En 1927 David Herbert Lawrence publicó John Thomas y Lady Jane, segunda de las tres versiones de ‘El amante de Lady Chatterley‘ que tanto escandalizó a la Inglaterra de principios del XX.
En el capítulo 15 de la novela más conocida del autor, los amantes bautizan a sus genitales con estos nombres, y comparan su unión con un matrimonio. John Thomas y Lady Jane son, respectivamente, el pene de Oliver Mellors y la vulva de Constance Chatterley; un pene y una vulva cuya fusión reflejaba la realidad social de todo un país.
comprar en amazonEn aquella época la clase trabajadora casi no tenía la consideración de persona. La relación física de una aristócrata con un guardabosques hubiera sido comparable hoy día a la relación de una mujer con un animal cualquiera; algo que, de descubrirse, habría destruido por completo la reputación de la infractores y supuesto su condena al ostracismo social.
La importancia del sexo en una relación y en la vida misma no se había expresado con tanta claridad en obra alguna hasta que D. H. Lawrence publicó la suya. La psicología de Constance como mujer está tan bien expresada y tan bien comprendida que sorprende que el autor sea un hombre, y más aún un hombre de aquella época.
Hay numerosos ejemplos en la literatura de comprensión de la psique femenina por parte de un hombre: Zola con ‘Naná‘, Balzac con ‘Eugenie Grandet‘, Flaubert con ‘Madame Bovary‘, Tólstoi con ‘Anna Karenina‘, Pérez Galdós con ‘Fortunata y Jacinta‘ … pero la exploración en la sensualidad de la mujer, en sus deseos íntimos y en su entrega que logra David Herbert Lawrence se da por vez primera en El amante de Lady Chatterley . Hasta entonces las heroínas se entregaban por amor, y el sexo era casi una concesión a la pureza del sentimiento. Constance Chatterley se enamora de Mellors después del sexo, a través del sexo, porque la manera en que el hombre la posee la lleva al descubrimiento de sí misma.
La novela presenta la evolución de Constance como mujer: en un principio fiel cumplidora de sus obligaciones para con su marido invalido y el status social que él representa; resignada ante la privación de sexo y firmemente dispuesta a superar sus sentimientos de creciente aversión hacia él y hacia todo aquello en lo que se ha convertido su vida. El deseo insatisfecho de un hijo la lleva a una preocupante crisis nerviosa; los antiguos valores pierden su sentido y la necesidad de escapar de una vida asfixiante se vuelve incontrolable.
El sexo como actividad liberadora escandalizó por oponerse a la moral farisaica con que los cultos cristianos la han venido contemplando.
Ese momento de profunda intimidad, casi de romanticismo, en el que Oliver Mellors coloca flores sobre el monte de Venus de la mujer que ama y le da el nombre de Lady Jane, motivó que muchas mujeres deseasen tener en sus vidas un John Thomas al que rendir culto como los griegos lo rendían a Eros.
Todo un avance para 1927. Y, si me apuran, para el año que va corriendo.
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