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La gran Vía - Antonio López García

Antonio López García: ¿un pintor hiperrealista o realista mágico?

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En la mayoría de las obras (incluso en las digitales) de referencia, la técnica de Antonio López García aparece encuadrada en el hiperrealismo o en el realismo mágico.

Por supuesto, las dos etiquetas no son sinónimas, siendo usadas de una forma nebulosa.

Antonio López GarcíaEsta compulsión taxonómica de la recepción del arte − casi siempre rechazada por los artistas que consideran su arte único e inclasificable −, debería ser rigurosamente controlada, con el único objetivo de mejorar los conceptos operativos en la didáctica de arte. Es lo que intentaremos hacer en este artículo.

Siendo el “realismo” un concepto global y casi incomprensible, los diversos “realismos” históricos son identificados bien sea utilizando un elemento de composición (sur-, hiper- foto-), o bien,  utilizando un adjetivo (mágico, social, socialista, etc.).

  1. Los conceptos: hiperrealismo y realismo mágico

El hiperrealismo es una orientación artística, con casi cincuenta años, que proclama la realidad como modelo y el mimetismo absoluto como solución técnica. Por sus capacidades reproductivas, el hiperrealismo se sitúa en la frontera con la fotografía, interrelacionando de forma particular las dos modalidades. Confortablemente acogido por el público, que interpreta habitualmente la técnica como maestría, esta orientación ha impuesto su canon estético contra el conceptualismo y abstraccionismo, donde el modelo deja de ser objetivo, determinado e identificable.

De origen norteamericano, con sus primeros núcleos artísticos en Nueva York y California, el hiperrealismo (llamado también “fotorrealismo”, “realismo radical”, “nuevo realismo”, “ultrarrealismo”, “superrealismo”, “sharp focus realism”) nace en la segunda mitad de los “60, inicio de los 70”. Entre los primeros hiperrealistas o fotorrealistas deberíamos citar: John Baeder (n. 1938), Robert Bechtle (n. 1932), Tom Blackwell (n. 1938), Charles Bell (1935–1995), Chuck Close (n. 1940), Robert Cottingham (n. 1935), Don Eddy (n. 1944), Richard Estes (n. 1932), Audrey Flack (n. 1931), Ralph Goings (1926-2016) etc.

En Europa, los históricos dicen que fue con la Documenta 5. Befragung der Realität – Bildwelten heute, de 1972, bajo la dirección de Harald Szeemann, en Kassel, Alemania, que el hiperrealismo estadounidense dejó su marco estético.

Antonio López GarcíaEl movimiento está naturalmente ligado a los ciclos realistas de las décadas precedentes y al pop art. El pintor vueve a su posición tradicional, dedicándose con empeño y minucia a la reproducción de modelos, “fascinado” por la fotografía, el cine y, más recientemente, por el arte digital. Ninguna orientación estética del siglo XX exige esta mirada fotográfica, con máxima objetividad técnica, pero ya no en ambientes vacíos emocionalmente que reclaman la presentación sin representación, como en la fase inicial.

Tres son, desde mi punto de vista, los grandes abordajes hiperrealistas, considerando la relación artista-modelo. El modelo puede ser un objeto fotografiado (Chuck Close declaraba la superioridad de la fotografía), un objeto real (un retrato, un bodegón, por ejemplo) o un objeto modelado por el ordenador, sin existencia real. Es importante decir que el objeto real es real en sentido verídico, no necesariamente extraído de la realidad circundante.

En cuanto a la técnica, esta puede ser absolutamente mimética o casi mimética, dominantemente fotográfica, pictórica o digital. La técnica puede también ser descrita también en función de los materiales utilizados (lápiz, tinta etc.), pero la impresión global “fotográfica” es su trazo distintivo.

Antonio López GarcíaLo que debemos tener en cuenta es el énfasis sobre lo que se entiende por “real”. Hay, sin duda, varias convenciones realistas: renacentistas, clásicas, románticas etc., más académicas o más libertadoras. El hiperrealismo, en mi convención crítica, es un realismo miope, prolijo, que figura todos los detalles de una manera exaltada y objetiva. Sin este sentimiento de lo que pinto es lo que veo sin ninguna alteración emocional o valorativa, no podemos hablar de hiperrealismo.

*

Entre lo maravilloso y lo fantástico, el realismo mágico es una convección artística y literaria que poetiza la realidad a través de una infusión de sueños y de magia. Es más que un proceso de confusión: es una forma ilusoria de escapar al inconveniente del existir. Hay artistas en cuyas obras los sueños se convierten en pesadillas, delirios y otras formas de locura como en las pinturas de Dalí. En los oníricos, el realismo mágico teatraliza la realidad, dándole una dimensión que es a la vez objetiva y subjetiva, prosaica y poética, natural y sobrenatural.

