Las nueve musas
Enfoque dialéctico

Enfoque dialéctico en psicología

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La realidad, desde la materia inanimada hasta la sociedad, y desde la psique inconsciente hasta la consciencia, no evoluciona en curso estocástico, caótico, sino que está regido por un determinismo intrínseco, dado por la interacción interna de sus componentes.

De ello resulta su auto-movimiento, el cual transcurre en perenne ascenso a mayor adaptación.

Wolfgang Köhler
Wolfgang Köhler

No obstante, este determinismo no es estricto, sino que deja margen de libertad, a través del cual influyen las variables que inciden sobre el rumbo evolutivo.

Dentro de ese proceso se produce, en el clímax de la interacción del ser biológico con el medio natural, un salto cualitativo sin precedentes. La síntesis, fusión, entre condiciones internas y externas llega a un tope de complejidad el cual como solución genera dentro del seno del mundo biológico un sistema supra-estructural, subjetivo, la psique, y le continúa un salto aún más complejo, la psique consciente (Koehler, 2011).

La interacción entre elementos a lo largo del espacio y el tiempo conlleva la refracción de influencias mutuamente trasmitidas, haciéndose más complejo a medida que surgían las especies vivientes; más aún en el humano. Este proceso refractario consiste en el filtraje de información a través de los escalones estructurales de la psique, donde es evaluada desde una etapa preliminar, no-consciente, hasta llegar a respuesta consciente.

A partir de dicha refracción de información, y como resultante, tiene lugar un proceso de reajuste, dirigido a su integración armónica en los circuitos neurales. Por consiguiente el control individual es consciente, pero pautado por las estructuras del sistema psico-cerebral. En otras palabras, la respuesta se produce como reacción a las circunstancias, pero es filtrada, calibrada y ajustada, a través de la regulación estructural, o sea, no-consciente. Alguien, por ejemplo, es entristecido ante un acontecimiento, sin aparente explicación, pero en realidad el hecho se vincula a una motivación, pasión o frustración ocurrida previamente, sin saberse la relación causa-efecto.

El criterio fundamental en este proceso de refracción es la congruencia, es decir, el grado de armonía, y por ende aceptación, de la información. Si esta es congruente se integra expedita, por medio del incremento de contenidos motivacionales, afectivos y cognitivos; de hecho es integración neural. Pero si es incongruente su integración es escabrosa, teniendo que intervenir mecanismos de reajuste para su incorporación equilibrada.

Se define la psique como sistema subjetivo que emergiendo del sistema neural, se incorpora, re-elabora, y responde a la realidad; material e inmaterial. Como sistema al fin, posee funcionamiento y estructuración, generándose ambos mutuamente, las funciones crean las estructuras, y estas una vez creadas, pasan a regular el funcionamiento.

Pero esta interacción y síntesis entre psique y cuerpo no siempre ha sido tomada en cuenta suficientemente. Las corrientes filosóficas Cartesianismo (Farnell & Varela, 2008), Pragmatismo (Friedrichs & Kratochwil, 2009), Positivismo (Cruickshank, 2012), y posterior influencia en el surgimiento del Conductismo (Watrin & Darwich, 2012), han desconocido el precepto hipocrático de su unicidad. A ello se agrega que esta conexión mente-cuerpo ha sido objeto de polémica filosófica desde inicios de la civilización, alcanzando al campo científico a través del tiempo.

La relación mente-cuerpo ha implicado una discusión que se ha insertado en el centro de la contraposición entre el paradigma filosófico que puede ser llamado mecanicista, y su opuesto, el dialéctico. Cada uno establece un marco explicativo del movimiento y cambio de la realidad, incluyendo la objetiva y la subjetiva, pero de manera diferente.

La filosofía de corte mecanicista contempla las influencias externas como generador del movimiento, pero obviando las fuerzas internas. Por el contrario, el paradigma dialéctico toma en cuenta el papel de las fuerzas externas, pero refractadas a través de las condiciones internas; es decir, la modificación e influencia de un cuerpo sobre otro es acorde a la esencia e identidad de cada uno.

El enfoque mecanicista en el estudio del ser humano cobra fuerza a partir del concepto hombre-máquina, de Renato Descartes (1596-1650). El dualismo cartesiano, el cual distingue la Substancia pensante, la mente, y la Substancia extensa, el cuerpo, radicaliza la separación entre ambos. Coadyuvando a esta concepción surge posteriormente la Física de Isaac Newton (1643-1727).

