadora, pero su energía vinculadora está en razón directa de lo bien que hable, de la capacidad del hablante para poner en palabras propias sus pensamientos y afectos»[3].


[1] Véase Santiago de los Mozos. La norma culta del español, Valladolid, Ámbito, 1984.

[2] Entendemos por corrección la adecuación externa de la expresión lingüística a las formas admitidas socialmente como las mejores; y por incorrección, la mala adecuación externa de las formas de expresión.

[3] Pedro Salinas. Defensa del lenguaje, Madrid, Alianza Editorial, 1992.

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi nació en 1973 en la provincia de Córdoba, Argentina.

Es docente de Lengua y Literatura, y hace varios años que se dedica a la asesoría literaria, la corrección de textos y la redacción de contenidos.

Ha dictado seminarios de crítica literaria a nivel universitario y coordinado talleres de escritura creativa y escritura académica en diversos centros culturales de su país.

Cuenta con seis libros de poesía publicados, los dos últimos de ellos en prosa:
• «Por todo sol, la sed» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2000);
• «La gratuidad de la amenaza» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2001);
• «Íngrimo e insular» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2005);
• «La ciudad con Laura» (Sediento Editores, México, 2012);
• «Elucubraciones de un "flâneur"» (Ediciones Camelot América, México, 2018).
• «Las horas que limando están el día: diario lírico de una pandemia» (Editorial Autores de Argentina, Buenos Aires, 2023).

Su primer ensayo, «Leer al surrealismo», fue publicado por Editorial Quadrata y la Biblioteca Nacional de la República Argentina en febrero de 2014.

Tiene hasta la fecha dos trabajos sobre gramática publicados:
• «Del nominativo al ablativo: una introducción a los casos gramaticales» (Editorial Académica Española, 2019).
• «Me queda la palabra: inquietudes de un asesor lingüístico» (Editorial Autores de Argentina, Buenos Aires, 2023).

Desde 2009 colabora en distintos medios con artículos de crítica cultural y literaria.

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