Las nueve musas
Elementos químicos

Elementos químicos en la Sagrada Escritura

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La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde. Escribió Giovanni Papini.

Tomo este pensamiento porque los elementos químicos son constantes en la narrativa de la Espiritualidad y la Mística, pero, en la mayoría de las ocasiones no los descubrimos como tales, sino los trocamos en efigies o metáforas.

Cada elemento posee una insondable sabiduría, por ello cada uno es contemplado y estudiado desde la antigüedad por los grandes sabios.

Al leer los Libros Sagrados se descubre una pluralidad de elementos entremezclados en la Revelación de Dios dilatando el encuentro entre la naturaleza prescrita en el ser humano y cimentada en el acto – potencia de las reacciones químicas, las cuales rasgan la espiritualidad del ser humano.

elementos químicosLa Química de manera semejante a la Teoría Cuántica se relaciona con la Mística, con ese lenguaje que lleva a comprender a Dios desde lo que somos y nos compone. La Química se origina con la Alquimia siendo parte de ella ciencias como la Metalurgia, Filosofía, Astronomía, Anatomía y sobre todo la Mística. Su principio era ahondar en la sabiduría del agua, el movimiento de la naturaleza, la estructura del espacio, la composición del cuerpo, concretamente ese instante único del surgir de la nada para disolverse en la tierra a través de la desintegración química, la cual confiere nuevamente vida. Por ello, los cinco elementos son el principio de todo.  El ser humano nace del agua (semen, óvulo) existe en el interior en agua (vientre), nace, inhala el aire, aliento de vida, se reproduce con el fuego de la energía, el calor, y retorna a la tierra engendrando otros elementos químicos.

Éste desarrollo establece que la alianza de lo Humano con lo Divino y lo Divino con lo Humano es la Química, de manera similar a como las endorfinas trasladan químicamente al ser humano cuando se enamora no sólo de una persona sino de la propia existencia.

Los grandes Libros Sagrados acercan y nombran elementos de la naturaleza, muestran y  fortalecen la estructura de la composición de la Creación. En ellos habitan los cinco elementos naturales dentro de los cuales moran y se expanden otros elementos con valores positivos o negativos, con números atómicos y de masa los cuales proporcionan claridad e interiorización de la naturaleza.

La madera, el fuego, la tierra, el metal y el agua, al ser los cinco elementos naturales otorgan un principio a la Creación.

La madera nutre al fuego, éste al convertirse en ceniza crea tierra, en el vientre de la tierra se forman los minerales quienes amamantan al agua creciente para saciar la sed de la madera.  De estos cinco elementos se crean otros cinco elementos: Agua, Tierra, Fuego, Aire, Éter, siendo este último el más misterioso y significativo. Como elemento tiene en sí mismo a los otros cuatro y reacciona de forma inversa, se torna más ligero que el agua, pero más espeso que el aire, hierve con el calor del cuerpo y se solidifica en la tierra, por otra parte, desde la bioquímica, el átomo de oxigeno lo sostiene.

Esta explicación localiza su espiritualidad en la mitología, donde se le considera el elemento más nítido y vacío. El éter preexiste al cielo y al aire, para el misticismo es el Misterio que acerca a Dios. En él enuncia la Física se entrelazan el Aire y el Fuego originando el Firmamento.

La Química abre una puerta de símbolos y misterios, se entreteje en la narrativa de los Libros Sagrados revelando la Sabiduría contemplativa de la naturaleza y de cada elemento de la Creación.

Cada uno de estos elementos está formado de átomos, estos a su vez de electrones y sus núcleos de protones y neutrones.

El núcleo del átomo fue un descubrimiento tan impactante que el orbe se percibió de otra manera, la materia dejó de contemplarse a través de la Física Atómica para releerse a través de la Física Nuclear, se entendió que existe una manera más profunda de vislumbrar la naturaleza, de manera similar a la comunicación con Dios. Es decir, existe una manera superficial de vivir a Dios y otra insondable fundamentada en la contemplación, la Escucha de la Palabra y el misterio del Silencio, los cuales trabajan de modo semejante a la Fisión -desintegración del átomo-, esto es, se desintegran entre los cinco sentidos para siempre percibir al otro de manera irrepetible y única.

En el libro del Génesis 19, 24-26 se narra de manera impactante, la decisión de Dios de acabar con cinco ciudades Tzoar, Tzeboam, Adma, Amorah (Gomorra), Sdom (Sodoma), cinco, como los cinco elementos naturales con los cuales Dios decide exterminarlas con una lluvia de azufre y fuego.

El texto dice, El Señor desde el cielo hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra.  Arrasó aquellas ciudades y toda la región baja con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo.  La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal. (Gn. 19. 24-26).