A partir del cartesianismo, al transcurrir del tiempo, se inspiran corrientes filosóficas como el Positivismo y Pragmatismo. El Positivismo comienza con Auguste Comte (1798-1857), cuya idea fundamental consistía en contemplar como válido solo lo objetivamente observable y medible. Por consiguiente, se considera la experimentación científica como el único camino a la verdad. Esta forma de pensar en sentido amplio es rechazo a la Metafísica, desarrollada por Aristóteles en la antigüedad y la cual contempla los aspectos no medibles del hombre. El Pragmatismo lo origina William James (1842-1910), quien considera de valor solo lo útil para el sujeto. Estas corrientes conducen al Empirismo, que enfatiza y abunda la medición científica. De ese modo se abre el camino al Conductismo, con las figuras cimeras de John Broadus Watson (1908-1921) y Frederic Skinner (1904-1990).

Frederic SkinnerSin embargo, el Positivismo deriva en el Post-positivismo, corriente que considera ser insuficiente la evidencia empírica para llegar a la verdad científica. La multiplicidad de las variables que intervienen en un fenómeno abre posibilidad de error a pesar de la objetividad a ultranza.

Al Post-positivismo le continúa el Constructivismo, teoría derivada del enfoque de Jean Piaget, la cual establece que cada individuo construye su realidad. Esta corriente contempla la posibilidad de que creencias estereotipadas, arquetípicas, dadas por la tradición o influidas por la comunicación masiva, interfieran el pensamiento crítico; de hecho alcanza también al campo científico.

Otra corriente filosófica relacionada al enfoque psicológico del hombre, y que alcanza el siglo XX, es Perspectivismo. Esta concepción, con ribetes de Post-positivismo, tiene sus antecedentes en Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), quien []sostiene que la percepción e ideación tienen lugar desde la perspectiva particular del individuo. Por consiguiente, existen tantos marcos conceptuales como sujetos que experimentan el objeto. Es decir, cada cual “posee su propia realidad”.

Por otra parte, la corriente opuesta al mecanicismo, la dialéctica, también se originó en la antigüedad, pero no como se concibe en la forma actual. Atisbos de su concepción se observa en los pensadores pre-socráticos, quienes tenían la naturaleza como su objeto de observación. Heráclito consideraba el cambio perpetuo al hacer la afirmación que nadie se baña dos veces en el mismo río, las cosas permanecen cambiando y cambian permaneciendo, y al mismo tiempo, unas empujan a otras, oponiéndose entre sí.

Para Demócrito toda existencia estaba compuesta por átomos indivisibles, lo cual suponía la unidad intrínseca de la materia. Según Hipócrates, citado por Platón en ‘Diálogos’, “La naturaleza del cuerpo puede ser entendida solamente como un todo; y este es el gran error de nuestros días en el tratamiento del cuerpo humano, que los médicos separan el alma del cuerpo”.

Aunque la interpretación dialéctica, según se conoce en la actualidad, estaba aún alejada del método plenamente científico, se observa una concepción más teleológica que mecánica, o sea la realidad en su auto-movimiento.

La Dialéctica es expuesta por primera vez por Zenón de Elea (490-430 a. C.) en su obra Escuela, y era referida a la polémica, como método de conversación. Sobre esa base, con Sócrates, Protágoras y los Sofistas, se produce un giro importante en la visión tenida sobre el ser humano, adquiriendo la dialéctica mayor protagonismo como método de pensamiento.

Por ello Platón desarrolla su concepción en Diálogos, donde el método socrático, compuesto por Ironía y Mayéutica, consideraba como argumento inicial, la tesis, su opuesto, la antítesis; y la verdad resultante de esta contraposición, la síntesis.

El método socrático abordaba la polémica por medio de preguntas y respuestas, conduciendo a la refutación del argumento discutido; de este modo se llegaba a la verdad. Pero al mismo tiempo este método escondía dentro de sí la contradicción como se conoce actualmente. Aristóteles por su parte, en su búsqueda de la verdad, se acerca a la dialéctica según la época, como controversia, lo cual expone en Metafísica (Libro IV).

