Las nueve musas

Esas fotos que guardaste…

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La fotografía digital, a esta altura, nos provee un montón de ventajas sobre la fotografía química convencional. Pero también surgen algunos inconvenientes que nos hace tener que prestarle atención a algunos temas que antes, en muchos casos, no le dábamos importancia.

Uno de ellos es la preservación de las fotografías.

Hay mucho escrito acerca de la conservación de los elementos fotográficos convencionales, tanto sobre películas como sobre copias en papel. Hay incluso materiales específicos para almacenarlos, libre de ácidos que deterioran las imágenes. Pero si bien se conocen y utilizan en ámbitos profesionales y artísticos (algunas de estas recomendaciones las pongo en práctica con mis obras), en el ámbito familiar nunca nos preocupamos demasiado por las condiciones en que guardamos nuestras fotos y negativos.

Las imágenes están allí, se ven y podemos registrar a simple vista cómo las va afectando o no el paso del tiempo. Pero por más descuidados que seamos, por más que nuestras fotos se vean afectadas por humedad, hongos, las encontremos pegadas, descoloridas, rayadas, etc., siempre algo podemos ver, algo podemos recuperar, algo podemos distinguir. Por más deterioradas que estén, entre manchas y rayones, con algo de esfuerzo, dentro de varias decenas de años, todavía se podrán ver aquellas imágenes “del abuelo cuando era chico”, o del bisabuelo, o del tatarabuelo, o del… Bueno, creo que ya se entendió la idea.

Pero para ver las fotos escondidas en nuestros archivos digitales no alcanza con nuestros ojos, necesitamos algo de tecnología. Y esa dependencia trae aparejada nuevos riesgos. No sólo se puede deteriorar el medio en que almacenemos nuestras fotos, sino que puede sufrir obsolescencia tecnológica.

¿Qué pasará cuando dentro de, digamos, unos 50 años alguien encuentre una caja con nuestros CDs y DVDs donde están las fotos familiares? ¿Sabrán qué hacer con ellos? ¿Tendrán lectoras de CD o DVD? ¿Podrán abrir los archivos .jpg? O Peor aún, ¿Serán legibles esos discos?

Vayamos por partes. No creo que en ese entonces haya problemas para leer archivos en formato jpg, tiff o cualquiera de los estándares de hoy en día. Quizá ya no se usen, pero seguramente las aplicaciones los reconocerán, o buscarán en la internet del futuro el programita adecuado para leerlo o convertirlo. Puede que sea más difícil leer los formatos propietarios de las cámaras de fotos de hoy en día, pero con los estándares no creo que haya inconvenientes.

El problema puede ser conseguir alguna lectora de CD o DVD… Las computadoras actuales ya no tienen lectora de diskette de 3.5” y desde hace varios años que no tienen disquetera de 5 ¼”. Yo conservo todavía un par de cajas con diskettes de 3.5” y seguramente por algún lado tengo diskettes de 5 ¼” con cosas de la facultad. ¿Tendría que darlas por perdidas?

Y el problema no es nuevo, ni exclusivo de la fotografía. Pasa lo mismo con los cassettes de audio y los discos de vinilo, por ejemplo. ¿Alguien se acuerda de los magazines? O con los videos en VHS, VHS-C, Super8, etc.

¿Qué nos hace pensar que las computadoras del futuro mantengan lectoras de CD o DVD? Claro, seguramente habrá alguien que conserve alguna y brinde el servicio traspaso de la información a un medio más conveniente. Por ejemplo, hace algún tiempo encontré una cinta abierta de un grabador Geloso y me lo han pasado a cassette.

El problema más importante entonces, vuelve a ser el de la conservación. Se estima que un CD o un DVD bien grabado y bien conservado tiene una vida útil de unas pocas decenas de años (a pesar de que los fabricantes digan que duran 100 o 200 años). O sea que probablemente, de esos DVDs que encuentren rotulados “Fotos de las vacaciones”, no se pueda recuperar nada. Imágenes perdidas para siempre.

¿Qué hacer entonces? Parece ser que la mejor alternativa hoy en día es mantener varias copias en varios medios de almacenamiento distintos: el disco rígido de la computadora, discos externos, DVDs, etc. (y rogar que no se rompan todos a la vez) y cada tanto ir migrando todo a una nueva tecnología. Si alguien conoce una forma mejor que me la pase, porque yo no encontré ninguna que me permita guardar las fotos en un cajón y dormir tranquilo sabiendo que siempre estarán allí a cuando las necesite. (No vale mandarlas a imprimir, que eso es tema para otra discusión)

Casualmente en estos momentos estoy enviando a digitalizar un montón de diapositivas familiares para rescatarlas del olvido. ¿Estoy haciendo bien o me estoy arriesgando a perderlas para siempre?

