Las nueve musas
Diane Arbus

Diane Arbus: El árbol en el Bosque

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“Tropezando con mi rostro distinto de cada día”

Federíco Garcia Lorca en Poeta en Nueva York

 “Y no es fortuito si los fotógrafos neoyorquinos son los artistas de la angustia moderna: la angustia de la ciudad; Diane Arbus y Fedrich Cantor lo vieron y nos lo transmitieron”[1]

En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) se desarrolló la muestra Diane Arbus  “En el principio  14.07— 09.10.2017”.  Dicha muestra es un bosque de luz tenue.

La sensación es de salir al encuentro de sus imágenes, de buscarlas en ese laberinto. Llegar al final como a una revelación. En ese recorrido,  es patente sentirse en la mirada de Diane.  Y esa mirada que trata de desmitificar, y desnaturalizar tanto lo cotidiano como lo extraordinario.

Diane Arbus

“nada permanece igual, como me habían dicho. 
Lo que reconozco es lo que no vi nunca antes”[2]

La fotografía puede resinificarse… puede ser otra a través del tiempo. Por muy significativa que sea en el momento de su toma, es otro el discurso que adquiere vista nuevamente, nueva, con otra mirada, desde esta actualidad. Siempre en un contexto de lectura: “Era como si indagase la naturaleza de un verbo que no tuviese infinitivo y que solo se pudiese encontrar provisto de un tiempo y de un modo”[3]

La foto a una lápida que reza: killer 1927-1939: ¿Cómo fue vista antes y cómo se ve hoy? Es mucho lo que puede decirse de Arbus y sus fotografías, sin agotar su riqueza. Me detengo a  hablar de su agudeza para ver en esa naturalidad cotidiana, lo extraño y extraordinario, lo que se vuelve polisémico. Una ciudad y una época que se desnuda. Sin máscaras. Donde su espectacularidad se mezcla con lo bizarro y donde lo raro invade lo cotidiano.

Diane Arbus

Dice Soulages en Estética de la Fotografía: ” a través de la fotografía, Arbus va más allá de la apariencia y la insignificancia del mundo: ella des-cubre uno o unos sentidos de este mundo. “La existencia del mundo sólo puede justificarse como fenómeno estético”[4]

“A diferencia de Cartier-Bresson, que fotografía para poder captar “en todo ese caos el orden para encontrar la estructura del mundo y gozar de la voluptuosidad de la forma”,  Arbus descubre en el orden aparente del mundo el desorden y el caos ordinarios: no privilegia el accidente espectacular, extra-ordinario, porque todo es ya accidente, en el sentido aristotélico y habitual de esa palabra. Por tanto, va a fotografiar todo, porque todo está marcado por la muerte y la angustia”[5]

En Arbus veo  cumplirse las palabras de Barthes:

“En fotografía la presencia nunca es metafórica. La fotografía empezó como arte de la persona: su identidad, la reserva del cuerpo (…)  En un primer tiempo, la fotografía, para sorprender, fotografía lo notable; pero muy pronto por una reacción conocida, decreta notable lo que ella misma fotografía. El “cualquier cosa” se convierte entonces en el colmo sofisticado del valor”

Diane Arbus  nació en EEUU 1923 y murió en 1971, y fotografió  durante el período de 1956 a 1962. En sus fotos se encuentran  transeúntes que parecen mágicamente librados del flujo y el tumulto que los rodea. Lo que le otorga un singular aire de introspección. Se encuentra también la intimidad de un camarín o una habitación. Sus retratados se ofrecen a la cámara, conceden mostrarse tal cual son, o tal cual creen ser. En sus fotos vemos más que una intromisión, una fotógrafa que les da la palabra, sin guión alguno, sin pregunta previa.

Diane Arbus
“Todo el mundo tiene el deseo de querer dar de sí cierta imagen, pero es otra muy distinta la que aparece y ven los demás. Ustedes ven a alguien por la calle y lo que advierten esencialmente en esa persona es el defecto. Ya es extraordinario que cada uno de nosotros tengamos nuestras particularidades, y no contentos con las que se nos han dado, nos creamos otras. Nuestra conducta es una señal que damos al mundo para que se nos mire de cierta manera, pero hay un universo entre lo que uno quiere que la gente piense y lo que uno no puede impedirle. Es fantástico que parezcamos lo que parecemos, y eso es lo que surge a veces muy claramente en una fotografía (…) Trato de describir la imposibilidad de salirse de la propia piel para entrar en la de otro. La tragedia de los otros no es la misma que la de uno”. [6]

Por último,  propongo como diálogo, estas expresiones de Barthes y Arbus:

“La foto me conmueve si la retiro de su charloteo ordinario: “técnica” “realidad” “reportaje” “arte”, etc. No decir nada, cerrar los ojos, dejar subir solo el detalle hasta la conciencia afectiva”[7]

“Creo, con cierto pudor, que hay cosas que nadie vería si yo no las hubiera fotografiado”.[8]

Beatriz Fiotto


[1] Soulages Francois en “Estética de la Fotografía”

[2] Arbus Diane

[3] Barthes Roland, en “La cámara lúcida”

[4] F. Nietzsche en “El origen de la tragedia”

[5] Soulage Francois en “Estética de la fotografía”

[6] Arbus Diane

[7] Barthes en “La cámara lúcida”

[8] Arbus Diane


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