En esta lectura se encuentran tres elementos: cielo o éter, fuego y Sdom – Amorah símbolo de la tierra, quedando afuera el Agua símbolo de la recreación y el Aire, aliento de vida otorgado por Dios.  Se entiende que para los habitantes de estas ciudades el Cielo y el Fuego no se consideraban elementos que conducían a caminos interiores sino simplemente espacios vacíos sin sentido. Por otra parte, resalta la figura de la mujer de Lot, quien se niega no sólo a escuchar sino a ver hacia adelante, se niega a soltar su confort, convirtiéndose por ello en estatua de sal, pero ¿por qué en estatua de sal? La sal se compone de cloro y sodio, dos elementos que al unirse modifican el comportamiento de lo que tocan. La sal, es la única piedra que se convierte en un alimento para el ser humano, además de prolongar y conservar lo que toca.   La mujer de Lot no unió las dos maneras que tiene el ser humano de percibir a Dios: la humana y la divina, las separó dejándose llevar por una sola, esto lleva a una tibieza la cual no permite renacer y construir un nuevo camino. La unión de estos dos elementos en la sal modifica lo que se toca, de la misma forma a como lo divino enlazado con lo humano modifica la experiencia de vida.

fuegoEl fuego está constituido por la dualidad de la Creación, limpia y purifica, pero destruye. El azufre, como está escrito en su etimología, quema, no como el fuego, el cual consume y convierte en ceniza ensamblando a la Tierra y al Cielo a través del humo, en contra parte, el azufre quema, es insoluble al agua, nada lo hará recrearse, renacer, por ello, es el olor del infierno, de lo que tiene existencia pero no vida, porque a pesar de encontrarse presente en todos los organismos vivos, existe algo calcinando el interior, convirtiendo a la persona  en un ser que se destruye a sí mismo y lo que está a su alrededor, el olor del azufre simboliza a todo lo que no permite a Dios resurgir en el interior del ser humano, lo que lo consume alejándolo de los cinco ejes centrales de la vida espiritual:
Trabajo, Bondad, Verdad, Alianza, Amor – Misericordia.

La mística del universo se expande, cae y se fragmenta en el ser humano, acrecienta la espiritualidad y profundiza la revelación de Dios de manera similar al proceso en el cual cada uno de los bioelementos o elementos químicos se expanden, caen, y se mezclan creando la materia y profundizándose en la eternidad de la Creación.

Es interesante contemplar como de manera semejante los Libros Sagrados expanden la sabiduría obtenida del misticismo de la fusión de esos elementos químicos los cuales otorgan forma a la materia dando tiempo en el espacio a cada ser humano.

El ser humano al ser de agua está formado por tres átomos, siendo el núcleo Dios, es decir, esa profundidad que da vida al electrón, pero que al mismo tiempo lo fortalece de la dualidad positiva y negativa de los protones y neutrones.

La espiritualidad y la química necesitan contemplar cada elemento. La espiritualidad no se entiende sin Dios, ni un átomo se entiende sin núcleo.

aguaPara Tales de Mileto El agua es el elemento y principio de las cosas, para la espiritualidad de los Libros Sagrados la Creación se origina al separarse las aguas, la Nueva Creación al terminar el diluvio, la vida nueva ofrecida por Cristo en el agua de su costado elimina el significado de muerte de la sangre revelándolo vida. El agua es el signo del bautismo en las cinco grandes religiones.

El agua (H2O) tiene tres átomos, dos de hidrógeno y uno de oxígeno, al unirse conceden vida al ser humano, a los seres vivos y a la Creación, se compone de dualidad y unidad, el agua irradia la divinidad del número tres.

Los tres átomos del agua nos revelan el misterio de la unión del Yo y el Tú, para ser un Nosotros, esa unión que al mezclarse día a día creará un nuevo mundo.

La Ciencia y la Mística tienen a la contemplación como lenguaje común y como camino la búsqueda de la Verdad, ninguna pretende adoctrinar o engañar, simplemente comprender y ser uno con la naturaleza y la Creación.

Los Libros Sagrados tiene en sus narraciones infinidad de elementos químicos que complementan y acompañan la enseñanza espiritual, y nos revelan que el encuentro con Dios comienza en la composición bioquímica que nos forma como materia y se eterniza en la descomposición química del cuerpo al nutrir al universo a partir de nuestro retorno a la tierra.


 

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Martha Leticia Martínez de León

Martha Leticia Martínez de León

Hermeneuta en Libros Sagrados y Lenguas Antiguas.

Maestra en Ciencias Bíblicas y Hebreo Antiguo. Maestrante en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica. Licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México. Especialidad en islam por la Universidad de Al Azhar de El Cairo, Egipto.

Especialidad en el Pensamiento del Papa Francisco y el Libro del Apocalipsis por el Boston College.

Especialidad en Música Contemporánea (Piano-guitarra).

Generación XXXII de la Sociedad de Escritores Mexicanos (SOGEM).

Ha publicado treinta y siete libros en México, España, Estados Unidos e Italia en diversos géneros literarios y teológicos.

Conferencista a nivel internacional.

Creó y desarrolla la teología del Silencio y de la Carne la cual entrelaza con la investigación mística, científica y musical bajo el nombre de “Lectura gemátrica, pitagórica y cuántica del Séfer Bereshit 1-3 -Hashem se revela a través del Big Bang-

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