Antonio López García¿Podríamos distinguir entre lo mágico y lo fantástico? Para mí, el fantástico se construye con elementos de la realidad, pero siempre a través de una transgresión de la lógica. El mundo cotidiano está definitivamente confundido, caótico, perdido. Por eso, el arte fantástico genera miedo y angustia en el espectador porque otra orden se instala en la realidad, alterando el sentido de la normalidad.

El mágico es una transfiguración de la realidad como si otros mundos fuesen posibles. En un espacio mágico domina la tranquilidad, la armonía, la naturalidad. La realidad objetiva coexiste con el mundo subjetivo, imaginario, mítico. Esta visión es muy cercana de la visión infantil, de las religiones y de los hechos milagrosos. La racionalidad es hábilmente refutada.

Cabe señalar que el término “realismo mágico” apareció en Alemania, en los escritos de Franz Roh. Su principal obra Nach-Expressionismus, Magischer Realismus. Probleme der neuesten europäischen Malerei, publicado en 1925, fue el primer análisis del realismo plástico de la década de 1920. El autor estudia éste, y particularmente lo que se llamó la “nueva objetividad (Neue Sachlichkeit)”, en sus relaciones con el impresionismo y el expresionismo.

  1. Madrid de Antonio López García: del realismo fantástico a la tentación del hiperrealismo

A partir de los años 60 Antonio López García empieza a pintar paisajes en la convención realista o neorrealista, introduciendo elementos de carácter insólito o fantástico. El pintor ha dejado una visión algo extraña e intemporal de Madrid. Es sabido que Antonio López se fija en una determinada hora y una determinada luz para pintar sus panoramas, lo que tiene en el espectador un efecto “algo extraño”, como decía, porque ni aquella hora, ni aquella luz, ni tan poco la ausencia de las personas o de los medios de transporte figuran en la percepción “normal” de una ciudad. Esta singularidad le abre el camino de lo inesperado, de lo insólito, de lo fantástico.

Antonio López García
Atocha 1964

A pesar de la figuración de grandes edificios madrileños, de su dimensión monumental, hay un enorme vacío en sus cuadros (Gran Vía, 1971), que hace el ambiente casi irrespirable. El aire de Madrid de los cuadros de esta fase tiene poco oxígeno. Puede ser cálido, como han dicho, pero es sin duda asfixiante. Esta desertificación, esta degradación ecológica, algo tóxica, es parte integrante en un escenario dramático, fantástico, amplificado por la presencia en primer plano de una pareja sorprendida en sus juegos sexuales (Atocha, 1964).

Sobre esta agobiante luz solar, el propio pintor dice:

“No me atrevía todavía a hacer el sol. Me resultaba difícil, porque dividía excesivamente las cosas. Creaba una luz general penumbrosa y trabajé las primeras cosas de Madrid con esa luz.” (LÓPEZ, 2007)

La ciudad hizo su aparición en la obra del artista como fondo de dramas sociales en Nochebuena, 1955, o Niña muerta, 1957, ganando más autonomía en Mari en Embajadores, 1962.

Antonio López García
Niña muerta. 1957

A partir del momento en que la ciudad es vista como protagonista, Antonio López García consigue apropiarse de un tema que le va traer el reconocimiento internacional. En una decena de obras (hasta sensiblemente al final del siglo pasado), Antonio López García se transforma en el más famoso pintor de la ciudad de Madrid, produciendo cuadros de gran formato, panorámicas pintadas desde emplazamientos altos, con más confianza en la luz plena, a partir del final de los años 70.

Preguntado por qué Madrid, Antonio López García responde:

“Quizás el quid de su interés está en ese carácter un poco neutro y nada espectacular. Madrid es antibella, antiartística, anti… Ahí reside para mí la parte entrañable, como cálida de Madrid.”

“De Madrid me gusta, de lejos, el perfil de ciudad sin nada característico. Es la ciudad en general.” (SOLANA, 2011).

Si hay que hablar de una evolución en su pintura urbanística podemos decir que desde Mari en Embajadores, 1962, hasta Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas, 1997-2006, tenemos un camino un tanto al contrario en relación a la historia del arte: Antonio López García va desde el realismo fantástico al hiperrealismo. A pesar de que ambas etiquetas son susceptibles de ser exageradas, lo que pretendemos sugerir es que, con el tiempo, su orientación artística parece cada vez más atraída por el realismo mimético y objetivo.

Dan Caragea

LÓPEZ, A. (2007): En torno a mi trabajo como pintor. Valladolid, Fundación Jorge Guillén y Universidad de Valladolid.

SOLANA, G. (2011): “El viaje sin fin de Antonio López García”, en Antonio López, Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, pp. 35-58.

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