Ying-yangEn el Oriente antiguo también se reflexionaba sobre el vínculo entre el alma y el cuerpo con matices dialécticos, aunque dentro de un marco diferente al occidental. Por ejemplo, en el Budismo se contempla como el ser se crea y destruye a cada momento. El Taoísmo observa el Ying/Yang como fuerzas opuestas, las cuales al mismo tiempo se hallan dentro del Tao. En el pensamiento hindú la diversidad y eventos contradictorios son diferentes manifestaciones del todo.

La decadencia del esplendor antiguo trajo consigo las formas bárbaras, feudales, de la distribución de tierras y riquezas, trasladándose al campo rural el epicentro de vida y producción. Por una parte se hallaban siervos y campesinos, arraigados y fundidos a la tierra, mientras los señores permanecían encerrados en castillos y casas amuralladas, y por la otra, las rígidas normas monacales y religiosas ejercían fuerte control en la mentalidad de las masas de esa época. Esta combinación llegó a reducir la consciencia de individualidad.

Pero avanzado el Medioevo europeo surge de nuevo la interrogante sobre el ser humano, otorgándole al individuo mayor conciencia de sí mismo. Junto a ello, con el efecto de la Reforma en el mundo eclesiástico, Europa regresa al humanismo e individualismo, quedando atrás la simbiosis grupal propia del feudo. A medida que transcurría el tiempo, en los siglos posteriores, surgieron otros pensadores destacados; entre ellos, Immanuel Kant (1724-1804) y Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831).

Kant constituyó un hito en la transición hacia un enfoque diferente en la concepción sobre la psique del hombre. En su obra Ensayo de introducir el concepto de las magnitudes negativas en la filosofía, publicada en 1763, considera que: “…el alma comprende todo el universo con sus facultades representativas, si bien resulta clara sólo una partícula de esas representaciones”.

Posteriormente expone en Crítica de la razón pura, publicada en 1781, refiriéndose a la conceptualización: “Es la síntesis en general, como próximamente veremos, la simple obra de la imaginación, es decir, una función ciega, aunque indispensable, del alma, sin la cual no tendríamos conocimiento de nada, función de la cual rara vez tenemos conciencia”.

Con Hegel la antigua dialéctica, de un carácter retórico y argumentativo, finalmente cede paso a un método lógico acabado; por añadidura, sienta premisas de la teoría actual del sistema. Su obra cumbre fue Fenomenología del espíritu, publicada en 1808, y su concepción cardinal radica en que el desarrollo es causado por multifacética matriz de contradicciones internas y externas al ser, y no por presión exclusiva de fuerzas externas. Las causas externas actúan y son refractadas a través de las condiciones internas.

Para Hegel la realidad es la interacción constante de elementos opuestos, lo cual tiene lugar a través de la contradicción continua; de ese modo se inter-penetran.

Considera este filósofo que todo en sí mismo es contradictorio, y es la raíz del movimiento, es decir, auto-movimiento. Para él, solo aquello que encierra contradicción se mueve.

Hegel constituye continuación del pensamiento de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), quien previamente enfocara la concepción de unidad contradictoria. Para Fichte la tesis es “estar en sí”, la antítesis es su negación, donde el “estar en sí” sale de sí y se le opone, lo niega. Así, tesis y antítesis quedan en contacto, unión, pero dada su diferencia se contradicen e interactúan. En su contradicción se influyen mutuamente, la identidad y presencia de uno, actúa sobre el otro. Esa interacción conduce a la fusión mutua, surgiendo como resultado un tercer elemento, producto de la síntesis entre sus precedentes. Para Hegel la síntesis era más verdad que la tesis y la antítesis juntas,

En otras palabras, los seres vivos o no-vivos, materiales o inmateriales, poseen su propia identidad, su cualidad esencial, cada ser es único, exclusivo y diferente. Pero como esta identidad tiende a la inmanencia, el contacto entre ellos supone la espontánea imposición al otro. De ese modo se produce la inter-penetración entre ambos contrarios, y aparece el tercero sintetizado.

Johann Gottlieb Fichte
Johann Gottlieb Fichte

Este nuevo ser, que constituye síntesis de los contrarios que lo engendraron, contiene las cualidades, la identidad, de ambos predecesores. Además, una vez surgido entra en nueva contradicción, repitiéndose el proceso contradictorio hasta el infinito. Por consiguiente, la síntesis creada conlleva características de lo viejo, es nueva pero al mismo tiempo es vieja; en esa fusión de contrarios el ser que los contiene se transforma en opuesto, pero es lo mismo.