Ariel Till

Elijo la fotografía como medio para expresar mis emociones, contar cosas que no puedo decir con palabras, transmitir algo de lo que llevo dentro. Sentimientos tan íntimos, que son más fáciles de expresar disfrazados en una imagen. Como dijo Isadora Duncan: "Si yo pudiera explicarle a usted de qué se trata, no tendría sentido que lo bailase"... O que hiciese fotografía...
Y elijo la película y el cuarto oscuro por la incertidumbre de no poder ver el resultado hasta el fin del proceso. La angustia de la posibilidad de arruinar una foto irrepetible. La sensación de hacer las fotos con mis propias manos al interponer con ellas el haz de luz de la ampliadora.
Quizá algunas de mis fotos logren provocar algún sentimiento en quién las observa. Quizá las más afortunadas logren mover alguna idea que parecía estática. O quizá despertar alguna emoción escondida.

Un poco de mí

Nací en la Ciudad de Buenos Aires, el 19 de enero de 1968. Inicié mis estudios de fotografía en 1984, realizando el curso Básico y el curso Superior de Fotografía en el Foto Club Argentino. Posteriormente, en 1995, realicé el curso de Iluminación en la misma institución. En 2016 asistí al workshop “La fotografía como Arte Contemporáneo”, en la galería Rolf Art.

Desde 1990 presento obras en Salones Nacionales auspiciados por la Federación Argentina de Fotografía (FAF) y Salones Internacionales con patronazgo de la Fédération Internationale de l'Art Photographique (FIAP), consiguiendo numerosas aceptaciones y menciones. En 2006, la Federación Argentina de Fotografía me otorga la distinción Artista FAF.
A partir de 2008 actúo como jurado en los concursos fotográficos organizados por el Nuevo Foto Club Argentino.
Desde junio de 2010 publico en el blog “Un poco de luz”, donde escribo acerca de la fotografía. Desde 2016 participo como redactor en el semanario Las nueve musas.

He realizado las siguientes exposiciones individuales:
o “Eclecticismo Vacacional”. Galería de exposiciones Nuevo Foto Club Argentino, 2018.
o “Biografía”. Galería de exposiciones Nuevo Foto Club Argentino, 2015.
o “Estaciones”. Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Buenos Aires, 2012.
o “Estaciones”. Galería de arte NES, Ciudad de Buenos Aires, 2011.
o “Personas y Personajes”. Nuevo Foto Club Argentino, 2006.
o “Desamparos”. Galería de exposiciones Foto Club Argentino, 2003.
o “Los Cafés de Mabel” y “De Madres e hijos”. Centro Cultural “Quinta El Ombú”, Dir. de Cultura, Municipalidad de San Fernando, 2001.
o “Los Cafés de Mabel” y “De Madres e hijos”. CGP N° 12, 2000.
o “Los Cafés de Mabel”. Foto Club Argentino, 2000.
o Diapositivas. Hall de exposiciones Foto Club Argentino, 1998.
o Blanco y Negro. Hall de exposiciones Foto Club Argentino, 1996.

He participado en diferentes muestras colectivas:
o “Diversidades”. Espacio Cultural Nuestros Hijos, ECuNHi, C.A.B.A., 2015.
o “Expo Fotored Itinerante II”. Museo de Arte de Tolima, Colombia, 2012.
o “Expo Fotored Itinerante II”. Rochester Institute of Technology, NY, 2011.
o “Del laburo al curro” Oficios y Profesiones. Muestra conjunta Nuevo Foto Club Argentino-Argentina con Visual Tal Cuál Huesca-España, 2009.
o “6 x 6” (6 autores, con 6 ensayos de 6 obras cada uno). Curaduría a cargo de Edgardo Filloy, Galería Fotográfica Permanente de Agfa-Gevaert, Cuidad de Buenos Aires, 2001.
o “Muestra Itinerante del Foto Club Argentino”. Galería Fotográfica Permanente de Agfa-Gevaert, 1996.
o “Muestra Itinerante del Foto Club Argentino”. Biblioteca Nacional de la Ciudad de Buenos Aires, 1996.
o “Pasillo de imágenes”. Hospital General Belgrano, Gral. San Martín, Pcia. de Buenos Aires, 1991.

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