Al mismo tiempo, si en la unidad contradictoria cada contrario impone y transmite su propia identidad inicial al otro, entonces cada uno produce internamente otra contradicción. Esta tiene lugar entre la identidad recibida del contrario, y la propia como receptor. Es decir, en cada contradicción que se produce, cada uno de los contrarios implica nueva contradicción dentro de sí. Por ello la externa se desdobla y transmite como interna dentro de cada uno de los contrarios; de hecho es externa e interna al mismo tiempo.

El predominio de un contrario sobre el otro es determinado por el grado de armonía interna de cada uno en la relación tesis-antítesis. Es decir, la coherencia y fortaleza de uno u otro es quien determina las características predominantes de la síntesis. Por citar un ejemplo sencillo, la agresión a una familia cohesionada implica que esta se une monolíticamente, pero las sumidas en discordias y conflictos internos tienden a trasladar la contradicción externa hacia dentro de ellos mismos, con la consiguiente disgregación familiar.

La interacción entre un ser y su entorno, presenta varios escenarios fundamentales:

  • La especie animal que no está, o deja de estar, apta para subsistir en un ambiente dado, queda indefensa hasta desaparecer, como ha ocurrido durante millones de años.
  • Otras, por ejemplo algunos insectos, se apropian de características de su entorno que le son útiles para enmascaramiento y respuesta defensiva, emergiendo de ese modo como especie más adaptable. Se observa como reptiles se mimetizan hasta confundirse con el ambiente, e incluso asumen sus colores, permitiendo subsistir. En especies desarrolladas se observa cómo se condiciona la conducta que posibilita mejor defensa y alimentación; por ejemplo, en los experimentos de Wolfgang Khoeller, el simio interactúa una y otra vez con varillas hasta encontrar la solución para obtener el alimento.
  • Finalmente, se hallan especies, como el tiburón, las cuales son fósiles vivientes porque han permanecido inalterables en el tiempo debido a su capacidad de subsistencia.

Se puede observar algunos ejemplos. Las olas chocan contra las rocas y las convierte en arena, y una vez surgida interactúa con el agua, el viento, y otros elementos continuamente. El terror en una persona al recibir una terrible amenaza, se convierte en contradicción interna entre la imagen conmovedora y sus efectos fisiológicos. La agresión de un individuo a otro determina el aprendizaje en uno de formas de defensa, y en la otra nueva forma de agredir; además de cambios en esquemas de pensamiento, sentimientos y motivaciones en ambos.


Kohler, W. (1925) Intelligence in Apes. The Journal of Genetic Psychology, 32, 4, 674-690

Watrin, J. P. & Darwich, R. (2012). On Behaviorism in the Cognitive Revolution: Myth and Reactions. Review of General Psychology, 16, 3, 269–282. DOI: 10.1037/a0026766

Friedrichs, J. & Kratochwil, F. (2009) On Acting and Knowing: How Pragmatism Can Advance International Relations Research and Methodology. International Organization, 63, 701-31. Doi: 10.1017/S0020818309990142

Farnell, B. & Varela, C. R. (2008) The Second Somatic Revolution. Journal for the Theory of Social Behaviour, 38, 3, 0021–8308

José Ramón Ponce (†)

José Ramón Ponce

Doctor en Psicoanálisis, Universidad de Psicoanálisis Humanístico, Brasil.

Master en Psicología de la Salud, por la Walden University, Minnesota.

Licenciado en Psicología, certificado Josef Silny & Associates, Inc. Licencia de Hipnoterapia, USA.

Investigador Agregado por la Academia de ciencias de Cuba.

Fue miembro de la Sociedad de Neurociencias de Cuba, Sociedad de Psicología de la salud de Cuba, Grupo Nacional de Termalismo. Fundador y creador de la Sociedad Cubana de Hipnosis, en la Academia de Ciencias de Cuba. Miembro de la Sociedad Venezolana de Hipertensión arterial. Participante de eventos científicos nacionales e internacionales. Le han realizado numerosos reportajes de prensa por su trabajo.

Libros publicados:

Dialéctica de las actitudes en la Personalidad
El Sistema Psíquico del Hombre
Estrés emocional y su afrontamiento
Como estudiar mejor y sin estrés
Conversando con adolescentes
Un Hombre ante sí mismo
Hipnosis y relajación emocional.
Folletos en apoyo a la docencia.​

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